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| viernes marzo 29, 2024

La Parashá De La Semana: Behar


En el Monte Sinaí, Di-s le comunica a Moshe las leyes del año sabático. Cada séptimo año todo el trabajo en la tierra debe cesar, y su producto debe ser dejado libre para que lo tomen todos, tanto seres humanos como animales.

Siete ciclos sabáticos son seguidos por un quincuagésimo año, el año de jubileo, en el cual también cesa el trabajo en la tierra, todos los sirvientes son enviados libres y las propiedades ancestrales en la Tierra Santa vuelven a la posesión de sus propietarios originales.

Behar también contiene leyes adicionales que gobiernan la venta de tierras, y las prohibiciones contra el fraude y la usura.

¿DE QUIEN ES LA TIERRA?

El concepto de venta de la tierra que aparece en la Torá no tiene nada en común con lo que nosotros conocemos como una operación de compra-venta.

En realidad el comprador compraba y el vendedor vendía… cosechas. Se calculaba el producto anual del campo y eso marcaba el precio, pudiendo el comprador recuperar su propiedad mediante el pago de la diferencia entre las cosechas ya obtenidas y las cosechas futuras.

Generalmente la venta se efectuaba en caso de necesidad, y el propietario original, en el año del jubileo recuperaba su campo gratuitamente.

¿Cuál era el motivo de este procedimiento? La respuesta la encontramos en el Libro de Salmos (115:16): “Los cielos son de Di-s y la tierra la dio al hombre”. La tierra fue dada al hombre para que la trabaje y viva de su producto, pero sigue siendo propiedad del Creador, Quien en cierto modo nos la da en arriendo para sustentarnos, pero sigue siendo el verdadero y único propietario de la misma.

La historia del montañismo desde Moshé hasta nuestros días…

Por Yanki Tauber

De acuerdo a la Enciclopedia Británica, el deporte de montañismo nació en el año 1760, cuando un joven científico genovés, Horace Benedict de Saussure, ofreció un dinero, como premio a la primera persona que logre alcanzar la cima del Monte Blanco, el pico más alto de Europa.

Sospecho, sin embargo, que esto comenzó mucho antes. Algo me dice que desde que han existido humanos y montañas, los humanos han escalado las montañas. No sólo por un propósito «útil», sino también por deporte, por el desafío que esto encierra, por ninguna razón -como lo expresó un alpinista- porque «están allí». O quizás porque nosotros estamos aquí, bien abajo, y deseamos estar en un lugar más alto.

Consideremos el caso de Moshé. Admitámoslo, el Monte Sinaí no es el Everest. Pero recordemos que Moshé tenía 80 años en ese momento. Recordemos, además lo hacía en nombre de 600.000 personas (600.000 judíos, lo que significa que debía enfrentarse a 600.000 opiniones sobre qué ruta le convenía tomar, qué equipo era el adecuado para usar, etc; de hecho Moshé debió construir un cerco alrededor de la montaña para retenerlos y que no suban por sí mismos).

Pero podemos decir que la escalada de Moshé, no fue por el desafío, sino para un propósito específico: Recibir la Torá. En realidad, Di-s estaba descendiendo de todos modos a la tierra -una infinita cantidad de años luz. Seguramente Él podía bajar unos miles de metros más, en lugar de que un sabio octogenario deba escalar la montaña. También, es cierto, podría haber programado la Torá directamente en nuestros cerebros, junto con todo el material que aparecería después, en lugar de grabarla en dos piedras para que luego la estudiemos y descifremos.

Pero, Di-s quería decirnos: Si, es cierto, ustedes están tan abajo, y Yo estoy tan arriba, que nunca lo lograrán por ustedes mismos. La única manera de que exista algo eterno, infinito o verdadero en vuestras vidas es si Yo bajo a ustedes. Pero si Yo desciendo, todo lo que Les dé no tendrá sentido -al igual que vuestra propia existencia, pues nacerían con ello y no harían ningún esfuerzo por alcanzarlo.

Entonces, dice Di-s, Haré las montañas. Montañas que probarán vuestras habilidades, que consumirán cada ápice de vuestra energía y determinación. Montañas tan altas, que requerirán un esfuerzo sobre-humano de vuestra parte para alcanzar sus picos.

Y cuando los alcancen… Estaré allí esperándolos. (www.es.chabad.org)

Lag Baomer

El día de Rabí Shimon Bar Iojai

Lag BaOmer, el día 33 de la Cuenta del Omer es un día festivo en el calendario judío, celebrado con excursiones (en las cuáles tradicionalmente los niños juegan con el arco y flecha), hogueras etc. Muchos visitan la tumba en Miron, al norte de Israel del  gran Rabí  Shimon bar Iojai, el sabio y místico, cuyo Iortzait (aniversario del fallecimiento) es en este día.

Rabi Shimon bar Iojai, que vivió en el  siglo II de la era común, fue el primero en enseñar públicamente, la dimensión mística de la Tora conocida como la “Cábala,” y es el autor del libro mas importante de la  Cábala, el Zohar. En el día de su fallecimiento, Rabi Shimon ordenó a sus discípulos que recordaran esa fecha como “el día de mi alegría” El Jasidut explica que el último día de la vida terrenal de una persona santa, marca el punto en el cual “todos sus hechos, sus enseñanzas y labor” alcanzan la perfección y el cenit de su impacto sobre nuestras vidas. Cada Lag BaOmer celebramos la vida del Rabi Shimon y la revelación la parte esotérica de la Tora

Lag BaOmer también conmemora otro acontecimiento feliz. El Talmud relata que en las semanas entre Pesaj y Shavuot una plaga se propagó entre los discípulos del gran sabio Rabi Akiva “porque no actuaban respetuosamente uno hacia al otro «; estas semanas por lo tanto se observan como período de luto, con las varias actividades felices prohibidas por la ley y la costumbre. En Lag BaOmer la muerte ceso. Así que este día también posee el concepto de Ahavat Israel, el precepto de amor y respeto al prójimo. (www.es.chabad.org)

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