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| viernes marzo 29, 2024

Debatir Contra BDS – y Ganar


 

[Alan Dershowitz en Oxford Union. (Fuente de la imagen: Embajada de Israel en Londres)]

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Cuando fui invitado a debatir a favor de la moción «¿Es BDS Incorrecto?» en la Oxford Union, estaba totalmente convencido de perder la votación de los 250 o más estudiantes y profesores que son miembros de la sociedad de debates más antigua del mundo. «Israel siempre pierde en Oxford», me habían advertido los colegas que habían debatido otras cuestiones relacionadas con Israel. No obstante, decidí participar, con la esperanza de cambiar algunas mentes.

Propuse como mi oponente a Omar Barghouti, nacido en Qatar, educado en Israel, cofundador y portavoz del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), pero se negó a debatir conmigo.

La Unión seleccionó a Noura Erekat, una abogada palestina-estadounidense de derechos humanos, que es una franca partidaria del BDS.

Cuando se echó atrás a último momento, empecé a sospechar: que el movimiento BDS me boicoteaba a mí. Después de todo, los defensores del BDS han exigido boicots académicos con «sentido común» contra las personas que ellos sienten son demasiado francas en su apoyo a Israel, además de un boicot general de todas las instituciones académicas israelíes. Después de hablar con los organizadores del debate en Oxford, sigo creyendo que yo estaba, de hecho, siendo boicoteado.

La Union seleccionó a Peter Tatchell, un distinguido y popular activista de derechos humanos británico que ha participado en 30 debates de la Union, la mayoría de los cuales ha ganado. Yo sabía que estaba metido en un momento difícil, sobre todo cuando el público aplaudió sus puntos más fuertemente que los míos y cuando muchas de las preguntas parecían hostiles hacia Israel, aunque respetuosas.

El principal argumento del señor Tatchell fue que BDS era una forma no violenta de protesta contra la ocupación de Israel y las políticas de asentamientos, que reproducía al movimiento de boicot contra el apartheid en Sudáfrica, y que seguía los principios de Mahatma Gandhi y Martin Luther King. Fue elocuente argumentando que la táctica de boicot general era una alternativa no violenta a la guerra y el terrorismo. La fuerza de su argumento estaba un tanto debilitada por la reciente ola de ataques terroristas con cuchillos por palestinos contra israelíes, que los líderes del movimiento BDS como Barghouti han justificado como resistencia a «décadas de régimen de ocupación».

 

Argumenté que BDS no era una alternativa a la guerra, sino más bien una alternativa a las negociaciones pacíficas del liderazgo palestino. Esto es así porque el movimiento BDS se opone firmemente a la solución de dos estados. Omar Barghouti lo confirmó plenamente cuando dijo, «definitivamente, sin duda definitivamente, nos oponemos a un estado judío en cualquier parte de Palestina». Por lo tanto, el movimiento BDS hace que le sea más difícil al liderazgo palestino aceptar el tipo de dolorosos compromisos en los que ambas partes deben estar de acuerdo si ha de haber una solución negociada.

Junto con otros esfuerzos para deslegitimar y aislar a Israel, BDS también envía un mensaje falso a la calle palestina: a saber, que la presión económica y política internacional puede obligar a Israel a capitular ante todas las demandas palestinas, sin ningún tipo de compromiso sobre cuestiones territoriales. A su vez, esto desincentiva al liderazgo palestino para que acepte la oferta del Primer Ministro Netanyahu de iniciar negociaciones inmediatas sin precondiciones.

Esas discusiones son particularmente importantes ahora, para detener el horrible ciclo de violencia que se ha intensificado en las últimas semanas. Ambas partes deben volver a la mesa de negociaciones, y ambas deben estar dispuestas a hacer concesiones. Para los israelíes, esto significa hacer retroceder los asentamientos y conceder mayor autonomía a la Margen Occidental; para la Autoridad Palestina, significa renunciar a la violencia contra civiles israelíes, repudiar a Hamas y otras organizaciones terroristas, y aceptar la necesidad de un compromiso territorial con intercambios de tierra.

BDS se opone a cualquier esfuerzo de negociación que no se base en el reconocimiento de que Israel es un estado de apartheid. De hecho, muchos de sus líderes se niegan a reconocer el derecho de Israel a existir como estado-nación para el pueblo judío. Al hacerlo, están fortaleciendo a los radicales de ambos lados de la cuestión que no tienen ningún deseo de ver una solución pacífica del conflicto.

Muchos activistas liberales como el señor Tatchell, cuya defensa en nombre de los derechos de LGBT admiro mucho, han hecho causa común con BDS, con la esperanza de presionar a Israel a poner fin a la ocupación y permitir una mayor auto-determinación de los palestinos en la Margen Occidental. Parecen creer que un movimiento que aboga por tácticas no violentas es necesariamente la mejor forma de lograr una paz duradera. Pero BDS se opone radicalmente a cualquier acuerdo negociado, y ha comenzado cada vez más a reagrupar a fanáticos de todas las tendencias que se sienten cómodos con el lenguaje utilizado por sus líderes, como el Sr. Barghouti.

El señor Tatchell y muchos académicos pro-BDS también sienten que Israel ha cometido violaciones de los derechos humanos tanto en la ocupación de la Margen Occidental, como en los conflictos armados en Gaza. Durante el curso del debate, emití el siguiente desafío al público y a mi oponente: nómbrenme un solo país en la historia del mundo, enfrentado a amenazas similares a las que enfrentó Israel, que tenga un mejor registro de los derechos humanos, cumplimiento del estado de derecho o que trate de minimizar las bajas civiles.

Invité a los miembros de la audiencia a decir en voz alta el nombre de ese país. Completo silencio. Finalmente, alguien gritó «Islandia», y todo el mundo se echó a reír. Cuando lo mejor es tratado como lo peor, en la forma en que el movimiento BDS señala a Israel para acusarlo, el dedo acusador debe apuntar a los acusadores en lugar de los acusados. En definitiva, el caso contra BDS ganó, pero no debido a la habilidad comparativa de los polemistas sino porque pude exponer la debilidad moral misma del movimiento BDS.

* Este artículo de opinión apareció originalmente en el Jerusalem Post en línea.

Alan Dershowitz es profesor emérito de derecho en la Facultad de Derecho de Harvard. Su último libro, «Abraham: El Primer Abogado Judío del Mundo (Pero Ciertamente No el Último)” ya está disponible.

http://www.gatestoneinstitute.org/6811/debating-against-bds-and-winning

 

 
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