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| viernes abril 26, 2024

Goldstone, el arrepentido tardío


David Horovitz

Jpost.com

2/04/2011

Alegando, infundadamente, que éramos un enemigo inmoral, el juez santurrón puso todas nuestras vidas en un mayor riesgo. Evidentemente, Yom Kipur ha llegado temprano este año para Richard Goldstone.

No pudo, simplemente, escribir «he pecado, perdónenme», en su artículo del viernes «Reconsiderando el Informe Goldstone sobre Israel y los crímenes de guerra».

Pero la asombrosa pieza del juez judío en The Washington Post, quien presidiera el Informe Goldstone que acusó a Israel de crímenes de guerra y posibles crímenes contra la humanidad en Gaza, durante la Operación Plomo Fundido, representa nada menos que una disculpa a Israel.

«Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora», escribe en el extraordinario primer párrafo de su mea culpa, «el Informe Goldstone habría sido un documento diferente».

Qué dramático cambio radical de opinión. Y qué terrible que fuera necesario.

Qué trágico es, en primer lugar, que Goldstone perdiera su brújula moral como para presentar un informe que ha causado tales daños irreversibles al buen nombre de Israel. Trágico, al menos para el mismo totalmente desacreditado Goldstone, y más que nada para nuestras injustamente mancilladas fuerzas armadas y para el país por el cual estaban poniendo sus vidas en primera línea para defenderlo honorablemente, frente a un despiadado, asesino y terrorista gobierno de Gaza.

La defensa «si yo hubiera sabido entonces lo que sé ahora»  que Goldstone invoca para tratar de justificar su perfidia es, por supuesto, típicamente endeble.

Incluso ahora, santurronamente, Goldstone se queja acerca de la «falta de cooperación con nuestra investigación» por parte de Israel. Pero, como él muy bien lo sabe, Israel no podía, formalmente, cooperar con su investigación, ya que había sido armada por la obsesión anti-israelí del Consejo de Derechos Humanos, con la precisa intención de mancillar el nombre de Israel, y eso legitimaría a sus enemigos y reduciría su capacidad para defenderse en futuros conflictos – como el que Israel podría tener que enfrentar muy pronto, si el actual recrudecimiento de los ataques con cohetes de Hamas continúa.

Si se hubiera sometido formalmente al examen de su comité y al institucionalmente parcial Consejo de Derechos Humanos de la ONU que lo había formado – una parcialidad que Goldstone reconoce ahora en su artículo – simplemente le habría dado a su trabajo una mayor supuesta credibilidad.

A pesar de la ausente cooperación formal, sin embargo, la verdad sobre lo sucedido en Gaza en diciembre de 2008 y enero de 2009 – la verdad que ahora Goldstone, falsamente, afirma haber descubierto sólo después de que presentó su maliciosa acusación a las FDI y a Israel – estaba fácilmente disponible para él en ese momento.

Israel hizo, de manera informal, que la necesaria información estuviera a disposición de su comité, en la forma de informes detallados sobre cómo las cosas se habían desarrollado. Y fuentes abiertas, honestamente evaluadas, no dejaban ninguna duda de que Hamas fue el provocador, de que Hamas estaba poniendo en peligro, deliberadamente, a los palestinos, de que Hamas estaba mintiendo acerca de la proporción de combatientes entre los muertos de Gaza. Fuentes abiertas tampoco dejaban ninguna duda de que las FDI – lejos de tener como objetivos, deliberadamente, a civiles, que es la amarga acusación en el corazón del informe Goldstone – estaba haciendo más de lo que la mayoría de cualquier fuerza militar hizo, alguna vez, para minimizar las muertes de civiles, aún cuando trataba de destruir la infraestructura terrorista y distinguir a los terroristas que habían estado disparando despiadadamente contra zonas residenciales de Israel.

Sólo ahora, 18 meses después de haber presentado sus incendiarias acusaciones contra Israel, Goldstone ha llegado a reconocer lo que una investigación imparcial habría establecido desde el principio – que las FDI, categóricamente, no trataban de matar civiles en Gaza. Como él mismo dice en la simple frase que debería resonar dentro de todos los parlamentos extranjeros y de todas las organizaciones de derechos humanos que se apresuraron a demonizar a Israel: «Los civiles no fueron objetivos, intencionalmente, como cuestión política».

Risiblemente, Goldstone afirma que, en su informe, «las acusaciones de intencionalidad por parte de Israel se basaron en las muertes y lesiones a civiles, en situaciones donde nuestra misión de investigación no tenía pruebas sobre las cuales llegar a ninguna otra conclusión razonable».

En verdad, la única conclusión razonable a la que una investigación honesta podría haber llegado – dada la evidencia disponible, teniendo en cuenta el historial de Hamas y dada la tradición moral de las FDI – era que Israel no había matado intencionalmente a civiles palestinos. Pero, una vez más, la suya no fue una investigación honesta.

Por desgracia, la «reconsideración» de Goldstone no cosechará ni una milésima parte de la publicidad, ni tendrá una milésima parte del impacto que produjeron sus infundadas acusaciones originales en contra de Israel. Los gobiernos – incluyendo, lo que debería ser su perdurable vergüenza, los autodenominados amigos de Israel en Europa y más allá, que no votaron en contra de este informe – no se apresurarán a ofrecer la disculpa que les deben a nuestro gobierno y nuestros soldados.

Ellos no se apresurarán a recalibrar sus políticas.

Ahora no se apresurarán a emitir declaraciones expresando su confianza en la capacidad de Israel para investigar adecuadamente las denuncias de faltas cometidas por sus militares, aún cuando el hombre que previamente había dado cobertura a sus críticas, ahora se retractó y escribió un artículo apoyando los procesos de auto- investigación de Israel.

Los hombres de estado y las ONG que nos pusieron por el suelo, utilizando el Informe Goldstone como «prueba», ahora, inducidos por la retractación de Goldstone, no incrementarán sus críticas a Hamas. Ahora no expresarán su indignación por los esfuerzos de la Autoridad Palestina para explotar el Informe Goldstone con el fin de dañar a Israel – un hito clave en el camino de la AP hacia el reconocimiento internacional para una declaración unilateral de condición de estado.

Ahora no demandarán que el líder de la AP, Mahmoud Abbas, abandone su actual esfuerzo para negociar la «unidad» con Hamas, un grupo terrorista que confiesa trabajar para la destrucción de Israel y, como Goldstone escribe ahora, «deliberada e indiscriminadamente» tiene como objetivos a civiles de Israel.

Deberían, pero no lo harán. Ahora siguen adelante.

La culpa de Israel, desde hace mucho tiempo, ya se ha «establecido». Y no importa que el hombre que lo certificó, con retraso, internalizó la gravedad de la gran mentira que ayudó a facilitar.

Ni tampoco, lamentablemente, las organizaciones de medios de comunicación que, con tantos bombos y platillos, difundieron las infundadas acusaciones de crímenes de guerra israelíes, ahora asignarán similar cobertura y espacio de primera página para difundir la tardía exoneración de Israel hecha por Goldstone. Sería una sorpresa, realmente, si viéramos a los diarios más resonantes del mundo seguir el ejemplo de Goldstone y escribir textos que reconozcan que sus informes, sus análisis y sus piezas de opinión de expertos mojaron fuera del tiesto.

Y mejor no contengamos la respiración, tampoco, respecto de que los propios críticos internos de Israel emularán el cambio de juez – incluyendo a algunos diarios ampliamente citados y a los, así llamados, grupos de vigilancia que amplificaron las denuncias de muertes deliberadas de civiles, y que tan a menudo parece que quieren creer lo peor de Israel, en contra de todas las pruebas razonables de lo contrario.

El vacuo Goldstone escribe ahora que «Tenía la esperanza de que nuestra investigación sobre todos los aspectos del conflicto de Gaza daría comienzo a una nueva era de imparcialidad en el Consejo de Derechos Humanos, cuya historia de parcialidad contra Israel no puede ponerse en duda».

Teniendo en cuenta «la historia de parcialidad» en el consejo, una vez más uno sólo puede preguntarse, por qué Goldstone consintió hacerle su sucio trabajo, con tan devastador efecto.

Su doblez investigación ha tenido un efecto tóxico por todas partes en el segundo campo de batalla – en los foros diplomáticos y jurídicos, en los medios de comunicación, en los campus universitarios, en el discurso público global. Envenenó el nombre de Israel.

Y en el campo de batalla real, ha socorrido a nuestros enemigos, animándolos a creer que podrían matarnos, no sólo con mera impunidad, sino con empatía y apoyo activo internacionales.

Alegó que éramos un enemigo inmoral y, de ese modo, puso todas nuestras vidas en un mayor riesgo.

Una disculpa ya no es lo suficientemente buena. Lo mínimo que le debe a Israel es trabajar incansablemente, a partir de ahora, para tratar de reparar el daño que ha causado.

Yom Kipur llegó temprano este año para Richard Goldstone. Su muestra de arrepentimiento ha llegado demasiado tarde.

http://www.jpost.com/DiplomacyAndPolitics/Article.aspx?id=214866

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
D
ifusion: www.porisrael.org

 
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