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El Dinero por Sí Mismo No Rescatará a La Ribera Occidental


Jonathan S. Tobin

11.01.2013

Como señalé ayer, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, está tratando esta semana de persuadir a los países árabes para obtener dinero. Lamentablemente para Abbas, su actuación de mendigo en las Naciones Unidas, el mes pasado, no lo ha hecho demasiado popular entre los que lo votaron para actualizar su status en el organismo mundial. De hecho la Autoridad Palestina está quebrada. Aunque esta no es la primera vez que la Autoridad Palestina tiene problemas de flujo de efectivo, la escasez actual es especialmente aguda y de suficiente magnitud para generar un severo editorial del New York Times, culpando del problema principalmente a Israel. Pero mientras que Israel ha retenido algunos ingresos fiscales de Abbas, el problema de la Ribera Occidental va mucho más allá de la disputa entre el gobierno de Netanyahu y la Autoridad Palestina.

 El periódico The Times está en lo correcto, nadie está interesado en el colapso de la Autoridad Palestina, pero su pedido de más dinero a Israel, a los Estados Unidos, al mundo árabe y a la comunidad internacional para ser vertida en las arcas de Abbas, hacen perder la referencia hacia donde se dirige la Ribera Occidental. Ningún monto de ayuda externa puede sostener a un gobierno y a una sociedad completamente disfuncional. La cuestión de la insolvencia de la Autoridad Palestina está directamente relacionada con su firme respuesta negativa de hacer la paz. Aunque un gobierno palestino, que no es un caso único, sea necesario para alcanzar la solución de dos estados, en el conflicto del Medio Oriente, la cuestión aquí no es que la Autoridad Palestina sea corrupta e incompetente. Es corrupta e incompetente en gran medida porque la cultura política de la sociedad palestina está todavía más interesada en la perpetuación del conflicto con Israel, que en la construcción de un estado.

Aunque los estados árabes y musulmanes que profesan apoyar a los palestinos hayan hecho poco para ayudarles a lo largo de sus casi 20 años de existencia, la Autoridad Palestina ha recibido enormes sumas de ayuda de Israel, de los Estados Unidos y la comunidad internacional. En su mayor parte este dinero ha sido robado o gastado, las partidas que se derramaron hacia el público palestino fueron gastadas en el apoyo a grupos terroristas o en un esquema de empleo público enorme. Eso hizo poco para desarrollar la economía de la Ribera Occidental, pero ha servido para solidificar la lealtad, primero a Yasser Arafat y luego a su sucesor por ofrecerles puestos de trabajo indemostrables e improductivos.

Como refieren los artículos del periódico The Times, en los recientes años hubo un esfuerzo de parte del Primer Ministro de la Autoridad Palestina, Salam Fayyad, para servir a su pueblo y procurar el desarrollo con un buen gobierno. El problema es que aún lo que estadounidenses e israelíes quieran ayudar a Fayyad, los esfuerzos de éste son todavía una excepción de la regla.

El impopular Fayyad tiene una pequeña influencia real sobre el futuro de la Autoridad Palestina. Él también será marginado si la coalición Fatah-Hamas  alguna vez alcanza la fruición.

Lo que es el dato más importante en el fracaso de la economía de la Ribera Occidental, surge del rechazo de Abbas a conferenciar o hacer la paz con Israel. Si él hubiera concretado la oferta de Ehud Olmert en el 2008, para ejecutar la estructura del estado, las cosas hoy serian muy diferentes. Esto es similar al rechazo de las ofertas de paz de Ehud Barak a Arafat en el 2000 y el 2001. La segunda intifada, que él lanzó arruinó la economía de la Ribera Occidental.

La verdad plena es que no hay ninguna seguridad que el dinero que se pide a los Estados Unidos, Israel o a los europeos hará algo más que continuar ayudando a un régimen fracasado. Podría ser que subvencionar un fracaso aparezca como una alternativa mejor, que el caos que seguiría si la Autoridad Palestina colapsara completamente, pero esta no es la respuesta al problema.

Lo que la Autoridad Palestina necesita no es un folleto, sino un mar de cambio cultural que permitiría que Abbas o un sucesor, concluyeran con  el conflicto y arranquen en el negocio de construir una sociedad estable, que no esté obsesionada con la violencia contra Israel. Mientras esto no pase, los palestinos seguirán siendo mendigos y el público israelí nunca apoyará una retirada, que podría conducir a la Ribera Occidental a convertirse en una lanzadera terrorista, en el mismo camino que tomó Gaza en el 2005.

La bancarrota de la Autoridad Palestina es tanto de orden moral, como del sistema financiero. Hasta que los palestinos y los que como el periódico The Times quieran ayudarlos a comprender esto, toda la ayuda que proseguirán recibiendo será un despilfarro, como lanzar el dinero al agujero de la conejera.

Traducido para Porisrael, por Carlos Alberto Vainberg.

Att. TEU

Difusión: www.porisrael.org

 
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