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| viernes abril 19, 2024

Vaishlaj


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Iaacov vuelve a la Tierra Santa luego de veinte años de vivir en Jaran, y envía ángeles emisarios a Eisav con la esperanza de lograr una reconciliación; pero sus mensajeros reportan que su hermano está en camino hacia él con 400 hombres armados. Iacov se prepara para la guerra, reza y envía un gran regalo a Eisav (que consistía en cientos de ovejas y vacas) para calmarlo.
Esa noche, Iaacov atraviesa con su familia y posesiones el río Iabok. Sin embargo él queda del otro lado y encuentra un ángel que personifica el espíritu de Eisav, con quien lucha hasta el amanecer. Iaacov sufre de una cadera dislocada, pero derrota a la criatura superna, quien le da el nombre de Israel, que significa “aquel que prevalece por sobre lo Divino”.

Iaacov y Eisav se encuentran, abrazan y besan, pero se separan. Iaacov compra un terreno cerca de Shjem, cuyo príncipe, también llamado Shjem, rapta y viola a la hija de Iaacov, Dina. Los hermanos de Dina, Shimón y Levi, vengan la desgracia matando todos los habitantes masculinos de la ciudad, luego de dejarlos indefensos al convencerlos de circuncidarse.
Iaacov continúa su viaje. Rajel muere mientras daba a luz a su segundo hijo, Biniamín, y es enterrada al lado del camino cerca de Betlejem. Ruvén pierde los méritos de su primogenitura porque interfiere con la vida marital de su padre. Iaacov llega a Jevrón, a su padre Itzjak, quien más tarde muere a los 180 años (Rivka fallece antes de la llegada de Iaacov).

Nuestra sección concluye con un recuento detallado de las esposas de Eisav, hijos y nietos, y las historias familiares de la gente de Seir, entre quienes Eisav vive.

TEFILA, APACIGUAMIENTO, LUCHA

“Temió mucho Iaacob… Dividió a la gente que con el estaba… Y dijo ‘Si viniera Esav a un campamento y lo batiere, el campamento restante podrá huir…” (Génesis 32:8-9)
“Entonces dijo Iaacob ‘Di-s de mi padre Abraham… quien me dijo Torna a tu tierra… y haré bien contigo…” (Ibíd. 32:10)
“… Luego tomó de lo que le vino a la mano presente para Esav su hermano…” (Ibíd. 32:14)
“Iaacob se preparó para tres cosas: para ofrecer regalos a Esav, para orar y, como última alternativa, para batallar…” (Rashi)
¿Cuántas veces en nuestras vidas nos vemos ante Esav? ¿Cuántas veces al día tenemos que optar entre la plegaria, el apaciguamiento o la batalla? Evidentemente más de lo que creemos. Constantemente nos enfrentamos a un posible ataque de Esav, y no estoy hablando de un Esav físico, sino ese Esav que todos llevamos adentro y que constantemente nos incita a abandonar el camino de nuestros padres para sumergirnos en un mundo hedonista cuyo único objetivo es la satisfacción de nuestros instintos.

En cada una de esas ocasiones debemos recordar la actitud de nuestro padre Iaacob. Debemos estar listos para apaciguar, para adormecer a esos instintos con obsequios, debemos rogar por la ayuda del Todopoderoso para que nos de fuerzas para sobreponernos a ellos, y, al mismo tiempo, debemos recurrir a todas nuestras fuerzas para combatirlos. Pues esa es la misión que tenemos en este mundo, refinar nuestro carácter, reformando o venciendo a nuestro Esav interior para crear una morada para Di-s en la tierra.

¿POR QUÉ EISAV ODIA A IAACOV?

Por Yanki Tauber

En Génesis 33:4, la Torá nos cuenta sobre un beso: después de treinta y cuatro años de que Iaacov había huido de la ira de su hermano, y de que Eisav nunca dejó de querer matarlo, Eisav tiene un cambio de actitud. Cuando ve que Iaacov se acerca, corre hacia él, lo abraza y lo besa. Pero la palabra vaishakehu, «y él lo besó», tiene una línea de puntos sobre la palabra, que es la manera que tiene la Torá de decirnos que éste no era un beso normal. ¿Qué fue lo anormal de este beso? Bien, el Midrash cita dos interpretaciones. Uno es que la Torá está diciéndonos que no era un verdadero beso–Eisav realmente estaba intentando matar a Iaacov mordiendo su cuello. La otra interpretación es que Eisav besó a Iaacov con todo su corazón, eso es lo anormal de ese beso, ya que «nosotros sabemos por ley que Eisav odia a Iaacov.»

De cualquier manera que lo miremos, la verdad es que Eisav odia a Iaacov. No importa lo que Iaacov haga, Eisav lo odia. Si Iaacov lo apacigua, le da regalos, actúa como un hermano haría, Eisav lo odia aun más. ¿Por qué? ¿Por qué Eisav odia a Iaacov? Primero deberíamos preguntar: ¿Por qué existe Eisav? ¿Por qué hay maldad en nuestro mundo? ¿Por qué hay odio y oscuridad? ¿Qué habría de mal en un mundo hecho sólo de bondad, amor y luz?

El mal existe porque es tanto más poderoso que la bondad. ¿Hay algún enamorado en este mundo que ame con la misma intensidad que alguien que tiene odio? ¿Hay una luz tan intensa como la densa oscuridad? ¿Ha habido alguna vez un acto de bondad realizado con la misma fuerza y el vigor que un acto de crueldad? Es por eso, dicen los cabalistas, que Di-s creó el mal. La oscuridad existe para que pueda transformarse en luz, resultando una luminancia infinitamente mayor a la que la luz misma pueda crear. La crueldad se implanta en el corazón de hombre para que podamos aprovechar su intensidad y crear actos de bondad infinitamente más potentes a los que la bondad misma pudiera crear. El mal existe para ser explotado por la bondad. El alma de Eisav sabe esto–que él existe sólo para servir a su hermano menor. No importa cuán ferozmente Eisav se resista a esta verdad, esta ferocidad será en última instancia la de Iaacov. Es por ello que Eisav odia tanto a Iaacov: porque sabe que su odio no es propio. (www.es.chabad.org)

EL 19 DE KISLEV – ROSH HASHANA DEL JASIDUT

El diecinueve de Kislev celebramos el «Rosh HaShaná del Jasidut». En esta fecha, en el año 1798, liberaron al fundador del movimiento jasídico Jabad, Rabí Schneur Zalman del Liadi (1745-1812), de la cárcel en la Rusia zarista. Más que una liberación personal, éste fue un acontecimiento bisagra en la historia de los jasidim, anunciando una nueva era en la revelación de la faceta interna de la Tora.

La difusión pública de las enseñanzas de jasidut había comenzado dos generaciones antes. El fundador del movimiento jasídico, Rabí Israel Baal Shem Tov (1698-1760), reveló a sus discípulos el alma mística de la Torá que había sido previamente de acceso exclusivo de los Cabalistas selectos en cada generación. Este trabajo fue continuado por el discípulo del Baal Shem el Tov, Rabi DovBer, el «Maguid de Mezritch» —quién también está conectado profundamente con la fecha del «19 de Kislev»: En este día en 1772, 26 años antes de la liberación de Rabí Schneur Zalman de la prisión, el Maguid retornó su alma al Creador. Antes de su fallecimiento, dijo a su discípulo, Schneur Zalman: «Este día es nuestro Iom Tov (festividad)». Rabí Schneur Zalman fue mucho más allá que sus precursores, llevando estas enseñanzas a segmentos más amplios de la población judía de Europa Oriental. Más perceptiblemente, Rabi Schneur Zalman enunció la filosofía de «Jabad» —una filosofía y sistema de estudio, meditación, y refinamiento de carácter que hizo a estos conceptos abstractos, racionales, comprensibles y prácticamente aplicables en la vida diaria. En sus años de formación, el movimiento jasídico era objeto de fuerte, y a menudo feroz oposición de rabinos reconocidos y laicos.

Incluso dentro de la comunidad Jasídica, numerosos contemporáneos y colegas de Rabi Schneur Zalman sentían que él «había llegado demasiado lejos» en la popularización del alma hasta ahora oculta de la Torá. En el arresto de 1798, los cargos incluían, que sus enseñanzas y actividades amenazaban la autoridad imperial del Zar, y fue encarcelado Rabí Schneur Zalman en una fortaleza en una isla en el río Neva en Petersburgo. En los interrogatorios, le obligaron a que presentara a los ministros del Zar las bases del judaísmo y explicara varios puntos de la filosofía y la práctica Jasídica. Después de 52 días, fue exonerado de todos los cargos y liberado.

Rabí Schneur Zalman vio estos acontecimientos como un reflejo de lo que ocurría arriba. Vio su arresto como el eco terrenal de una acusación Divina contra su revelación de los secretos íntimos de la Torá. Y vio su liberación como una absolución en la corte Divina. Después de su liberación el 19 de Kislev, redobló sus esfuerzos, diseminando sus enseñanzas en una escala mayor. El 19 de Kislev, por lo tanto, marca el «nacimiento» del jasidismo: el punto en el cual fue permitido emerger de la matriz del «misticismo» hacia la luz del día, crecer y convertirse en parte integral de la Torá y la vida judía. (www.es.chabad.org)

 
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