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| jueves abril 18, 2024

Verano Ardiente en Egipto


Zvi Mazel

Jerusalem Center for Public Affairs

El nuevo gobierno de Egipto, encabezado por Hisham Kandil, fue recibido con ira y decepción. Solo la revista del Partido de la Libertad y la Justicia, base del movimiento de Los Hermanos Musulmanes, salió en su defensa. En su horizonte, un enorme desafío: materializar la promesa/proyecto de Mohammed Mursi de iniciar el enfrentamiento con las crisis en las que Egipto está sumergido, agravado desde la caída de Mubarak.

 Mursi se comprometió, en el marco del programa denominado Renovación o Reconstrucción a que,  dentro de los primeros cien días de su entrada a la función,  se sentirían en Egipto los cambios. Mursi requirió 35 días para encontrar un Primer Ministro a quien encargar la meta de conformar un gobierno,  que esté sujeto al movimiento de Los Hermanos Musulmanes,  pero sin sobresalir en la conformación del movimiento.

Mursi estaba comprometido a tomar en cuenta el Consejo Militar Supremo que mantuvo para sí amplias atribuciones,  incluso tras derivarle el poder y también a Estados Unidos que activó presiones por promover la democracia y proteger el acuerdo de paz con Israel. Finalmente, Mursi eligió a Hisham  Kandil, de 50 años, ingeniero que fuera ministro de Recursos Hídricos o en el gobierno anterior, hombre sin experiencia política, económica o directiva, que no parece adecuado para enfrentar las  dificultades de Egipto.

Por otra parte, quedó claro, según ciertas fuentes que, de hecho, es cercano a Los Hermanos Musulmanes. Cuando se le preguntó ¿por qué se deja la barba?, respondió que lo hace por un impulso religioso.

Su gobierno incluye 35 miembros:  6 ministros que pertenecen al movimiento de Los Hermanos Musulmanes y a quienes se les destinaron las carteras importantes para el Movimiento (Educación y Divulgación). El resto, son “tecnócratas”, es decir técnicos en diferentes áreas que según parece, fueron miembros del movimiento en el pasado o son conocidos por su apego religioso. Conforman el gobierno  dos mujeres, una copta y así, esperaba Mursi cumplir su compromiso con respecto a la cuestión de la “igualdad” para mujeres y coptos. Entre los tecnócratas, se encuentran tres ministros destinados a las carteras de Defensa, Exterior e Interior, cuyas designaciones fueron hechas por el Consejo Militar.

El Partido Salafita, segundo en tamaño en el parlamento que se disolvió, decidió boicotear al gobierno, después que se le destinara un solo ministerio (Medio Ambiente) en oposición a las promesas anteriores que se le encomendarían algunas carteras y, entre ellas, la de Culto Público egipcio.

Los Partidos Laicos y de Comunicación recibieron la conformación del gobierno con sorpresa. Esperaban ver un equipo de personalidades públicas y de la Academia, con experiencia, independientes, conocidos por su oposición al régimen anterior y representantes de los diferentes sectores, tal como le prometieran Los Hermanos. En su lugar, obtuvieron un gobierno de gente de segundo grado (a excepción del Ministro de Justicia,  Ahmed Mekki (conocido como luchador a favor de un sistema legal independiente desde la época de Mubarak) y los representantes del Consejo Militar que constituye parte del régimen anterior.

No se trata de un “Gobierno de la Revolución” clamaron los titulares. Se trata de un gobierno camuflado de Los Hermanos Musulmanes. Si alguien tuvo la ilusión, ahora quedó claro que éste gobierno actuará en áreas de la economía, financiera, social y medios a través del “hombre fuerte” del movimiento detrás de bambalinas: Jairat al Shater, quien levantó el imperio económico-financiero de Los Hermanos y fuera  primer candidato para la presidencia, que resultó invalidado.

La política exterior quedó a manos del Consejo Militar así como la responsabilidad sobre las fuerzas de seguridad.

El nuevo gobierno de Egipto inicia su camino en un clima de falta de confianza y duda con respecto a su capacidad de ocuparse de los muchos temas del país. Le quedan aún  dos meses (de los cien días) para manifestar firmeza y eficacia frente a la realidad socio-económica compleja que, si no es tratada, es capaz de deteriorarse hacia incidentes que agraven la situación.

Egipto padece de cortes de electricidad que generan un daño a la producción industrial;  en el suministro de agua y en la vida cotidiana del pequeño ciudadano. Hay falta de gas para cocinar, que  llega a la población por medio de pequeñas garrafas,  como en Israel de los años 50. Egipto, dueña de las reservas de gas más grandes, no logró construir una red de suministro de gas natural a lo largo del país y los habitantes son dependientes de la exportación del gas butano distribuido en garrafas. En las largas colas, bajo el sol arrollador en ésta época de Ayuno del Ramadán, surgen peleas y ya hubo muertos. En las calles, la delincuencia festeja. Abundan los casos de robos y secuestro de niños para rescate. A quien sus recursos le permiten, contrata custodios para acompañar a sus hijos  a la escuela. El ataque a mujeres pasó a ser un fenómeno casi aceptable. La tensión entre musulmanes y coptos continúa. En el pueblo de Dashur, vecino a la ciudad de El Cairo, estalló un enfrentamiento violento entre musulmanes y coptos después que la remera de un musulmán resultara quemada en la lavandería cuyo dueño es un copto. El resultado: un muerto, muchos heridos, bienes coptos incendiados, decenas de familias coptas  obligadas a abandonar sus hogares y huir.

 Los medios acusan a Mursi por negarse a gestionar bajo las limitaciones que le son impuestas.

La situación económica se agrava en el marco de la caída del turismo (primera fuente de moneda extranjera), huida de capitales, deterioro de las reservas de moneda extranjera y huelgas que dañan la importación y exportación. El gobierno reúne con grandes dificultades las sumas enormes requeridas para subsidiar los productos básicos del ciudadano egipcio, ya que por lo menos el 40%  se encuentra por debajo de la línea de pobreza de la ONU: dos dólares por día. Para conseguir ayuda internacional, Egipto deberá exhibir un plan de desarrollo que en parte deberá basarse en eficacia y privatización, o que conducirá a una ampliación del desempleo que ya creció a dimensiones no vistas en el pasado: 25%.

El nuevo Primer Ministro se apura a convocar a los representantes del FMI a fin de dialogar sobre un préstamo de 3.2 mil millones de dólares en condiciones livianas; un préstamo al que Los Hermanos Musulmanes se oponen dado que “estaría destinado a someter a Egipto a las fuerzas extranjeras”.  Ahora, cuando la responsabilidad sobre la economía se encuentra en manos del Movimiento, no tiene opción sino aceptar las condiciones del mercando internacional.

Sobre la crisis económica y el daño a la seguridad personal cabe agregar la incertidumbre a la que se enfrenta Mursi con respecto a sus atribuciones. El Consejo Militar, si bien le transfirió el poder el 30 de junio cabe recordar que, antes, publicó un comunicado legal, de acuerdo al cual, dejó la autoridad sobre la ley en su manos hasta la elección del nuevo parlamento y la supervisión sobre la redacción de la Constitución.  El Consejo mantiene la autoridad de dispersar la comisión de redacción de la Constitución para conformar una nueva. El comunicado legal  impuso a Mursi la atribución de declarar la guerra y el tratamiento de cuestiones vinculadas al ejército (designación de la oficialidad principal y preparación del presupuesto).

 Los Hermanos Musulmanes apelaron la publicación del comunicado legal, pero el Tribunal Superior de la Constitución determinó que el Consejo Militar es quien mantiene la legitimidad y quien cuenta con la autoridad de publicar leyes básicas,  hasta la elección del nuevo parlamento.

Mientras tanto, la comisión de redacción de la Constitución continúa su tarea y,  hasta donde cabe saber por las filtraciones de sus miembros, prepara una Constitución de base islámica que permita, en el futuro,  la vigencia de las leyes de la Sharia Islámica, en forma gradual y somete al ejército al poder civil. Se trata de principios que no son para rédito del Consejo Militar, pero éste no interviene en la actual etapa.  Parece  que,  ante la suposición que la comisión sea declarada  ilegal,  a partir de una demanda presentada al Tribunal Superior de la Constitución, Mursi, por un lado y el Consejo Militar por otro, prefieren luchar a través  del sistema legal. Si éste no decide cabe esperar que la batalla pase a la calle.

En esas condiciones, cuando  la autoridad de legislación se encuentra a manos del Consejo Militar y en ausencia de una Constitución, surge la  gran duda si Mursi podrá materializar su plan y determinar los principios de la nueva política para sacar a Egipto de la crisis socio-económica en la que está inmerso. La política exterior y de seguridad continuarán en manos del Consejo Militar mientras las carpetas de Defensa, Exterior e Interior quedaran en sus manos. El Consejo Militar controla el organismo de inteligencia egipcio a través del cual se lleva a cabo el diálogo con Israel. El diario Al-Masry Al-Youm  publicó el 19 de julio,  una nota detallada proveniente de una fuente interna de Los Hermanos Musulmanes sobre las conversaciones de Hillary Clinton en su visita, de hace unos días,  en El Cairo con Mohammed Mursi y Mohammed Tantawi. Parece que le exigió a Mursi el reconocimiento de la legitimidad de Israel y el compromiso de cuidar el acuerdo de paz. Mursi se negó diciendo que, el reconocimiento de Israel, se opone  a la ideología de su Movimiento. Con respecto al acuerdo de paz, dijo expresiones no comprometedoras. Clinton continuó diciendo que, para cuidar de la paz, Mursi debe encomendar al Consejo Militar las tres carteras mencionadas (y así Los Hermanos Musulmanes no serían quienes mantengan el diálogo con Israel).  Mursi reaccionó expresando que se mantiene una negociación con el Consejo sobre el tema. La noticia fue removida en pocas horas del sitio del diario en Internet, aparentemente después que presentara, en forma negativa, las relaciones entre Egipto y Estados Unidos y las presiones ejercidas sobre Egipto.

El tema de la carta de Mursi a Peres  señala que, el ejército, dictamina los pasos de  Mursi. Se trata de una carta protocolar en la que Mursi agradece a Peres sus saludos por el Mes del Ramadán. La carta de Mursi contiene  dos frases totalmente inesperadas, desde su punto de vista; la  promesa que trabajará por llevar el proceso de paz a su curso, para bien de los países de la región y, en especial, para el bien del pueblo israelí. Esas palabras significan el reconocimiento de Israel, de la legitimidad del pueblo de Israel sobre su tierra y del proceso de paz. Esos conceptos son extraños a Los Hermanos Musulmanes, opuestos a su ideología y es difícil creer que Mursi selló ese documento. Si bien la carta fue transmitida por la embajada de Egipto en Israel al representante de la Residencia Presidencial,  en un telegrama oficial de la embajada, la carta anexada estaba impresa en una hoja blanca sin firma. ¿Será probable que la  fuera redactada y enviada por la Cancillería egipcia, por orden del Consejo Militar y sin el consentimiento de Mursi? Es muy posible.

El verano arde en Egipto. Los vientos soplan y nadie está conforme con la  imagen del nuevo gobierno dividido entre el movimiento de Los Hermanos Musulmanes y el Consejo Militar, que se pulverizan entre ellos sin que nadie pueda distinguir un acuerdo posible ni un nuevo horizonte para Egipto después de la revuelta.

Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs

ATT. CIDIPAL

 
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