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| jueves marzo 28, 2024

Parasha Pekude-Shekalim


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Parasha Pekude-Shekalim

Tras hacer un recuento del oro, la plata y el cobre recibidos como donación por parte de los Hijos de Israel, comienzan las obras de construcción del Santuario y de sus utensilios.

También son confeccionadas las ocho vestiduras sacerdotales.

Finalmente todos los elementos son traídos a Moshé y el Santuario es erigido y consagrado por Moshé mediante el aceite elaborado especialmente para la ocasión.

Con ese mismo aceite son ungidos Aarón y sus cuatro hijos para servir como sacerdotes.

La Divina Presencia desciende sobre el Santuario en forma de nube y permanece en él durante todo el tiempo que los judíos peregrinaron por el desierto.

CUENTAS CLARAS

La Parashá de esta semana comienza con un recuento de los materiales donados por los Hijos de Israel para la construcción del Santuario. Hasta el último gramo de metal, hasta la última hebra de tejido, de todo rindió cuenta Moshé. No debía quedar ninguna duda de de que todo había sido empleado en la obra. Que lindo sería que muchos siguieran el ejemplo de Moshé en estos tiempos en que la corrupción es moneda corriente.

DOS MEDIOS HACEN UN TODO

 

Este Shabat se lee la primera de las cuatro Parshiot anteriores a Pesaj: Parashá Shekalim. En ella se da cuenta del mandamiento de donar medio shekel por cada hombre entre 20 y 60 años. En el desierto ese medio shekel fue utilizado para construir los basamentos de las columnas del Mishkan. Ya en la Tierra de Israel se utilizaba para la compra de los sacrificios comunitarios. Nadie podía dar más o menos de medio shekel. Es que un judío solo es sólo medio judío, con el otro medio de su prójimo hace un todo.

Uno y todos

Todos somos parte de esta gran empresa

Por Tali Loewenthal

 

Una gran empresa llega a su exitosa conclusión en la Parashá Pekudei. El Santuario es completado por Moisés y los Hijos de Israel.

Este hermoso prototipo del Templo fue construido por todos. El artista líder, artesano y arquitecto fue Betzalel, pero todos los demás ayudaron. La Torá menciona a los hombres y las mujeres, con especial énfasis en la habilidad y arte de las mujeres; los Sabios agregan que también los niños tomaron parte.

Veamos esto con los ojos de cada individuo. Cada persona sintió que por el hecho de que él o ella estaban tomando parte en la construcción del Santuario, cualquiera que haya sido su contribución individual, toda la estructura fue construida. Es verdad que sin los otros cientos de miles de personas que tomaron parte, el Santuario no habría sido completado. No obstante, cada persona sintió que había tenido éxito en convertir en realidad el Santuario todo.

Los Sabios nos dicen que al final del trabajo, Moisés dio una bendición: “Que Di-s nos conceda que Su Divina Presencia more en la obra de sus manos”. El Santuario es llamado “la obra de sus manos”, aplicado a toda la nación colectivamente y también a cada persona individualmente.

¿Cómo toma un individuo esta sensación de logro, no sólo en la pequeña parte que ha creado, sino en el todo? El Lubavitcher Rebe sugiere: Cuando la participación de uno es al máximo de la propia capacidad para cumplir con las expectativas Divinas. Deben hacer lo máximo, no importa si es mucho o poco, entonces justificadamente podrán sentir que toda la estructura sagrada es el producto de sus esfuerzos.

Esta idea acerca del papel del individuo se aplica no sólo a la construcción del Santuario hace miles de años, sino a todos los emprendimientos colectivos de hoy como pueblo judío. Hay grandes tareas que nos enfrentan. No sólo necesitamos “preservar” el judaísmo; nosotros, el pueblo judío, actuando unido, debemos traernos y traer al mundo a la próxima etapa de la historia.

Esta es una tarea que nos involucra a todos. Sin embargo, siguiendo la lógica aplicada al Santuario, si cada uno de nosotros da “todo”, cada uno puede sentir que la tarea total es nuestro logro particular e individual. ¡Está en nuestras manos! (Extraído de www.es.chabad.org)

La Computadora de Moisés

Por Tzvi Freeman

 

Esto sucedió a principios de los sesenta, cuando las primeras computadoras centrales estaban siendo introducidas en el mercado. El profesor Abraham Polichenco, un pionero en la tecnología de la computación, visitó al Rebe de Lubavitch y le planteó una pregunta:

“Yo sé que todo lo que existe en el mundo, incluso lo que se va descubriendo a medida que avanzamos en la historia, tiene su origen en alguna parte de la Torá. ¿Y donde aparecen las computadoras en la Torá?

Sin dudar, el Rebe contestó: “los tefilín”.

El profesor quedó perplejo.

“¿Y, qué es lo novedoso que presenta una computadora?” siguió diciendo el Rebe. “Entrás en una habitación y ves muchas máquinas que te resultan familiares: una máquina de escribir, un grabador de gran tamaño, un aparato de televisión, una perforadora, una calculadora. ¿Qué es lo nuevo? ”

“Pero, debajo del piso, hay cables conectando a todas las máquinas para que trabajen como una sola.”

El profesor asintió con entusiasmo. Hasta ese momento no se había dado cuenta, pero sí, esto es todo lo que es una computadora: “una síntesis de dispositivos de los medios de comunicación y del procesamiento (de datos)”.

“Ahora obsérvate a ti mismo. Tienes un cerebro. Éste se halla en un mundo. Tu corazón se encuentra en otro. Y, a menudo, tus manos terminan involucradas en algo que es completamente ajeno a ambos mundos. Tres máquinas diferentes.”

“Y te colocas los tefilín. Es la primera acción del día, conectas tu cabeza, tu corazón y tu mano con estos cables de cuero para que trabajen al unísono como si fueran una única entidad. Y después, cuando sales a enfrentar al mundo, todas tus acciones encuentran armonía en un objetivo único y coordinado.” (Extraído de www.es.chabad.org)

EN MEMORIA DEL INGENIERO ABRAHAM IOSEF BEN MIJAEL DAVID POLICHENCO Z´´L, A QUIEN EL REBE LLAMARA “MI JASID EN LA ARGENTINA”

 

https://www.facebook.com/groups/446798878780085/

 

 
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