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| sábado abril 20, 2024

Farhud: la matanza de judíos en Irak no será olvidada


Zvi Gabay

En junio se cumplen 71 años del “Farhud”, (en árabe significa expropiación violenta), de la matanza de 137 hombres, mujeres y niños.

Los nombres de las víctimas están inscriptos en el Centro de la Herencia del Judaismo Babilónico en Or Yehuda, en donde tendrá lugar una ceremonia en su memoria (17 de junio), por primera vez, contara con la presencia de un destacado representante oficial, el Vicecanciller, Danny Ayalon. Según los historiadores, el número de víctimas asciende a 180, pero algunos quedaron sin ser registrados. Además de los muertos, cientos resultaron heridos, mujeres fueron violadas cruelmente, muchos bienes saqueados y las sinagogas destruidas. Los judíos de Irak recordarán por siempre esa matanza, que rememora la “Noche de los Cristales” en Alemania. Esa matanza, perpetrada a manos de una multitud enardecida en Irak, provocó un profundo quiebre en la confianza de los judíos de Irak hacia su país que, hacia poco, había adquirido su independencia.

Los incidentes contra los judíos de Irak ocurrieron sin ningún motivo. Los judíos que vivieron en Irak durante 2600 años. No le declararon la guerra ni lucharon contra ese país, tal como lo hicieron los árabes palestinos con el establecimiento judío en la Tierra de Israel antes de la creación del Estado y,  tras ello, contra el Estado de Israel.

El mundo escuchó, y sigue escuchando, mucho sobre el dolor que le fuera provocado a los palestinos, bajo el mote de “Nakba”, pero casi nada es oído sobre la desgracia que le fuera provocada a los judíos que vivieron en los países árabes: 

–           Ola de brutales incidentes en Libia (noviembre, 1945), donde 133 judíos fueron asesinados y 400 resultaros heridos.

–           En Adén, Yemen, a pesar de estar bajo dominio británico, 100 judíos fueron asesinados (noviembre, 1947).

–           Incidentes y ataques contra los judíos se sucedieron en todos los países árabes desde que éstos adquirieron su independencia,  en el siglo XX.

A pesar de no ser la historia una competencia de desgracias, cabe destacar  que lo sucedido en los países árabes fue una “limpieza étnica”. Casi que no quedaron judíos en los países árabes. Mientras la “Nakba palestina” es recordada, cada año, y obtiene amplia cobertura en los medios, la tragedia que azotó a los judíos no tiene ecos, a pesar que su dimensión es mayor a la Nekba palestina. El número de los judíos árabes,  obligados a abandonar sus hogares sin nada, llegó a 856.000 (comparado al número de refugiados palestinos que alcanzó a 650.000).

Por motivos desconocidos, Israel no elevó la tragedia de los judíos en su agenda de esclarecimiento ni  política. El mundo mucho escuchó sobre el desamparo que le fuera provocada a los palestinos, pero no oyó,  casi nada,  sobre la desgracia que le fuera provocada a los judíos árabes. El 22 de febrero de 2010, y a partir de una resolución aceptada en el Congreso norteamericano, el tema logró el reconocimiento en Israel con la aprobación de la “Ley de protección de los derechos a compensaciones de los refugiados judíos oriundos de los países árabes e Irán”, determinando que en el marco de la negociación por la paz en el Medio Oriente, se incluiría también el tema de sus indemnizaciones.

Los incidentes contra los judíos ocurrieron, tal como se dice, aún antes de la creación del Estado de Israel, a partir del ascenso al gobierno del régimen nacionalista pro nazi, encabezado por  Rashid Ali al-Ghailani . Ese régimen ejecutó normas de discriminación en áreas de economía, educación y  vida pública. Luego, encendió el fuego de la matanza contra los judíos, siendo su punto culminante, el Farhud de 1941.

La unión entre el nacionalismo xenofóbico y sunita, que no soportaba extranjeros, y el anti-judaísmo, generó la realidad de odio a los judíos. Ese odio obtuvo incentivo y colaboración de parte de elementos nazis y, en especial, el embajador alemán en Bagdad: el Dr. Fritz Grobe y apoyo por parte de líderes pro-religiosos, como Amin al-Housseini, quien huyó de Palestina  del Mandato y encontró en Irak un nido cómodo para su accionar anti-judío.

El clima antijudío que sobrevolaba en Irak, cobró su máxima expresión al colgar al millonario judío Shafiq Hadas en la Plaza de la ciudad de Basra, acompañado por declaraciones antijudías enardecidas, a través de las transmisiones de radio como sobre el escenario de la ONU.

Sin opción, se levantaron los judíos árabes y se desarraigaron de los países con los que colaboraron para su creación y articulación al mundo moderno en áreas de gobierno, economía, medicina, educación, literatura, poesía y música. Los judíos dejaron tras de si  sus propiedades y los bienes de sus antiguas comunidades: escuelas, sinagogas, hospitales, cementerios, monumentos, y más. Los gobiernos de los países árabes asaltaron esos bienes y enriquecieron sus cajas.  Hubo, por supuesto, musulmanes para quienes el ataque a los judíos no fue aceptado. Pero todos callaron. Los judíos funcionaron como el chivo expiatorio en las luchas entre sunitas y chiitas ( tal como en el presente).

Israel se emplaza en el centro de la lucha entre Irak chiita y los países árabes sunitas. Cabe suponer que si esos judíos se hubieran quedado en los países árabes, hubiesen sido útiles a la actual lucha sangrienta en Egipto, Libia, Túnez, Yemen y Siria.

A medida que el tiempo transcurre, se reduce el número de judíos que vivieron en su propia carne la historia de los judíos árabes. Se sabe que en Israel, en donde viven la mayoría de los oriundos de los países árabes, representando la mitad de la población se trabajará a favor del recuerdo de su legado. De otro modo, se apoderará de la juventud la propaganda árabe, que se apoya en la negación de la matanza de los judíos árabes, como otro ejemplo de los negadores de la Shoah.

 Cuanto, oficialmente,  más adelantemos la protección de la tradición y la recordación de las víctimas judeo-árabes reforzaremos nuestra posición nacional e internacional. Así ayudaremos al proceso revolucionario que tiene lugar en el mundo árabe, en especial  entre los intelectuales convencidos que,  en Medio Oriente, ocurrió una catástrofe cuyas víctimas fueron judíos ( y no solo árabes-palestinos). Y, al mismo tiempo, los líderes palestinos deberán dejar de sembrar ilusiones en el corazón de sus pueblos en todo lo referido al “Derecho al Retorno”. La rueda de la historia no retornará.

Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs/ CIDIPAL

 
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