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| martes abril 23, 2024

Herodes, grande y polémico 2.000 años después de su muerte


Sal Emergui

elmundo.es

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Como la vida del protagonista. Grande y polémica. Así es la exposición que el Museo de Israel dedica al Rey Herodes. El monarca de los judíos, delegado de los romanos y visionario constructor que reinó en Judea durante 33 años (37-4 a.C.). El hombre que hizo todo lo que estaba en sus manos para mantenerse en el poder. Como por ejemplo matar a una de sus 10 mujeres y a tres de sus hijos.

Es la muestra arqueológica más grande y cara en la historia de Israel. «La sala está casi siempre llena. Herodes crea mucha curiosidad porque es fascinante. Tiene todo lo malo y bueno de un ser humano. Tan cruel y al mismo tiempo que ayudó tanto a cierta gente. Él cambió la economía del país con la construcción del puerto, los impuestos, etc… pero también era un dictador que perseguía a los oponentes», explica a ELMUNDO.es la procuradora, la arqueóloga Silvia Rozenberg.

Como imponente fondo, la reproducción de su mausoleo en Herodión (cerca de Belén) y el sarcófago de tono rojizo. Es la última etapa de un itinerario que incluye también la fortaleza de Mesada, el Segundo Templo de Jerusalén, Cesarea, palacios, etc… El Museo se vio obligado a reforzar el suelo para sostener el Mausoleo. Tras tres años de trabajos, incluyendo una detallada faena en el laboratorio, se completó la exposición. «Les dábamos los fragmentos y la idea de lo que tenían que ser», explica Rozenberg que participó en las excavaciones para cooperar posteriormente con los expertos en el laboratorio.

Más de 2.000 años después, el controvertido rey provoca polémica. Si un clásico en el Camp Nou enfrenta a israelíes y palestinos, ¿no lo va hacer un superclásico como Herodes?

La Autoridad Palestina Nacional (ANP) ha denunciado «el uso ilegal» de materiales procedentes de Cisjordania, territorio ocupado por Israel en la guerra del 67. «Todas las búsquedas efectuadas en los territorios ocupados son ilegales. Y cuando no lo hacen, nos impiden hacerlo», acusó la ministra palestina de Turismo y Antigüedades, Roula Maayah. La ANP considera que Israel «viola la ley internacional» al no pedir permiso para excavar en Palestina, que el pasado 29 de noviembre fue declarado Estado observador de la ONU.

Rozenberg responde: «Yo sólo soy arqueóloga especializada en la época herodiana. No me interesa la política. Además de Israel y otros lugares, Herodes efectivamente construye en lo que hoy es Cisjordania. Nosotros tomamos los materiales de las excavaciones, los reconstruimos y trajimos actuando de acuerdo a los Tratados de Oslo que dan derecho a Israel a su custodia».

Herodión se encuentra en la zona cisjordana que Oslo otorga el control israelí hasta que las partes lleguen a un acuerdo definitivo de paz. «Hemos invertido muchísimo en la recuperación y restauración de los objetos. Es una exposición temporal y por tanto serán devueltos en condiciones mil veces mejor que las que estaban», añade. Según ella, «lo más importante es preservarlos y cuidarlos de la mejor forma posible. Yo sé, por ejemplo, que las pinturas que quedaban en el Palacio de Jericó desaparecieron».

En el Museo, sin embargo, prefieren hablar de Herodes. Rozenberg lo hace con tanto detalle que parece un familiar suyo. No sorprende tras décadas estudiando su obra y vida. «Debió de ser una persona sin un minuto de descanso con 10 mujeres, 15 hijos, 20 nietos? todos querían tomar el poder. Por otro lado, el dilema entre los judíos que no le veían realmente como uno de los suyos y las exigencias como gobernante. Era judío y también en cierto aspecto romano. Entendió que Roma dominaba al mundo y que no podía enfrentarse al Imperio».

Rozenberg enseña el cuadro en homenaje a su viejo amigo Ehud Netzer, el arquitecto que entregó su vida a la arqueología y a Herodes. En el 2007, descubrió la tumba de Herodes. La muerte le cazó en el 2010 cuando participaba en la preparación de esta muestra. A los 76 años, acabó siendo víctima de su pasión. Falleció debido a una fatal caída en el yacimiento de Herodión.

«Herodes el Grande: el último viaje del rey» muestra palacios, mosaicos, templos, sarcófagos y puertos pero también su lado más oscuro. Se leen citas como «era un luchador y muy fuerte físicamente» junto a otras menos elogiosas como la de Augusto: «Mejor ser su cerdo que su hijo».

 
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