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| jueves abril 25, 2024

Las sanciones contra el petróleo de Irán no son suficientes


Michael Singh

Tuesday, 10 July 2012

Fuente: OPINIONS

Michael Singh es Director de Washington Institute for Near East Policy. Desde 2005 hasta 2008, trabajó en temas de Medio Oriente en el National Security Council.

De manera predecible, las conversaciones “a nivel experto” de la semana pasada, entre Irán y los poderes del mundo, no fueron más fructíferas que las rondas previas, dejando poco optimismo para una resolución negociada para la crisis nuclear, pronta en cualquier momento. Los políticos occidentales, impulsados por su éxito en reducir las exportaciones de petróleo de Irán, parecen contentos por dar a las sanciones más tiempo para que funcionen, con la esperanza que – una vez que Teherán sienta sus efectos – sus negociadores regresen a la mesa, estarán más listos para el compromiso.

La evidencia, sin embargo, sugiere –  que el efecto de las sanciones sobre las exportaciones de petróleo-  no se incrementará con el tiempo.

Primero, los políticos de Occidente tienen a focalizar más en lo que Irán perdió que en lo que retuvo o ganó. Eso está bien para un debate político pero es malo para hacer una política razonable. Es verdad que las exportaciones de petróleo de Irán descendieron  de 2.5 a 1.5 millones  de barriles por día. Pero, ese nivel reducido, es  escaso: Irán es uno de los exportadores petroleros líderes del mundo, que gana billones en divisa fuerte. Y nada sugiere que, la caída en ganancias, haya convertido  el programa nuclear de Irán,  objetivo de la ira de Occidente. Irán está enriqueciendo uranio más rápido y a niveles más altos que nunca antes. Si alguna parte parece sentir una necesidad de compromiso, ésta es el “P5 + 1” (EEUU, Gran Bretaña, China, Francia, Rusia y Alemania), que disminuyeron  las demandas de que Irán detenga, por completo,  el enriquecimiento a favor de solicitar que, solo, lo hagan a bajo nivel.

Más aun, la evidencia histórica no sugiere que, el efecto de las sanciones sobre regímenes, crece con el tiempo. Numerosos ejemplos- incluyendo a Libia de Muammar Gaddafi, a Irak de Saddam Hussein y al actual Corea del Norte- demuestran que esos regímenes son resistentes y pueden mantenerse un largo tiempo frente a las sanciones e, incluso, logran adaptarse o eludirlas. Hay una buena razón para creer que,  los Estados que cumplen de mala gana con las sanciones al petróleo,  no harán mayores reducciones e, incluso,  pueden incrementar las importaciones de petróleo de Irán al recuperarse como actividad económica – y, por tanto,  la demanda de petróleo-. Los datos recientes sugieren que, las adquisiciones chinas de petróleo a Irán,  se incrementaron  a pesar de la caída en el primer trimestre de este año.

De manera que, mientras los políticos esperan que las sanciones al petróleo continúen pagando dividendos, es probable que, el efecto completo, ya se haya afianzado. Si EEUU y sus aliados esperan ver cuál es el caso, el resultado puede ser un periodo prolongado de inacción similar al que siguió la aprobación (junio, 2010)  de la Resolución 1929 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y duró hasta que el Congreso y la Unión Europea aprobaron las sanciones al petróleo,  a fines de 2011. Como cualquier buen pugilista, Washington debería seguir con un duro golpe de sanciones al petróleo con mayor e implacable presión.

Las penalidades  más recientes fueron  tan significativas porque aprovecharon  la dependencia en los ingresos de exportación de petróleo;  una de las vulnerabilidades clave del régimen. Para incrementar, significativamente, la presión, los políticos deberían identificar y aprovechar las otras debilidades del régimen.

Una es el limitado apoyo internacional a Irán. El régimen tiene pocos aliados verdaderos. El más importante es Siria, y los esfuerzos internacionales más audaces para derrocar al régimen de Bashar al Assad debilitarían, considerablemente, la posición de Teherán, de manera que pondría más énfasis sobre la interdicción de armas y la financiación del flujo hacia y desde Irán.

Otra vulnerabilidad clave iraní es el creciente aislamiento interno del régimen. Occidente no debería avergonzarse por cultivar relaciones con los iraníes fuera del angosto círculo, alrededor del líder supremo Ali Khamenei o proveer de apoyo a los disidentes en Irán.

Finalmente, Washington debería reforzar la credibilidad de su amenaza militar. Las recientes medidas, para fortalecer su postura de fuerza en el Golfo Pérsico,  son un buen comienzo.  Deberían  estar acompañados por declaraciones más serias sobre el deseo de EEUU de emplear la fuerza y poner un fin a las declaraciones que exageran las desventajas de una acción militar. Eso es, tal vez,  para cosechar la atención tanto en Teherán como Beijing. Si la alternativa es el conflicto militar en el Golfo Persico, China podría ver más reducciones en sus importaciones de petróleo iraní- que sería el modo más significativo para fortalecer las actuales sanciones- como algo prudente.

Las afirmaciones de los políticos de Occidente que hay tiempo para que las sanciones funcionen son un poco como un maratonista que dice que tiene mucho tiempo para finalizar la carrera. Es posible que haya tiempo, pero el fracaso de la última ronda de conversaciones con el fin de progresar, a pesar de la creciente presión sobre Irán, sugiere que hay un largo camino por recorrer.         

Att. CIDIPAL

 
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