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| miércoles abril 24, 2024

Al Ándalus en la 'umma'


Me sorprende… la sorpresa que produce este tipo de noticias. Como si no estuviéramos avisados y no hubiéramos sabido leer las señales que el fenómeno nos ha enviado, sin trampa ni cartón, desde que inició su tétrica cruzada. España está en el centro de su diana, reinando con la fuerza de un simbolismo atávico, y con tal magnetismo que aglutina en su mítica los sentimientos encontrados que laten en el corazón más oscuro del islam. Es el califato perdido, el Shangri-La de la umma musulmana, la encrucijada donde la rabia de una derrota secular se fusiona con el sueño de una victoria definitiva.

Desde que los Hermanos Musulmanes de Egipto, a principios del XX, empezaron a tejer la delirante ideología que hoy sustenta al fundamentalismo islámico mundial, Al Ándalus siempre fue la joya de la corona. No sólo está presente como símbolo atávico. Es, además, el primer deseo de conquista de todo el yihadismo. Y todo significa todo, desde el magma de Al Qaeda hasta el Abu Sayad de Filipinas, desde la Yamaa Islamiya pakistaní hasta el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate argelino, desde el terrorismo checheno hasta el cachemir, el yemení o el somalí. Todos aquellos que dedican su vida a la conquista de Occidente para crear un gran califato mundial tienen Al Ándalus como mito primordial. «Utilizaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia», gritó durante años el jeque Omar bin Bakri desde la mezquita de Londres, y la primera torre simbólica que debía retornar al islam era, sin lugar a dudas, la de la mezquita de Córdoba.

Escribo todo esto porque, aunque nos parezca un cuento de Ali Babá, conforma el universo simbólico actual de miles de personas enroladas en la guerra santa. Lo primero, pues, que debemos tener claro es que este enemigo huidizo que, sin embargo, tiene una gran capacidad para matar tiene España en el punto de mira sentimental, simbólico y cruento. Sólo hace falta recordar que, en su primera alocución después del 11-S, Bin Laden reiteró su lucha contra cruzados y judíos y habló de dos objetivos prioritarios: Palestina y Al Ándalus. Si, además, hacemos el trágico recuento de los atentados sufridos, blanco y en botella, somos un target indiscutible: sin sumar el atentado del restaurante El Descanso –el primero del yihadismo en España – y la cantidad de islamistas detenidos en operaciones diversas, entre ellas algunas relacionadas con el 11-S, cabe recordar los atentados en Líbano, en Yemen, en el restaurante España de Casablanca y, por supuesto, el mayor atentado islamista de la historia en Europa, las bombas de Atocha. Todos tuvieron el sello yihadista y todos fueron atentados antiespañoles. Es decir, no somos la periferia de la obsesión fanática de esta ideología totalitaria que quiere conquistar el mundo. Somos el alma de su encrucijada de sentimientos. Una parte fundamental de su obsesión medieval.

Por supuesto, poco sabemos de lo ocurrido en Mauritania. Pero si se confirman los malos augurios islamistas respecto al secuestro de tres cooperantes catalanes, también se confirmaría la convicción de los expertos de que este secuestro ni sería fortuito, ni sería ajeno a la condición española de los secuestrados. No olvidemos que la rama magrebí de Al Qaeda hizo un comunicado, en octubre pasado, donde pedía «la liberación de Andalucía» y la recuperación del paraíso perdido. La cita del jeque mártir Abdulah Asma es explícita: «La yihad es una obligación desde que Granada cayó en manos de los infieles». No estamos, pues, en la periferia de esta locura totalitaria que hunde sus raíces en los califas medievales pero usa la tecnología del siglo XXI para promover el terror, sino en el centro de la diana.

La cuestión, ahora, es si sabrán leer la enésima señal de alarma estos bambis multiculturales nuestros, que proyectan una ingenuidad cósmica ante determinadas prácticas integristas. ¿Entenderán lo que está pasando o aún creerán que si se portan bien serán amiguitos? No somos un enemigo más para el yihadismo. Somos la madre de todas las obsesiones.

PILAR RAHOLA

La Vanguardia

7/12/2009

Reenvia: www.porisrael.org

 
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