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| miércoles abril 24, 2024

Parashá Tetzavé-Zajor


Di-s dice a Moshe que reciba de los Hijos de Israel aceite de oliva puro para la “llama eterna” de la Menorá que Aarón deberá encender todos los días, “desde la tarde hasta la mañana”.

Son descriptas las ropas sacerdotales que deberán ser vestidas por los Cohaním (sacerdotes) mientras realizan su servicio en el Santuario. Todos los Cohaním vestían: 1) ketonet – una túnica larga de lino; 2) mijnasaim – pantalones de lino; 3) mitznefet o migbaat – un turbante de lino; 4) avnet – un cinturón largo alrededor de las caderas.

Además, el Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) vestía: 5) efod – una especie de delantal hecho de lana teñida de colores azul, púrpura y rojo, lino e hilo de oro; 6) joshen – una placa que iba pegada al pecho, donde había incrustadas doce piedras preciosas grabadas con los nombres de las doce tribus de Israel; 7) meil – una túnica de lana azul con campanas y granadas de oro en su borde inferior; 8) tzitz – una placa de oro que se colocaba en la frente, con la inscripción “Santo para Di-s”.

Esta sección también incluye las instrucciones detalladas de Di-s para los siete días de iniciación de Aarón y sus cuatro hijos – Nadav, Avihú, Elazar e Itamar – en el sacerdocio, y para la confección del Altar de Oro donde el ketoret (incienso) era quemado.

BOCA Y CORAZON

 “Y el pectoral no se moverá del efod” (Éxodo 28:28)

Hay una prohibición expresa de separar el joshen (pectoral) del efod, ¿por qué? El joshen estaba apoyado en el pecho, sobre el corazón del Sacerdote. La palabra efod equivale numéricamente a 85, el mismo valor de la palabra Pe (boca). Con esto la Torá nos enseña que la boca y el corazón deben ir juntos. El decir cosas que no queremos decir, o sentir lo contrario de lo que afirmamos va en contra de la ley de la Torá.

En síntesis, ser “Ejad bepe veejad belev —una sola boca y un solo corazón”

Una llamada para el sacerdote

Por Itzjak Meir Kagan

En la Parashá Tetzavé leemos como los Sacerdotes («Cohanim») fueron consagrados para servir en el Santuario. Los Sacerdotes fueron seleccionados por Di-s para cubrir una posición sagrada, requiriéndose de ellos que estuvieran en un nivel más alto de santidad que el resto del pueblo. Pero sobre y por encima de ellos, estaba el Sumo Sacerdote («Cohen Gadol»), quien ocupaba una posición de santidad aun más grande.

Con respecto a las necesidades del Sumo Sacerdote, la Torá específicamente ordena a sus hermanos sacerdotes que lo mantengan y lo eleven. Esto es algo sorprendente; parecería que la Torá debía exhortar a todo Israel, la persona simple como también el cohen, que prestaran apoyo al Sumo Sacerdote. Pero acá un extraño fenómeno se hace evidente. Cuando se trata de ayudar al Sumo Sacerdote, los justos, ustedes pueden pensar que nuestros funcionarios religiosos, etc., debían ser los primeros en prestar su ayuda. Si alguien necesita persuasión —seguramente sería el pueblo simple.

En realidad lo contrario es cierto. La persona ordinaria no necesita orden. El recaudador de fondos se acerca a él: «Escucha, el Sumo Sacerdote necesita ayuda. ¿Te gustaría participar de esta mitzvá? ¿Te ocuparás de que todos tus amigos y conocidos también participen?» Nunca se le ocurrirá a la persona ordinaria correr al rabí y preguntar qué está escrito acerca de esto en el Código Legal de la Torá.

Por el contrario, temería el poder perder la preciosa oportunidad, la mitzvá de participar en ayudar al Sumo Sacerdote. El hombre simple sabe que Di-s no abandona a los justos, así que el Sumo Sacerdote seguramente recibirá todo lo que necesita del Todopoderoso finalmente. Pero Di-s puede «canalizar» Su benevolencia a través de otro y él puede perder la mitzvá. En consecuencia, el atrapa la oportunidad, da tanto como puede, e influencia a otros para participar —así el apoyo y elevación del Sumo Sacerdote vendrá a través de sus esfuerzos.

Cuando se aproxima a un «sacerdote», sin embargo, la respuesta puede ser de alguna forma diferente: «¿Por qué vienes a mi? Soy un cohen, no una persona ordinaria; se cuales son mis deberes; da a otros la oportunidad de esta mitzvá». O puede decir «¿Me estás pidiendo que me ocupe de mantener al Sumo Sacerdote? ¿No sabes que tengo la responsabilidad de llevar a cabo el servicio en el Santuario? Pregúntale al Sumo Sacerdote mismo, él te dirá qué es más importante. ¡Si me ocupo de mantener al Sumo Sacerdote todo el servicio del Santuario colapsará! Lo que el código judío de preceptos y las autoridades legales de la Torá dicen acerca de esto debe ser profundamente investigado».

La Torá previene esta actitud ordenando expresamente a los sacerdotes, los funcionarios, que apoyen y eleven al Sumo Sacerdote (Y a veces, ¡aún la insistencia de la Torá no ayuda!) (www.es.chabad.org)

¿Quien Necesita Antisemitas?

Por Yossy Goldman

Ha sido llamado «el odio más largo del mundo». Continúa asomando su horrible cabeza en todos los países y continentes. Tanto si se manifiesta como la más baja intolerancia o la sarcástica sutileza de la capa superior, el antisemitismo es un hecho de la vida. Por supuesto que todos deseamos que desaparezca. Hasta tenemos motivos para esperar que después de Auschwitz lo haga. ¿Quién de nosotros no desea sentirse aceptado y apreciado? Pero hay un fuerte argumento que sugiere que, de una manera perversa, el antisemitismo ha sido bueno para los judíos. El filósofo francés Jean Paúl Sartre, lo señala en su libro Antisemita y Judío. Sin los constantes recordatorios y amenazas a nuestra existencia, nosotros, los judíos nos habríamos sumergido en un pacífico y pasivo estado de amnesia nacional. Seguros en nuestras cómodas zonas, habríamos perdido mucho de nuestra identidad única. La historia registra que bajo regímenes que nos han perseguido, permanecimos firmemente judíos, mientras que bajo formas de gobierno más ilustrado y liberal, adoptamos gradualmente una cultura bienvenida pero dominante, abandonando mucho de lo nuestro. En los años 70, cuando trabajaba con estudiantes universitarios judíos, luchábamos para irrumpir a través de un muro de fría indiferencia hacia el judaísmo. Era tan frustrante que mis colegas y yo hasta consideramos el ir al campus en plena noche para pintar algunas svásticas en el edificio de la Unión de Estudiantes con la esperanza de que los sacudiera de su apatía. Por supuesto que no lo hicimos, pero confieso que era muy tentador.

Hacia el final de la parashá de esta semana leemos el mandamiento de recordar el ataque sin provocación por parte de la nación de Amalek contra los israelitas cuando éstos abandonaron Egipto. El mandamiento viene en la forma de la palabra zajor —»Recuerda» —al comienzo de la sección. Las últimas palabras son lo tishkaj —»no olvides». ¿Para qué necesitamos ambas expresiones? ¿Y qué diferencia hay entre recordar y no olvidar? Seguro que una es superflua. Los comentaristas sugieren que «recuerda» es un mandamiento para el pueblo judío, mientras que «no olvides» parece ser una predicción —es decir, ¡ellos no te permitirán olvidar! Si alguna vez te deslizas hacia un falso sentido de seguridad y olvidas tu judaísmo, los antisemitas del mundo estarán ahí para recordarte quién eres, «un pueblo que mora solo» (Números 23:9). Todo tiene un propósito en la creación. No hay nada superfluo en el mundo de Di-s. ¿Cuál es el propósito de un antisemita? Justamente eso — ¡Recordar a los judíos que son judíos!

¿Pero para qué esperar a que los amalequitas del este mundo nos lo recuerden? ¿Queremos o necesitamos sus burlas? Más bien seamos activamente judíos, positivamente judíos y judaicamente positivos. Ustedes pueden cantar la vieja canción en idish de una de dos maneras. Puede ser Oy, es iz gut tzu zein a id («Oy, es bueno ser judío…») o Oy, es iz shver tzu zein a id («Oy, es difícil ser judío…»). Hay un millón de buenos motivos, motivos positivos para ser orgullosamente judíos. Si hace sesenta años ser judío significaba una sentencia de muerte, hoy es una sentencia de vida, prometiendo una vida significativa y bendecida. Y cuando decidimos vivir vidas judías orgullosas y comprometidas, hacemos un fascinante descubrimiento; cuando nos respetamos a nosotros mismos, el mundo también nos respeta. Y eso se aplica más allá, desde el individuo judío a la comunidad judía colectiva. El judaísmo es una bendición, no una carga. Debemos mantenernos firmes con nuestra herencia. Es un distintivo de honor para usar con noble orgullo. Si no sabe por qué, vaya y estudie, pero este es otro sermón. (www.es.chabad.org)

 
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