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| miércoles abril 24, 2024

La suerte de los fanáticos


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La palabra fanático procede del latín fanum, templo, santuario, de donde el fanaticus era algo así como el guardián del templo, el fiel de su dios. Pero, y por esos azares del destino y las superposiciones lingüísticas, existe una palabra árabe de raíz semejante: fanaa, extinción, eliminación del ego y entrega total a Dios, vocablo que viene a sumarse al de raíz indoeuropea para que tengamos una idea aproximada de lo que es un fanático: alguien que, como un zombie, es un muerto en vida, un irresponsable total de sus actos arrojado a la nada metafísica de su creencia con una fe ciega e indiferente al pensamiento del prójimo. Un fanático está dispuesto a todo, ni qué decir al suicidio y a la muerte de quienes le sirven como escudos humanos. Por ejemplo, Ismail Haniyeh, recién salido de las catacumbas de su pánico y lustroso como una barracuda, un tipo tan fanático y ciego que festeja su triunfo de cobarde en medio de las ruinas de su pueblo, obligando a todos al aplauso general. Pero no es un fanático cualquiera, como los talibanes y los soldados a sueldo del IS, es un fanático millonario, que piensa antes en sus bolsillos que en el hambre de los suyos.

Ahora bien, reconozcámoslo: los fanáticos son gentes de suerte. Enfrentados a los tibios de conciencia dubitativa, frente a las buenas personas de toda la vida que creen en la justicia, el diálogo y la equidad, los fanáticos tienen ventaja. No creen en nada de eso. Su neurosis obsesiva los galvaniza contra cualquier exterioridad a su cráneo de corcho y cemento de túnel. Carecen de compasión y de empatía, prisioneros como están de la idea fija. Frente al fanático todo muro es poroso y todo acuerdo puede violarse en cualquier momento porque así lo determina, en este caso, su Alláh. Ni que decir tiene que también hay fanáticos del lado judío, y el cielo nos libre de que superen en poder a los demócratas laicos u observantes no tan fieros, pues en ese caso estaríamos ante una versión mosaica de Irán, en donde sabemos muy bien lo que pasa: todo el mundo a callar y a obedecer, las mujeres sobre todo. Policía para el cuerpo y para el alma, grisura mental, mediocridad entronizada, ni críticas ni risas.

Los fanáticos llevan siempre las de ganar cuando se trata de la guerra, pero sólo por un tiempo, hasta que sus víctimas comienzan a despertar del falso sueño de la bondad humana y emprenden la defensa. Lo estamos viendo suceder ante nuestros propios ojos, bajo las órdenes de un bueno dudoso, hamletiano: Obama, el Sr. Barack, quien confesó lo que jamás debe decir un líder, que no tenía estrategia. Ocurre que a los fanáticos se los debe combatir con sus mismas armas, entre ellas una determinación inflexible y el sentimiento inequívoco de que la razón está de nuestro lado. Digo nuestro porque no estamos en Irak o en Siria, países ya descuartizados por los fanáticos, sino en la aún lozana y festiva Europa, cuyos esfuerzos por vivir una pluralidad sin complejos no sólo son loables sino imprescindibles dada la variedad y complejidad del mundo. Fueron fanáticos los musulmanes que destruyeron la Biblioteca de Alejandría y fanáticos los que volaron con dinamita los budas gigantes de Bamiyán, fueron fanáticos los almohades que entraron a España en el siglo XII y son fanáticos los líderes de Hamás como el mencionado barracuda, Ismail Haniyeh y su séquito de pirañas. Ismail Haniyeh, el de los días contados.

Para Israel, una de las más recientes lecciones de la guerra en Gaza es que hay que cortar la cabeza de la serpiente mientras le hacemos creer que nos dedicamos a su cola. Sólo si se va directamente al veneno y se lo suprime lo mortal se vuelve inofensivo.

 
Comentarios

El gran Albert Einstein, afirmaba temer mucho mas, la tibieza o indiferencia de los «justos» que la maldad de los perversos, al asociar a ellas, los efectos provocados por parte de estos últimos …
Las democracias garantistas que brindan acogida, voz y vóto a muchos de esos fanaticos que en su seno crecen desaforadamente , se convierten sin saberlo en las peores enemigas para su própia supervivencia como tales, a partir del momento que ceden terreno ante el embáte de aquellos que valiendose de ellas, pretenden destruirlas, a fin de instaurar en su lugar regimenes islamistas en los que impére como única referencia «legal», la sharya (ley islámica) …
Cuando de defender principios, libertades y derechos es cuestion, nunca deberian tenerse en cuenta determinados «particularismos» ni manifestarse complejos a todas luces perjudiciales …
Las leyes nos vinculan a todos sin exepcion, y como tal deben ser aceptadas y puestas en práctica…

Si de fanatismo hablamos, los ortodoxos judios no se quedan atras, se asemejan mucho a otros religiosos fanaticos, y tienen las mismas reacciones.-

Aceptando y reconociendo que todos los extremismos son de por si malos, considero justo disociar la ortodóxia judia, del fanatismo islamico, por alusiones al comentario que precede este ultimo
Entre el judaismo ultraortodóxo no rige la pena de muerte, para aquellos que vulneran ciertas reglas, ni tampoco las mutilaciones, latigazos, o linchamientos públicos,a diferencia de lo que sucede entre islámicos de tendencia salafista …
El judaismo no es prosélito, ni pretende extender sus domínios por el mundo de manera hegemónica y coarcitíva , como si ocurre en el ámbito musulman … la lapidacion ha sido abolida en su seno, y el terrorismo no es contemplado en ningun caso, como instrumento de «persuacion» para captar o en su defecto castigar a quienes no participen de su credo … los gentiles no son tenidos por «infieles» a los que es imperativo convertir, si es preciso por la fuerza, o en su caso combatir hasta el exterminio … Jerusalen y la tierra secular de Israel, constituye su única referencia histórica y espiritual, en contraste con la doctrina propagada por los imanes, segun la cual, la tierra toda debe ser conquistada para el islam, al tratarse éste, de un «pátria espiritual» que no conoce limites geograficos o culturales …
Y asi podriamos seguir enumerando «diferencias» a cual mas llamativa entre «ésto» y «aquello» que invalidan de facto, cualquier tipo de comparacion o similitud, que alguno (los menos informados) se atreva a establecer …
Shalom

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