Por Israel


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| miércoles abril 24, 2024

Hace 70 años…


Decimos 70 años…, y las mentiras se ciñen sobre las verdades que defendemos. Israel Winicki odia la hipocresía. Yo igual. Tenemos países que hoy acompañan y llevan a cabo eventos y conmemoraciones, pero en su día no fue igual.

Efectivamente se llevan a cabo celebraciones de todo tipo pero, a pesar del ornato, sí deben seguir adelante, continuando la idea de Primo Leví. Pero ese grito no sólo pertenece a las instituciones o los países. Ese grito viene del ser humano. Consiste en seguir adelante en silencio o con ruido permitiendo que nadie se olvide de lo que significa. 70 años son muchos y las generaciones más jóvenes no se acuerdan bien qué es lo que pasó (o incluso casi no lo conocen). Sería como decía León Felipe a las plañideras: «Gritad bajito».

Debemos recordar, ya en las palabras de Primo Leví, que “no podemos comprender la locura pero podemos y debemos comprender donde nace y estar en guardia. Por ello meditar sobre lo que pasó es deber de todos”.

Resulta complejo entender esos momentos de recuerdo y la vigilancia a la que nos vemos sometidos al ir, incluso, a la sinagoga. Lo cierto es que mucha gente, en todas partes y en mucho, les sirve cualquier motivo para enfrentar su acción, irracional, contra lo judío, sea del tipo que sea. Actos que, ciertamente, no es contestable ni entendible desde esas maravillosas, por poner un ejemplo, Declaraciones de Derechos Humanos.

Ese islamismo radical o ese grupo de Hamas, v.g., que reza en su constitución la destrucción del pueblo Judío, tienen sus razones para abandonar toda posibilidad de hacerse seres humanos. Es justo lo contrario de lo que expresaba Yajub Roty cuando afirmaba sin demora que aquel que niega a Dios niega la verdad esencial, y no es por consiguiente más que un ser en estado de ignorancia y no un hombre en pleno sentido del término, siendo los musulmanes los únicos humanos plenamente. Ciertamente, afirmar eso es una barbaridad. Muy al contrario, aseverar la negación de la vida como lo hacen esos grupos es lo que les puede hacer menos seres humanos.

Todos queremos vivir en Paz. Todos queremos que no nos perturbe la violencia. Pero, siguiendo lo señalado por Profesora Claude Benoit, existe silencio, y ante el también existe acción y, sobre todo, omisión. Difícilmente encontramos reacciones sustanciales. Francia se ha levantado ante la barbarie, pero mucha Francia, mucha España… no se han despertado bien ante las acciones antisemitas, antijudías o antisionistas, como lo quieran llamar, y de algún modo ese silencio legitima las nuevas acciones contra el pueblo Judío.

Señalaba Canto Sperber el hecho de que no cabe «alimentar la idea de una legitimidad de los desgraciados capaz de excusarlo todo». No cabe excusar lo que se enfrenta contra la vida. Pero ahora no estamos hablando sólo de esas minorías sino de acciones conjuntas y organizadas, que retornan a la historia, a la triste historia.

Recordamos 70 años y el mundo es capaz, a pesar del recuerdo, de olvidar. Un mundo de personas olvidadizas que nacen o se desarrollan enfermas y lejanas de la vida sincera y plena. Esa que hace feliz sin estar amamantada por el rencor y la soberbia.

Fanáticos, revolucionarios violentos… Decía Primo Leví que «los monstruos exigen pero son demasiados poco numerosos para ser verdaderamente peligrosos; los que son realmente peligrosos son los hombres comunes». Estaremos de guardia ante tanta locura, pero los fanáticos no son sólo los que deben preocuparnos; no son sólo los que atacan los principios esenciales. Son, y mucho, el ‘común silencioso’ que puede cambiar su ser en el arte de ‘doctor Jekyll y mister Hyde’ y convertirse en lo que nunca creyó que sería.

Dice Ahmed Rashid que debemos estar ante la sharia, toda la sharía y nada más que la sharía. Digo yo si será capaz de entender que estamos ante la vida, toda la vida y nada más que la vida. Esto no es sólo para Rashid, es para todo el Mundo. No se trata sólo de un recuerdo. Si se queda en un recuerdo será un pasado perdido. Es un hecho vital que está presente y que debe elevar nuestros actos para que no vuelva a ser ni siquiera un borrador. Lo malo es que tengo la sensación de que el Mundo no se está enterando bien. Se le ha olvidado gritar la verdad.

 
Comentarios

El rechazo a cualquier tipo de violencia (física, verbal o intelectual) debe surgir del sentimiento de indignacion que ésta es llamada a inspirar en cada uno de nosotros, y no del mimetismo que consiste alinearse en favor o en contra de una corriente determinada, en funccion de unas «ideas compartidas» o de unos eslogans asumidos como própios …
En tanto no rechacemos de plano la imposicion por la fuerza, de una doctrina (religiosa, ideologica o de cualquier otra indole) la negacion de la dignidad humana, y los derechos que le son consubstanciales, la libertad de pensar y decidir, el respeto por la diversidad y la singularidad, la capacidad de asumirse individualmente, y por encima de todo, el valor de la vida (própia y ajena) el peligro que hoy como ayer sigue acechandonos, no remitirá, permanecerá latente bajo las mas diversas apariencias, antaño sometido a las botas de los SS, en nuestros dias, a las incendiarias soflamas de los imanes, que incitan a sus fieles a aniquilar los restos de la civilizacion que nos hemos dado, y parecemos remisos a defender ante ellos, pese a las razones morales que nos asisten, y a las consecuencias que tal renuencia por nuestra parte nos acarreará, y de cuyo «anticipo», estamos todos sobreavisados …

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