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| jueves abril 25, 2024

Itzjak Rabin, 16 años después: recordar su vida…pero más que nada su muerte


Ana Jerozolimski

Semanario Hebreo. Uruguay

Hay mucho de la trayectoria de Itzjak Rabin, quien fuera Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel y Primer Ministro, que amerita ser recordado. Su preocupación por la seguridad de Israel. Su valentía en combate. Su inteligencia al programar un operativo. Su atención a cada detalle. Su integridad como líder que sabe declararse responsable no sólo de los éxitos sino también de los fracasos. Su dedicación de más presupuestos que nunca a la educación, no sólo a la defensa. Su compromiso a garantizar igualdad plena entre la ciudadanía judía y la árabe de Israel. También su osadía política, al abordar el camino de búsqueda de la paz con los otrora enemigos, comprendiendo que es con ellos, no con los amigos, que hay que cambiar la situación.

Al cumplirse 16 años del asesinato que cambió a Israel,  es bueno que todo ello  sea recordado.

Al mismo tiempo, es legítimo que se discrepe con su legado político. No con el deseo de llegar a un acuerdo con los palestinos que garantice la paz para Israel- si es que se parte de la base que su objetivo era por cierto eso, traer paz a Israel-  pero sí con la fórmula a la que llegó, con los acuerdos que firmó, que también un ciudadano auténticamente demócrata tiene derecho a considerar que no eran buenos para Israel.

Es un error recordarlo  en un marco que parezca culto a su personalidad. Rabin era un político, lo cual significa automáticamente una figura cuyas acciones despertaban polémicas, y por más singular que haya sido-no pocos le recuerdan hasta hoy como uno de los mejores jefes de gobierno que haya tenido el Estado de Israel y por cierto como un gigantesco Jefe del Estado Mayor- no era perfecto.

A nuestro criterio-que es opinable, como todo lo relacionado a la política- sus intenciones sí lo fueron. Quiso dar el paso que comprendió podría cambiar el futuro de Israel. Tras haber luchado durante décadas en el campo de batalla, antes y después de la independencia de Israel, para traer seguridad al Estado judío, intentó hacerlo buscando abrir un nuevo camino en la región. Trató de plasmar el sueño de paz y seguridad en una nueva realidad para Israel.

No alcanzó a hacerlo. Las balas asesinas del terrorista Yigal Amir truncaron su camino. Ya antes, tenía clarísimo que la marcha por el nuevo proceso, no sería un jardín de rosas. Pero no sólo por la oposición desde adentro, sino también por las actitudes del otro lado, del lado palestino. Cabe suponer que si la respuesta palestina hubiera sido distinta- si su entonces interlocutor Yasser Arafat no hubiese hablado a dos puntas, asegurando a Occidente en inglés que había firmado con Rabin “la paz de los valientes”, como solía decir, mientras seguía apoyando el terrorismo – también la oposición dentro de Israel al acuerdo habría sido menor.

Sea como sea, la polémica sobre el camino político que eligió, era legítima.

Pero no la violencia. No el ataque. No la incitación. No los gritos de “traidor”.

El  asesinato no fue un acto en el vacío. Un fanático actuó solo, pero nutrido de un ambiente determinado que le convenció de que estaba salvando a Israel. Hubo rabinos y líderes políticos que le dieron indirectamente su aval, aún sin saber sus planes…se lo daban al calificar a Rabin de traidor. Todos saben cómo se debe actuar con un traidor.

Eran la minoría…pero demasiado fuertes. Y el público del cual salieron, no se levantó suficientemente airado para frenarlos. ¿No creyeron que se llegaría a tanto? Puede ser….puede ser que con eso se los pueda disculpar.

Pero nadie puede disculpar hoy a los que están hechos de la misma materia que Yigal Amir, aunque no hayan matado todavía a nadie.

Son los energúmenos que incendian mezquitas y encima creen que con ello ayudan a Israel. Los que queman coches de palestinos y les tiran piedras, porque son palestinos. Los que destrozan vehículos militares, de Tzahal, para expresar enojo por un puesto no autorizado desmantelado legalmente. Los que llaman de “nazis” a oficiales que arriesgan sus vidas para protegerlos, porque no les permiten instalarse en tierras que no son de su propiedad. Los que escribieron en la entrada del edificio de una activista de “Paz Ahora” en Jerusalem que “Rabin te espera”…porque no entienden qué significa democracia , ni cuál es la diferencia entre legítima discrepancia y el terrorismo político. Así los llamó el propio Presidente de la Knesset, Parlamento de Israel, Rubi Rivlin, del ala conservadora del partido Likud de gobierno: terroristas.

Y como eso existe, y aunque sea minoritario ya no es cuestión de “un loco suelto” que anda por ahí, es imperioso recordar el asesinato de Itzjak Rabin…porque es parte de una misma cadena.

Su trayectoria fue gigantesca, clave para Israel. Pero aún sin olvidarla, es urgente tener bien grabado en la mente y el corazón, más que nada,  el significado de su asesinato, de lo que fue para la democracia israelí. Su muerte fue llorada por gente de izquierda y de derecha, por gente que concordaba políticamente con él y quien discrepaba, con un claro común denominador: lo lloraron sólo los demócratas, los convencidos de que la única forma de quitar a un Primer Ministro del medio, es yendo a las urnas.

Sigue habiendo hoy gente irresponsable suelta. Sería un error decir que “actúan solos” y que no representan a nadie. Por algo el Ministro de Educación Gideon Saar declaró en un acto recordatorio ayer, con jóvenes israelíes, que los responsables de los actos antes mencionados, son “un tumor cancerígeno en la sociedad israelí”. Y viene del Likud, no del campo político de Rabin. Por eso el ex jefe del Mossad  Efraim Ha Levy  aseguró que esas acciones son “más peligrosas para la sociedad israelí que el plan nuclear de Irán”.

Este quiere destruir a Israel desde afuera. Las acciones de fanáticos irresponsables, lo destruyen desde adentro.

Por eso, la mejor forma de recordar a Rabin – en cuya memoria hay un día oficial de recuerdo en todas las escuelas, liceos y unidades militares – es enseñar el valor supremo de la convivencia democrática y el respeto a la ley. No es imprescindible elogiar su camino político ni los acuerdos que firmó…basta con recordar que su asesinato fue una violación especialmente grave del mandamiento “no matarás” y del voto que el pueblo había depositado en las urnas.

 
Comentarios
jacobo mandelblum

Tal vez sea lamentable la muerte de RABIN
pero de alli a que se pretenda elevar su memoria a alturas increibles, me remito
a la opinion que sobre Rabin, expreso en su libro el General HERZOG…

Y con todo respeto, la pandilla encabezada por el (TODAVIA) Presidente Peres, con «joyas» de la «talla» de BIEILIN, autores de la porqueria de OSLO dire, como en el proverbio en Yiddish, querian orinar y lo sacaron a el como
PUTZ, porque ese fue el papel que le toco lamentablemente desempeniar…

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