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| viernes abril 19, 2024

Las dos caras que muestra la protesta en Israel


Ana Jerozolimski

Semanario Hebreo. Uruguay

LOS DEFECTOS

El prestigioso escritor israelí Amos Oz escribió hace pocos días en un artículo publicado en “Los Angeles Times”, que “Israel nunca fue un Estado igualitario, pero en su apogeo, era más igualitario que la mayoría de los Estados del mundo”. Según Oz, “la pobreza no era extrema y la riqueza no era ostentosa, y la responsabilidad social para con los pobres y necesitados se demostraba no sólo en lo económico sino también en lo emocional”.

Oz recalca que quien trabajaba se mantenía con dignidad.

“Todo esto ha sido destruido en los últimos 30 años, con una sucesión de gobiernos israelíes que alentaron e inflamaron las leyes de la jungla económica.”.

Pero en un artículo publicado días atrás en el “Haaretz”, el analista económico Nehemia Strassler recordó a Amos Oz que las primeras décadas del Estado de Israel independiente fueron difíciles, había injusticia y desigualdad y que el nivel de vida promedio que tiene la mayoría de los ciudadanos en los últimos años, era impensable en aquellos tiempos. La nostalgia, da a entender Strassler, desdibuja el pasado.

Este es parte de su análisis:

“En los últimos 30 años ha habido subvenciones para niños que todos reciben y también hay un seguro suplementario para aquéllos que no ganan lo suficiente – algo que no existía en absoluto en el paraíso de Oz. 

Nuestra suerte fue que nuestros patriarcas fundadores a pesar que vinieron de la revolución socialista en Europa, comprendieron que a la larga el socialismo conduce a la pobreza y la necesidad, y se corrieron a la economía de mercado después de un tiempo relativamente corto.  Este proceso, que todavía está en curso, nos salvó.  Nuestro estándar de vida subió dramáticamente en los últimos 30 años.  Se permitieron las importaciones y la selección aumentó mientras que los precios bajaron.  De una economía cerrada y atrasada basada en la exportación de naranjas, nos convertimos en exportadores de “hi tech” a la vanguardia de la tecnología.

Pero claro está que la situación no es perfecta.  Las diferencias son demasiado grandes y necesitan ser corregidas.  Esto es así porque la economía de mercado requiere regulaciones enérgicas  y una constante preocupación por velar por los elementos más débiles de la sociedad.  Por lo tanto es bueno que la protesta de las carpas haya estallado”.

La situación actual debe ser vista pues, a dos puntas: siendo conscientes de las mejoras para bien que trajo la economía de mercado, pero también de sus excesos nocivos.

El hecho que alrededor del 40% de la población israelí no se encuentra dentro del mercado de trabajo ordenado, es una seria fuente de preocupación. Entre los ciudadanos ultraortodoxos, un altísimo porcentaje se dedica a los estudios de las Sagrados Escrituras. Al no aportar a la fuerza laboral del país y recibir subvenciones a través de sus casas de estudios judaicos (yeshivot) y del Seguro Nacional por la gran cantidad de hijos que las familias religiosas suelen tener, no sólo no permite un florecimiento económico de su propia familia sino que constituye un peso para la minoría que trabaja y carga sobre sus hombros con los gastos del presupuesto nacional.

El serio problema es que la mayor parte de la población está entre los que no trabajan y viven de subvenciones, y la cúspide económica que concentra la mayoría de la riqueza y monopoliza servicios claves.

Otro tema que ha incidido en los gastos del Estado, es el de los asentamientos, cuyo mantenimiento-en la parte económica y en la seguridad que requieren- ha significado sumas astronómicas para el Estado. No olvidamos que una parte de la ciudadanía los considera, a pesar de ello, esenciales. Pero otra parte considera que todo lo allí gastado podría haber sido derivado a rubros que beneficiarían a toda la ciudadanía israelí, sin polémicas de por medio.

El proceso de creciente individualismo de la sociedad israelí también ha hecho lo suyo. Y la mejoría económica de la sociedad en general, junto a sus beneficios, trajo aparejado también lo negativo del enriquecimiento, quizás por algo de la condición humana que no siempre se contenta con lo existente y se torna ambiciosa de más.

LAS VIRTUDES

Comenzamos esta nota citando a Amos Oz, y lo hacemos también en la segunda parte del editorial, la referente a las virtudes que salen a la luz a raíz de la protesta en curso.

“Las imágenes que calientan el alma, de las ciudades de carpas y de manifestaciones extendiéndose por Israel, constituyen un delicioso revivir del tipo de confraternidad y compromiso que construyó la nación. Es que al fin de cuentas, lo primero que estos manifestantes están diciendo, aún antes de ´justicia social´ y ´abajo el gobierno´, es: ´somos hermanos´”.

Entre los 300.000 israelíes que manifestaron el último sábado y los muchos más que los apoyan en todo el país, no hay sólo gente que no termina el mes con su sueldo ni quienes no pueden comprar o alquilar departamento, sino también gente que simplemente se identifica y quiere que algo cambie para bien. Hay un aire de solidaridad, de “juntos”, que emociona a quienes se acercan. Frases como “lo mejor de la sociedad sale para afuera”, son descripciones claras de lo que está sucediendo.

En una nota en la prensa israelí, la politóloga Tamar Herman escribió que las protestas, en general, no son llevadas a cabo en momentos de extrema escasez ya que requiere de medios, y que no es precisamente la gente más carenciada la que toma la calle. También aquí es cierto: estudiantes de clase media, parejas jóvenes que en general tienen donde vivir …pero que ven la tendencia negativa que se ha estado incrementando en los últimos años. Uno de los líderes de las protestas, Itzik Shmuli, Presidente de la Asociación de Estudiantes, de 27 años, estaba por viajar a Cuba de paseo cuando le avisaron de las carpas en el Bulevar Rothschild y decidió volver al comprender que comenzaba algo grande en la sociedad israelí.

Y quizás también él se contaba en el 84% de los jóvenes israelíes que hace un año, en una encuesta, se decían felices o muy felices con su vida en el país.

Pero es bueno que cuando algo debe ser corregido, sean justamente los jóvenes los que tomen la responsabilidad sobre sus hombros.

Eso es no sólo responsabilidad, sino también solidaridad. Son dos expresiones de una sociedad sana, en la que hay cosas que están mal, pero muchas más que están bien.

Solidaridad también significa mutuo respeto. Y mucho de eso se vio este lunes, durante el ayuno de Tisha BeAv, una de las fechas más importantes del calendario judío.

Este fue la descripción que rescatamos del matutino “The Jerusalem Post”, escrito por Ben Hartman:

“Hubo un notable ambiente silencioso a lo largo del Boulevard Rothschild en la noche del lunes, cuando se inició el ayuno del Nueve de Av después de la puesta del sol.

Fiestas trance y fiestas improvisadas de jazz fueron reemplazados por una serie de conferencias y una serie de campamentos donde se llevaron a cabo lecturas del libro de las Lamentaciones. En los puntos más concurridos a lo largo del boulevard, como la sede de la Unión de Estudiantes y la cocina principal, en la esquina de Rothschild y Marmorek, se colocaron carteles llamando a la gente a respetar el ayuno. Carteles también notificaban a los transeúntes que no habría fiestas de música, espectáculos o entretenimientos programados para la noche, y pedían a todos los residentes que «por favor participaran mostrando respeto por este día». También en la cocina, el lunes, el servicio de alimentos cerró temprano, aunque pasteles y galletas estaban todavía disponibles en la noche, para aquellos que no ayunaban.

Y la explicación está llena de simbolismo, expresado en boca de unos de los jóvenes en el lugar, citado por Hartman: «No hay mejor lugar que aquí para estudiar sobre el Nueve de Av o el libro de las Lamentaciones. Perdimos el primer y segundo templo debido a la falta de solidaridad. No queremos perder el tercer templo debido a la falta de solidaridad».

Hay otro punto a destacar, especialmente significativo. Las protestas que envuelven a Israel con un nuevo mensaje de esperanza de cambio para bien, se llevan a cabo sin violencia verbal ni física, en una expresión magnífica de responsabilidad ciudadana. El miércoles hubo una primera excepción, en Holon, pero tampoco pasó de encendido de neumáticos –no hubo ataques a nadie- y lo principal es que los líderes de la protesta ya aclararon que no aceptarán bajo ningún concepto recurrir a la violencia. Y no menos importante es la reacción del gobierno, sobre cuyas medidas concretas se podrá discutir, pero sobre cuya mente abierta de respeto a quienes discrepan, no hay lugar a duda.

Lo expresó perfectamente el editorial del diario “El País” (Uruguay), hace pocos días, del cual es un placer hacerse eco:

“La ola de agitación popular que recorre Europa, Medio Oriente y el Magreb expone las abismales diferencias entre los gobiernos democráticos y las dictaduras a la hora de responder a las demandas populares. En Israel, 250.000 «indignados» protestaron en Tel Aviv en el pasado fin de semana sin que al gobierno constitucional de Benjamín Netanyahu se le ocurriera reprimir a quienes reclaman por más «justicia social». En Siria, en cambio, el dictador Bahar Al Assad, no vacila en ametrallar a los manifestantes que piden reformas. Se estima que cerca de 3.000 sirios han muerto a manos de las tropas gubernamentales que -al estilo de Gadaffi en Libia- bombardearon las marchas de protesta con aviones y tanques.

Se comprende por qué en todas partes la gente prefiere vivir en democracia”.

 
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