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| viernes marzo 29, 2024

¿Quo Vadis, maestro Barenboim?


Santiago Belmonte

Porisrael.org

DanielBarenboimEl día 3 de mayo de 2011, Daniel Barenboim dio un concierto en la Franja de Gaza, acompañado por músicos de varias orquestas famosas europeas. Ingresaron a Gaza por el paso de Rafiaj, o sea desde la península de Sinaí, Egipto, y no pasando por Israel como lo hizo cada vez que actuó en Ramallah.

Ello ocurrió al mismo tiempo, casi simultáneamente, con la declaración de reconciliación y alianza de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas (Abu Mazen) con el movimiento terrorista Hamas, que gobierna con mano dura en Gaza, y sus líderes Ismail Haniah y Jaled Mashal, que han declarado que nunca negociarán con Israel, que nunca reconocerán a Israel, y que alentados por el presidente de Irán Ahmadinejad, han jurado en más de una oportunidad destruir a Israel.

Pero nada de eso parece haber afectado o importado al famoso y todo poderoso pianista y director de orquesta, que lamentablemente es israelí. Pero no un israelí cualquiera, sino uno que dirige en Berlin, en el festival de Bayreuth, dedicado al malvado antisemita Ricardo Wagner y apadrinado en su momento por Hitler, un israelí que ostenta pasaporte palestino y que en incontables ocasiones se ha manifestado en favor de los peores enemigos del Estado de Israel. Dime con quién andas y te diré quién eres, dice el antiguo proverbio.

“Fue para mí una vivencia muy profunda”, le dice a una periodista del diario israelí Haaretz. “Ante todo porque en el paso de Rafiaj me recibieron los alumnos del conservatorio de Gaza, tocando para mí y la orquesta varios fragmentos que nos hicieron muy buena impresión. Después me encontré con muchos jóvenes en la sala de conciertos, y debo confesar que me avergüenzo un tanto por lo poco que sabía sobre la vida de los ciudadanos de Gaza. ¡Son 1,7 millones y tienen doce universidades! Y también me llamó la atención que el 85 por ciento de la población tiene menos de 30 años de edad.”

 

Aquí levanto una ceja y me pregunto: “¿Conservatorio?¿Sala de conciertos?¿Doce universidades? Y yo que pensaba que vivían en la miseria y dependían de los millones de dólares y euros que les mandan los incautos de muchos países para poder comer, y de los barcos que intentan quebrar el bloqueo israelí, pero no, Dios libre y guarde, el egipcio. Volvamos a la “visita” del maestro. “Se trata de un evento que no es en modo alguno político”, explica a la periodista, “ y mido las palabras porque soy consciente de lo que digo. Fue organizado por las Naciones unidas y las ONG palestinas. No me encontré con políticos, ni ninguno de ellos habló. Nos dio la bienvenida el representante de la ONU y después pronuncié un discurso, y dije algunas palabras después de terminado el concierto. Para mí el éxito del concierto consiste en haber podido encontrarme con tantos jóvenes y gente culta. Desde el principio hasta el fin éste no fue un evento político.” 

Levanto la otra ceja, me calo las gafas para ver si leí bien, y me miro al espejo para ver si tengo cara de estúpido. Lo que son las cosas, me digo. ¿Este tipo es o se hace? ¿De modo, señor Barenboim, que su visita no es política? ¿Acaso la sola presencia en Gaza de un músico israelí, conocido en el mundo entero por sus ideas, porque las ha expresado en más de una ocasión, no es ya de por sí un acto político? Por favor, señor Barenboim, ¿Por quiénes nos ha tomado? Y se me ocurren varias preguntas: ¿Cómo hacen los representantes de la ONU para hacer posible su ingreso a la franja, esa misma ONU que durante cinco años no logra obtener un permiso para visitar al soldado secuestrado Guilad Shalit? Y otra: ¿El día en que ustedes entraron en Gaza, el gobierno de Hamas y todos sus secuaces no estaban enterados? ¿Ustedes ingresaron por un túnel subterráneo, o al amparo de la noche y sin hacer ruido, para que no los detuvieran? Porque de lo contrario los jerarcas seguramente los hubieran honrado con sus presencias, ¿verdad? Y otra: ¿Quién dio orden a toda esa multitud de terroristas armados que siempre pululan por las calles de Gaza, de esos que tiran cohetes a Israel, a no tocarlo ni secuestrarlo? Mire si lo secuestraban a usted. ¡Oh lalá! No, no. Tal peligro no existía. Usted estaba rodeado de gente culta, y su visita no era política. Y entonces, le pregunta la periodista de Haaretz:

¿Por qué tanto secreto?

“Porque por motivos de seguridad, en el público sólo había invitados especiales. Y hubo todo tipo de problemas logísticos entre la ONU y el Hamas. De todo eso ignoro los detalles, y no sabíamos si el concierto se hacía o no. Por eso la ONU mandó las invitaciones sólo a último momento.”

 

Pero este tipo es un cara dura, me susurra mi otro yo. ¿Problemas logísticos entre la ONU y Hamas? ¡Ah, eso quiere decir que Hamas sí estaba enterado! Pero eso, de político no tiene nada, ¿verdad? Y usted ignora los detalles… ¿Motivos de seguridad? Y claro, “invitados especiales”. Porque los terroristas armados se tenían que quedar afuera. No sea que a ustedes se les arruine la foto. Ah, ahora me acuerdo. A menudo leo en medios españoles que no se trata de terroristas, sino de combatientes o milicianos. Porque terroristas son solamente los de la ETA. Así al menos dicen ellos, esos diarios que al maestro lo festejan tanto cuando habla en contra de su país.

Y ahora la frutilla que corona la torta. “En Ramallah me presenté varias veces. Pero esa es otra cosa, porque allí emprendimos una tarea musical muy importante.” Se dan cuenta, ahora habla en plural. “Si en Gaza logramos realizar un trabajo musical, también influiremos en el desarrollo cultural de la franja. Pienso que la llave de todo futuro también se encuentra en Gaza y no sólo en Ramallah.” Nuevamente, de político nada, ¿no es cierto? Y al mismo tiempo una ingenuidad digna de Chamberlain. ¿Se acordará de que los regímenes más totalitarios del siglo veinte ostentaban una vida cultural de grandes magnitudes? Goebbels se escudaba detrás de Furtwängler, el director musical que con su actuación al frente de la Filarmónica de Berlin en la Alemania nazi no sólo la justificaba sino que también le servía de vidriera. ¡Y cuánta buena ópera hubo en la Italia de Mussolini y en la Unión Soviética mientras reinaba Stalin! Quiero recordar a mis lectores no sólo que la actividad cultural en un país no ha impedido nunca atrocidad alguna, sino que a menudo les ha servido para distraer la atención de los ingenuos. ¿Este hombre es un ingenuo? ¿O tiene otras ambiciones?

La periodista de Haaretz le pregunta por qué Barenboim en su estadía en Gaza no dijo siquiera una palabra sobre Guilad Shalit. Y el maestro responde: “Vuelvo a decirle que yo viajé únicamente con un mensaje cultural y humano. El caso de Guilad Shalit me duele mucho, pero no fui allí con un propósito político.” Está bien, me digo: el caso de ese muchacho es político y de eso el maestro no se ocupa. ¿Se creerá él mismo las cosas que dice? Y otra pregunta, por si se nos escapa: ¿El secuestro, la larga reclusión, y la total incomunicación de este chico no entra en su definición de lo que es una cuestión humana? ¿Allí entra únicamente la “pobreza” de quienes viven en Gaza, de esos que tienen doce universidades?

“¿A quién pude haberle dicho algo? Otra cosa hubiese sido de encontrarme con alguien del Hamas, pero no quise hacerlo, ni tampoco me lo pidió nadie. No hubiese ido a Gaza para que utilizaran mi presentación con fines políticos.”Pero si eso es lo que este tipo más quiere, vuelve a susurrarme mi otro yo. Le encanta que lo vean y escuchen cuando hay política antiisraelí de por medio. Eso se vende bien. Es políticamente correcto. ¿Y en una de esas, Barenboim, que ya lo tiene todo, fama, dinero, poder, medallas, doctorados honoris causa, aplausos, y que además en opinión de algún público parece ser dueño de tantas verdades, no estará ansiando algo más, un premiecito N, para el cual está dispuesto a sacrificar sus más elementales lealtades?

 
Comentarios

Sin discutir el contenido de la carta, te digo que deberías ser mas cuidadoso cuando afirmas que Hitler apadrino a Wagner. Wagner, si bien era antisemita, murió en 1883. La ignorancia te quita credibilidad

Simon.
Cuando el autor habla de que Hitler «apadrino» a Wagner no creo que lo haga en el sentido literal del termino. Lo que no cabe duda es que lo elevo a los altares, de la musica del regimen nacionalsocialista.

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