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| viernes abril 19, 2024

Bolas, Difamación y Señalamiento (BDS)


Con motivo de la llamada «semana del apartheid Israelí» o » semana del boicot a Israel» promovida por el movimiento BDS, y de que la cobertura de la misma omitrá,, recuperamos este artículo de ReVista de Medio Oriente del 14 de febrero de 2014, para repasar los verdaderos objetivos que persigue este movimiento, y las imposturas en las que se apoya a modo de «justificación», de «argumento».

Asimismo, recomendamos la lectura del artículo Desmontando el «Apartheid Israelí», de CAMERA. El del «apartheid israelí» es uno de los libelos (y banalizaciones) más recientes utilizadas habitualmente para deslegitimar a Israel y así «respaldar» sus acciones.

“La pérdida de legitimidad efectivamente significa la pérdida del derecho a hablar o debatir en algunos foros. Cuando una entidad política está sujeta a la deslegitimación generalizada, lo que sus portavoces tengan que decir sobre un tema concreto, aun cuando ningún principio particular está en juego, se percibe como irrelevante. Ya no son aceptados como socios en el discurso legítimo, ya que ellos mismos son ilegítimos. Su posición se asemeja a la de los pacientes encerrados en una institución mental: una vez encomendados por la junta de revisión profesional, son tratados como mentalmente incompetentes, sin importar lo convincentemente que puedan expresarse”. Ehud Sprinzak (Anti-Zionism: From Delegitimization to Dehumanization)

“… señalar a Israel para el oprobio y la sanción internacional – fuera de toda proporción en relación a cualquier otra parte de Medio Oriente – es antisemita, y no decirlo es deshonesto”, Thomas L. Friedman, (Campus Hypocrisy, October 16, 2002, New York Times)

Las calumnias funcionan, no en base a la certeza de sus acusaciones, sino, más bien, al daño que causan. La mentira solo debe ser pronunciada, su mera emisión basta, su repetición la “confirma” y la incrementa al instalarla en el consciente colectivo.

La fabulación tiene la ventaja, además, de que no necesita ser demostrada, documentada, probada. Lo que importa es el impacto que tiene en los oyentes. Eso es lo que hace el llamado movimiento de Boicot, Sanciones y Desinversiones (BDS) contra Israel: invertir el peso de la prueba (el calumniado es quien deber justificarse), sin aportar ellos mismos, evidentemente, ninguna prueba.

En teoría, como señala el Instituto Reut, el movimiento BDS promueve los derechos humanos, la justicia internacional y la paz. En la práctica, fomenta la deslegitimación de Israel socavando – ya sea explícita o implícitamente – su derecho a existir como un estado judío y democrático. Y explicaba que uno de los indicativos de que el BDS promueve una agenda oculta de deslegitimación es el hecho de que se dirige exclusivamente contra Israel. El BDS consciente y públicamente critica de manera desproporcionada respecto de los otros países a Israel. El objetivo es claro: aislar a Israel como a un estado criminal único, que por lo tanto exige la adopción de medidas excepcionalmente agresivas contra él.

Así, Israel se ha convertido en el único Estado que, para ser condenado, es tomado como su propio punto de referencia y, a la vez, como instrumento de medición. No existen otros parámetros para juzgarlo que los parámetros creados ad hoc.

El BDS además, exonera a los palestinos de su responsabilidad en el conflicto (quitando de la ecuación cualquier mención al terrorismo, la corrupción, censura, intransigencia negociadora, etc); a la vez que altera causas por consecuencias. La “ocupación” (algo por lo demás no tan claro, por más mayoría verbal que lo indique) no es la causa del conflicto, sino una consecuencia del mismo, que comenzó con el rechazo de la partición de la parte occidental de la Palestina geográfica en 1947.

El 15 de mayo de 1948, mientras los británicos concluían su retirada del Mandato de Palestina e Israel proclamaba su independencia, cinco ejércitos árabes invadían Palestina y, codo a codo con las milicias palestinas, cumplían sus amenazas de guerra contra Israel.

Los árabes pensaron que ganarían con facilidad, que sería una “masacre”, tal como lo expresara Azzam Pasha, Secretario General de la Liga Árabe:

Esta guerra será una guerra de exterminio y una masacre trascendental, de la que se hablará como de las masacres mongolas y de las Cruzadas”.

El resultado de esa guerra fue la ocupación de Judea y Samaria (posteriormente denominada Cisjordania por el Reino Hachemita de Jordania) por parte Jordania, y de Gaza por parte de Egipto. Ninguno de los dos estados se planteó en ningún momento la creación de un estado árabe en los territorios por ellos ocupados.

En 1967, según comentaba Rebecca Neuwirth (The Divestment Deception: Legal and Political Answers to Divestment Claims), Israel se vio forzado a una guerra por la supervivencia cuando Egipto, Siria, Jordania, Líbano e Irak comenzaron una inmensa acumulación de tropas en las fronteras de Israel; cuando Egipto bloqueó ilegalmente los estrechos de Tirán, a lo que se sumó una retórica. Al final de la guerra defensiva de los Seis Días, Israel se hizo conel Sinaí, la franja de Gaza, Cisjordania y los altos del Golán; territorios que estaba dispuesto entregar a cambio de la paz. En lugar de participar en las negociaciones, los Estados árabes se reunieron en Sudán y emitió la famosa declaración de Jartum, obsequiando sus tres no: «no a la paz, no reconocimiento y no a las negociaciones” con Israel.

El 22 de noviembre de 1967, luego de la guerra, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 242, que estipulaba, entre otras cosas:

“[la] retirada de las fuerzas armadas israelíes de territorios que ocuparon durante el reciente conflicto”.

No de “todos” los territorios. Además, la extensión de la retirada, tampoco era aclarada, puesto hacía hincapié en el “derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas”.

Un dato muy relevante, y prácticamente nunca mencionado, es el hecho de que Israel, como apunta Eugene Rostow (The Future of Palestine, 1993), ya se retiró de cerca del 94 por ciento del territorio ocupado en 1967 cuando firmó el acuerdo de paz con Egipto y devolvió la totalidad del desierto del Sinaí.

A la manera del liderazgo palestino, el BDS se suma a la acumulación de injurias, fabulaciones, distorsiones y distracciones. No importa la veracidad del mensaje, importa que el receptor se espante y, a partir de esa emoción (desterrada la razón) actúe en contra de y no a favor de – rechazar en lugar de construir; difamar, en lugar de argumentar.

Después de todo, una mentira es una mentira es una mentira.

Entre las mentiras habituales del liderazgo palestino se han producido, además, hurtos históricos y una apropiación del sufrimiento ajeno. Y el BDS no es ajeno a esta realidad.

El Centro Simon Wiesenthal apuntaba en un documento (Boycott, Divestment, Sanctions against Israel: An Anti-Semitic, Anti-Peace Poison Pill) de marzo de 2013, que existe una larga tradición de boicots como medio de protesta contra leyes opresivas o contra regímenes injustos, pero que debe pensarse dos veces antes de asumir que el movimiento BDS forma parte de esa misma tradición.

Alan Dershowitz, ex profesor de Leyes de la Universidad de Harvard dijo en un discurso de 2002 que:

“La desinversión no es la meta. Es una campaña para deseducar y desinformar a la próxima generación. Es una variación de la gran mentira de Goebbels. Si usted repite algo con suficiente frecuencia, será cierto”

Israel suscita un “interés o preocupación selectivo” que debería llamar la atención; sobre todo cuando es tan evidente. Pero son muy poco los que se percatan, o quieren percatarse.

El primer ministro canadiense, Stephen Harper, durante su visita oficial de enero de 2014 a Israel comentó:

“Planteé el tema de los asentamientos en privado. No estoy aquí para destacar a Israel para la crítica… Encuentro interesante el hecho de que ayer en la Autoridad Palestina nadie me pidiera que señalara a la AP para cualquier crítica sobre la gobernabilidad o sobre los derechos humanos; sólo debo señalar a Israel”.

Y de eso se trata, efectivamente, el BDS: sólo debe señalarse a un país.

El mismo Dershowitz apuntaba (Divest and Conquer), a su vez, que:

“Como abogado, profesor y estudiante de derechos humanos durante casi 40 años, me siento confiado para afirmar que historial de derechos humanos de Israel es uno de los mejores en el mundo, especialmente entre las naciones que se han enfrentado amenazas comparables”.

Anthony Julius – abogado y académico inglés especialista en temas de difamación y de disputas comerciales internacionales – (Trials of the Diaspora, 2010) se preguntaba:

“¿Qué ocurre cuando la gente es boicoteada? Las cortesías comunes de la vida ya no se extienden a ellos. […] se encuentran aislados en compañía. El boicot es un acto de violencia, aunque de una especie paradójica — uno de retroceso y exclusión en lugar de agresión”.

Mientras que el filósofo y escritor francés Bernard-Henri Lévy escribía el 30 de enero de 2011, en el diario El País:

“Esta campaña de boicot, digan lo que digan sus promotores o sus tontos útiles, solo tiene un objetivo real, asumido y bien madurado, y es deslegitimar a Israel como tal. Es lo que quiere decir, implícitamente, la comparación con la Sudáfrica delapartheid. Es lo que quiere decir, explícitamente, la retórica anti-sionista que sirve de denominador común a todos los movimientos constitutivos de este BDS y que, si las palabras aún tienen sentido, significa que pretenden minar la idea que hoy, guste o no, cimienta la nación israelí. Y por eso esta campaña contraviene, en efecto, las formas, las reglas y las leyes del derecho internacional…”.

 

Nada nuevo

La campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel tiene, según explicaba el documento del Centro Simon Wiesenthal, largas raíces que se remontan hasta el boicot diseñado por la Liga Árabe – fundada en 1944, y en 1945 comenzó el boicot de los bienes y servicios “sionistas” en el Mandato de Palestina – para acabar con el recién fundado Estado de Israel e, incluso, antes, hasta las sangrientas revueltas árabes de 1929 contra los judíos de Tierra Santa.

A su vez, en los 1920, los nazis lanzaron su campaña de boicot contra los negocios judíos. Esta campaña no se limitó a la acción de agitadores callejeros, sino que tuvo resonancia en los campus universitarios, donde el 76% de la unión de estudiantes de Alemania votó para excluir a los judíos (incluso a aquellos que se habían convertido al cristianismo). El texto del Centro Simon Wiesenthal apuntaba que la campaña de boicot nazi también se extendió más allá de las fronteras alemanas. En Polonia, por ejemplo, el cardenal August Hlond llamó a boicotear a los judíos. Del otro lado del Atlántico, en Quebec, los nacionalistas franco-canadienses tomaron la iniciativa en la organización de boicots.

La Enciclopedia del Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos indicaba, a su vez, que aunque la operación de boicot nacional organizada por los jefes locales del partido Nazi duró sólo un día y fue ignorada por muchos alemanes individuales, marcó el comienzo de una campaña nazi en todo el país toda la población judía de Alemania.

alquds-univ saludo nazi

Acto en la Universidad palestina Al Quds – 5/11/2013 (Fuente: Algemeiner)

Ben Cohen, del Comité Judío Americano, señalaba en un ensayo (The Ideological Foundations of the Boycott Campaign Against Israel, 2007) que:

“El movimiento de boicoteo toma elementos prestados de varios legados históricos, en particular, la política de antisemitismo, oficialmente presentada como anti-sionismo, practicada en la Unión Soviética, así como el boicot económico a Israel por parte de la Liga de los Estados Árabes en tres niveles (es decir, el boicot a las empresas israelíes, de las empresas que se dedican a negocios con Israel, y de las empresas que realicen negocios con las empresas que se dedican a negocios con Israel). Por último, en la demonización de Israel mediante la comparación con el antiguo régimen de apartheid de Sudáfrica – un grave engaño – el movimiento de boicoteo busca forzar a Israel a abandonar, internamente, su carácter judío, y externamente, su soberanía”.

En cuanto al legado de la Unión Soviética, Cohen manifestaba que destacan dos libelos claramente soviéticos: el primero se refiere al Holocausto. Revisionistas soviéticos comprometidos, no en la negación de la exterminación de sí misma, sino en la transferencia de responsabilidad del exterminio. Así, el movimiento sionista fue acusado de colaborar con los nazis en la implementación de la Solución Final.

A propósito, ¿dónde hizo su doctorado – y escribió su tesis – Mahmoud Abbas?

Así lo explicaba el Barcelona Center for International Affairs (CIDOB)

“… en los años setenta amplió con una beca su formación en la URSS, en la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad Estatal de Moscú, por la que en 1982 obtuvo el doctorado con una muy polémica tesis que exploraba los supuestos contactos secretos entre el movimiento sionista y la Alemania nazi, en los que, según Abbas, el primero habría sido nada menos que cómplice silente del Holocausto perpetrado por la segunda. El trabajo doctoral se publicó con el título de The Other Side: The Secret Relationship Between Nazism and the Zionist Movement…”.

Martin A. Weiss – especialista y Comercio Internacional y Finanzas -, manifestaba en un informe (Arab League Boycott of Israel) para los miembros y comités del Congreso de Estados Unidos, en relación al boicot árabe, que a pesar de la falta de impacto económico del boicot tanto en las economías árabes como en la israelí, el boicot permanece como un poderoso símbolo para las partes. Y comentaba que la Liga Árabe recomienda que los países miembro exijan certificados de origen de todos los bienes de proveedores para asegurar que dichos productos cumplan todos los aspectos del boicot.

Algo que parece haber acatado… la Unión Europea.

El diario El País informaba el 19 de abril de 2013 que:

“Trece ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, entre ellos el español, han pedido a la Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de esa institución que siga a delante con sus planes de exigir que los artículos de consumo producidos en asentamientos israelíes…, lleven un tipo de etiquetado que los distinga del resto, para que los consumidores dispongan de esa información a la hora de decidir si los adquieren o no”.

En tanto, Joel S. Fishman comentaba (The BDS message of anti-Zionism,anti-Semitism, and incitement to discrimination) que en la Cumbre de Camp David de julio de 2000, Yasser Arafat, presidente de la OLP, concluyó que no sería capaz de alcanzar su objetivo estratégico real de lograr la destrucción de Israel a través de negociaciones pacíficas, algo que queda demostrado por, entre otras cosas, “por su desdeñoso rechazo de las concesiones territoriales de largo alcance hechas por Ehud Barak. Los miembros de la dirección palestina después revelaron que a su retorno, de Arafat decidió lanzar lo que se conoció como laIntifada de al-Aqsa [segunda intifada]”.

Y explicaba que, posteriormente:

“… los palestinos y sus partidarios iniciaron una importante campaña de guerra política cuyo propósito era alcanzar las metas que ellos no podrían alcanzar a través de la ‘lucha armada’, la violencia y el terrorismo”.

En este sentido, el Instituto Reut apuntaba que al promover una agenda de deslegitimación de Israel, el BDS debe considerarse, ante todo, como una herramienta para etiquetar Israel como un “estado paria”, con el objetivo de socavar la legitimidad de su estructura política.

Este programa, aseveraba el Instituto Reut, está siendo promovido por el movimiento, al avanzar implícitamente en el «derecho de retorno”, al etiquetar a Israel como un estado de apartheid, individualizando a Israel y al intentar socavar la cooperación entre israelíes y palestinos.

Entonces manifestaba que:

“… el movimiento BDS mantiene públicamente una cuidadosa ambigüedad con respecto a la agenda del movimiento vis-à-vis con el derecho de Israel… En contraste, una evaluación de las declaraciones indica que muchos de los catalizadores del movimiento tratan de socavar la legitimidad del estado de Israel y el sionismo y que ven al BDS como una herramienta para socavar el modelo político del estado de Israel.

[…]

[Por ejemplo] Ahmed Moor [declaró; abril de 2010]: ‘Está bien. El BDS significa el fin del estado judío… Veo al movimiento de BDS como un proyecto a largo plazo con un potencial de transformación radical… [El] BDS no es otro paso en el camino a la confrontación final; el BDS es el enfrentamiento final. […] Esta creencia crece directamente de la convicción de que nada parecido a la ‘solución de dos Estados’ llegará a ser. Poner fin a la ocupación no significa nada si no significa tumbar al propio estado judío’”.

Una conferencia vergonzosa

El documento elaborado por el Centro Simon Wiesenthal señala que

“La Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y Formas Conexas de Intolerancia (WCAR, por sus siglas en inglés), celebrada en Durban, Sudáfrica, en 2001, justo antes de los ataques del 9/11, se dedicó en gran medida a la deslegitimación y demonización de Israel, y a difamar a los Estados Unidos. La plataforma principal para demonizar al estado judío fue el Foro de ONG, celebrado en el estadio Kingsmead en Durban”.

Y explicaba que la Declaración independiente de Principios del Foro de ONG probó ser de una significación más duradera. Llamando por reavivar la resolución “Sionismo es racismo” de las Naciones Unidas » (aprobada en 1975 y derogada en 1991), la declaración del Foro condenaba a Israel por “crímenes de guerra”, “limpieza étnica”, “genocidio”, e incluso “ecocidio”.

El Foro de ONG de 2001 — en el cual el Comité de Solidaridad Palestino de Sudáfrica distribuyó copias de los Protocolos de los Sabios de Sión, según informaba el Centro Simón Wiesenthal — era tan tóxico que la ex presidenta de Irlanda, Mary Robinson, quien se desempeñó como Secretaria General del WCAR, admitió más tarde que a lo largo de la Conferencia de Durban, “hubo un horrible antisemitismo presente — particularmente en algunas de las discusiones de las ONG. Un número de personas dijo que nunca habían sido tan heridos o tan acosados o enfrentados tan descaradamente ante el antisemitismo”.

Con posterioridad que se presentara la idea en la Conferencia de la ONU, tal como Ricki Hollander, analista de la organizaciónCAMERA, describía (febrero de 2010) se efectuó en agosto de 2002 una llamada palestina para el boicot económico, cultural y académico integral contra Israel. Esta estrategia intenta demonizar al estado judío como un estado apartheid y aislarlo con las mismas tácticas de boicot y desinversión que fueron utilizadas con éxito para desmantelar el régimen de apartheid de Sudáfrica.

Además, como indicaba el documento del Centro Simón Wiesenthal, ya en 20043 los intelectuales palestinos lanzaron una campaña para boicotear las instituciones académicas israelíes y, posteriormente, en 2004, la Campaña palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel.

Durante este período temprano, el centro palestino del movimiento BDS fue a veces conducido por la periferia, en Estados Unidos y el Reino Unido.

A todo esto, de manera oficial, el movimiento BDS nació el 9 de julio de 2005, cuando la “sociedad civil palestina llamó al BDS”. Llamativo. El 6 de junio de 2004 la Knesset aprobó la desconexión total y unilateral de Gaza. En agosto de 2005 se evacuaron a todos los habitantes judíos de la Franja, y en septiembre de ese año hizo lo propio el Ejército israelí. Evidentemente, había muchos motivos para boicotear a Israel. Sobre todo, seguir perpetuando el conflicto y seguir abriendo frentes para la consecución del objetivo no declarado: acabar con el Estado Judío.

BDS:  ¿Qué quieren?

El movimiento BDS, en su texto en español avisa:

“Estas medidas punitivas no violentas deberían ser mantenidas hasta que Israel cumpla su obligación de reconocer el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación y acate completamente los preceptos de la legislación internacional por medio de:

  1. La finalización de su ocupación y colonización de todas las tierras árabes y el desmantelamiento del Muro;
    2. El reconocimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos árabe-palestinos de Israel para una igualdad completa; y
    3. Respetando, protegiendo y promoviendo los derechos de los palestinos refugiados a retornar a sus casas y propiedades como lo estipuló la resolución 194”.

El punto 2 y 3 son meras formas de maquillar lo evidente: no hay nada “humanitario” ni “justo” detrás de las motivaciones del movimiento BDS. Por el contrario, quieren “todas las tierras árabes”, es decir, la desaparición de Israel.

Según Paskal Makowicz (en Joel. S. Fishman, The BDS message of anti-Zionism,anti-Semitism, and incitement to discrimination), asesor legal del grupo de trabajo contra el boicot de la organización de judíos franceses (CRIF), el boicot es el nuevo campo de batalla de los medios y la batalla legal que ha sido declarada contra Israel.

Por su parte, Abraham H. Foxman, Director Nacional de la Liga Anti-Difamación (ADL), manifestaba que el BDS está dedicado a encontrar formas de explotar la falta de conciencia, ingenuidad y el desinterés general para promovor una perspectiva corrosiva, divisiva y prejuicios a de la compleja dinámica del proceso para lograr la paz entre Israel y los palestinos.

En tanto,  el profesor Geoffrey Alderman decía en 2007 que:

“La preocupación de los boicoteadores contra Israel revela parte del juego que están jugando – atacar los derechos judíos y socavar la legitimidad del estado judío. Pero existe – si puede imaginarse – un juego mucho más siniestro que estamos siendo invitados a jugar. Y ese juego tiene como objetivo la aceptación de la visión abiertamente totalitaria y verdaderamente aterradora de que diálogo dentro del ámbito académico en todo el mundo debe ser abierto sólo a aquellos que están de acuerdo, de antemano, en apoyar un cierto conjunto de creencias, y a identificarse con un determinado programa político.
En este caso, el conjunto de creencias se relaciona con Medio Oriente, y la agenda política tiene que ver con la remodelación del mapa de Medio Oriente”.

Por su parte, el profesor de Ciencias Políticas (estadounidense-libanés) Asad Abu Kahlil dijo en 2012 (según reproduce el documento del Centro Simón Wiesenthal):

El objetivo real de BDS es derribar al estado de Israel… Eso debe exponerse como una meta sin ambigüedades. No debe haber ninguna ambigüedad sobre el tema. Justicia y libertad para los palestinos son incompatibles con la existencia del estado de Israel”.

Y, a todo esto, ¿qué dicen los activistas del BDS?

El activista Amer Zahar, dijo en 2010, sin tapujos:

 

“Lo que queremos no es realmente la desinversión económica de Israel… Por el contrario, buscamos cambiar el diálogo de si desinvertir o no de Israel, sin discusiones ajenas a los fundamentos. Esperamos que en 10, 20 años, el público dará por sentadas las premisas de que Israel es un estado de apartheid, y entonces podremos avanzar desde ahí”.

Omar Barghouti, co-fundador la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI, por sus siglas en ingles ) declaró en 2010:

 

Si los refugiados regresaran, no tendrías una solución de dos Estados, tendrías una Palestina junto a una Palestina... Si no atas al perro rabioso, morderá a todo el mundo”

Omar Barghouti (en un video enviado por Benjamin Doherty el 29/09/2013 y publicado por Electronic Intifada, una web pro-BDS yanti-israelí) dixit:

 

“… definitivamente nos oponemos a un estado judío. Ningún palestino racional… aceptará jamás un estado judío en cualquier parte de Palestina”.

La analista de CAMERA Ricki Hollander manifestaba que la noción de que académicos boicoteen instituciones académicas es contraria a la esencia misma de la vida intelectual y académica, donde la exposición a la diversidad y la libertad de cuestionar, debatir y participar es la piedra angular de la adquisición de conocimientos. E indicaba que, además, las universidades israelíes juegan un papel importante en la educación de numerosos árabes israelíes y palestinos.
De hecho, apuntaba Hollander, Omar Barghouti, que promueve el boicot académico contra Israe,l fue alumno del un Máster de Filosofía (Ética) en la Universidad de Tel Aviv, tal como

Cuando periódico israelí Ma’ariv contactó con Barghouti, para preguntarle (abril de 2009) por la evidente contradicción de sus actos y sus dichos, el activista contestó:

“Mis estudios en la Universidad de Tel Aviv son un asunto personal y no tengo ningún interés en comentar [al respecto]”.

 

Omar Barghouti (Fuente: The Guardian)

 

Hollander, a su vez, recogía una respuesta de Barghouti a un alumno en una sesión de preguntas y respuestas en la Loyola Law School:

“Los pueblos oprimidos no tienen la opción de elegir a qué escuela [facultad] asistirán”.

Pero Hollander le quitaba el disfraz de víctima y exponía la verdadera piel:

“Barghouti difícilmente es un palestino ‘oprimido’ sin opciones. Nacido en Qatar, creció en Egipto y asistió a la Universidad de Columbia en Nueva York antes de trasladarse, de adulto, a Ramallah. Podría haber continuado sus estudios en Qatar, Egipto o en Nueva York; o podría haber asistido a la Universidad de Bir Zeit o de la Universidad Al Quds cerca de su casa y así apoyar a una academia palestina. En cambio, decidió tomar ventaja de las oportunidades educativas en una institución israelí (que supuestamente apoya a través de cuotas) – una que exige a todos los demás que rechacen”.

Métodos

Blog de CAMERA, 22 de agosto de 2013

Extractos de la declaración publicada en la página de Facebook del Sr. Keita:

“.. el movimiento BDS, … parece que haber intimidado con éxito al cantante y compositor maliense Salif Keita , para que cancele o posponga una actuación en Israel.
… la cancelación no fue hecha por el Sr. Keita, sino por sus agentes, que fueron bombardeados con cientos de amenazas, intentos de chantaje, intimidación, acoso y calumnia a través de los medios sociales, al afirmar que el Sr. Keita actuará en Israel, ‘no para la paz, sino para el apartheid’.
Estas amenazas fueron hechas por un grupo llamado BDS, que también amenazó con seguir aumentando una campaña anti-Salif Keita,.. . y a trabajar diligentemente en arruinar la reputación y la carrera por la que el Sr. Keita ha trabajado 40 años en lograr, no sólo profesionalmente, sino también por los derechos humanos y el albinismo.
… la gerencia decidió actuar con cautela al enfrentarse con un grupo extremista, como creemos que es el BDS.
Es lamentable que artistas como él sean amenazados por este grupo que falsamente afirman defender los derechos humanos…”

 

Los libelos

El informe del Instituto Reut aseguraba que los esfuerzos resueltos llevados a cabo por los “catalizadores” (aquellos individuos u organizaciones que inician las actividades del movimiento, o que marcan la tendencia de la deslegitimación de Israel) están orientados a representar al BDS como un movimiento apolítico y afín a los movimientos progresistas de los derechos humanos, con el fin de captar a la élite liberal europea y norteamericana y alistar un amplio respaldo público.

Pero, a la vez, se apropia – el arte de la cleptomanía histórica, política y emocional – de etiquetas ajenas con dos objetivos claros: por un lado, demonizar al Estado Judío y, por el otro, explotar los sentimientos de culpa del pasado colonialista europeo y el pasado segregacionista estadounidense, brindándoles la posibilidad de la expiación de los pecados en la lucha contra el nuevo “mal” mundial: Israel.

El analista de CAMERA Steven Stotsky, decía que los argumentos aducidos por los boicoteadores descansan en la repetición de una Historia distorsionada, de fábulas y acusaciones calumniosas. Sus escritos, afirmaba, presentan una tendencia a igualar a los palestinos con los pueblos indígenas invadidos por la expansión europea y estadounidense. Es probable que muchos ni siquiera se den cuenta de que los propios árabes llegaron a Palestina como colonizadores y conquistadores.

Así, en un video de una conferencia, Omar Barghouti (29/09/2013) declaraba:

“Un estado judío en Palestina – bajo cualquier forma – no puede sino contravenir los derechos básicos de la poblaciónindígena palestina…”.

Pero, en un artículo de 2011, la directora de CAMREA, Andrea Levin, recogía declaraciones de dirigentes árabes palestinos (¿o habrá que decir sirios del sur?) que parecen ir en contra de lo que afirmaba Barghoutti:

“George Antonius, un historiador árabe, se asegura de que no haya ningún malentendido… en The Arab Awakening(1939): ‘Salvo que se especifique lo contrario, el término Siria será utilizado para denotar el conjunto del país de ese nombre que ahora está dividido en Mandatos de Siria y Líbano (Francia) y Palestina y Transjordania (Gran Bretaña)‘”.

Aún en mayo de 1947, los representantes árabes le recordaron a la ONU en una declaración formal que ‘Palestina era… parte de la Provincia de Siria… Políticamente, los árabes palestinos no eran independientes en el sentido de formar una entidad política separada…’” (The Palestinians People, History, Politics;edited byCurtis,Neyer, Waxman and Pollack; 1975, p. 200)

…e l historiador árabe-americano, y profesor de la Universidad de Princeton, Philip Hitti, que testificó contra la partición ante el comité anglo-americano en 1946. Aseguró:

No existe tal cosa como ‘Palestina’ en la historia, absolutamente no… [Es] un pequeño punto en la parte sur de la costa este del mar Mediterráneo, rodeado por una vasta mayoría de tierras del territorio árabe musulmán, comenzando con Marruecos, continuando a través de Túnez, Trípoli y Egipto y descendiendo hasta la propia Arabia, luego ascendiendo a Transjordania, Siria, Líbano e Iraq – un sólido bloque árabe parlante…”. (Efraim Karsh, Palestine Betrayed)

Ahmed Shukeiry, uno de los fundadores de la OLP y su primer presidente, le dijo a la Asamblea General en 1956:

“Es de público conocimiento que Palestina no es otra cosa que Siria del Sur”. (Syrkin)”

Es decir, que los árabes hablan, a lo sumo, de territorio árabe, pero en ningún momento dicen siquiera ser aborígenes de la zona. Es más, la carta fundacional de Hamas indica (artículo 11) que:

“… Esta es la ley que rige para la tierra de Palestina en la sharía (ley) islámica, e igualmente para todo territorio que los musulmanes hayan conquistado por la fuerza, porque en los tiempos de las conquistas (islámicas) los musulmanes consagraron aquellos territorios a las generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio… Todo procedimiento que contradiga la sharía islámica, en lo que concierne a Palestina, es nulo y sin valor”.

El territorio denominado Palestina por los romanos fue conquistado por la fuerza por los musulmanes (a partir del 630 D.C.). Es decir, no son un pueblo aborigen, indigena. Pero, los hurtos de la Historia de otros pueblos, son algo ya muy común entre el liderazgo palestino y entre sus activistas.

Es mas, en unas reveladoras declaraciones de Zahir Muhsein – miembro del Comité Ejecutivo de la OLP – el 31 de marzo de 1977 durante una entrevista con el diario holandés Dagblad de Verdieping Trouw?, decía:

El pueblo palestino no existe. La creación de un Estado Palestino es sólo un medio para continuar la lucha contra el estado de Israel. Sólo por razones políticas y tácticas hablamos de la existencia de un pueblo palestino. Jordania, que es un estado soberano con fronteras definidas, no puede avanzar reivindicaciones sobre Haifa y Jaffa, en tanto que como palestino, puedo, sin ninguna duda, demandar Haifa, Jaffa, Beer-Sheva y Jerusalén”.

Es decir que, como árabes, ya habían recibido una cuantiosa porción del territorio, entraban entonces a escena, según el propio dirigente de la OLP, los “palestinos”.

A tal punto llega la impostura, que la propia Organización para la Liberación Palestina (OLP) fue creada por la Liga Árabe en 1964, durante una Cumbre en Alejandría a instancias del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser.

 

 

Usurpando la Historia y el dolor ajenos

 

Ryan Belleros, hijo de un líder Métis (pueblo aborigen del Canadá) escribió un artículo en The Metropolitain (13/03/2013) en el que manifestaba:

 

“… el pueblo Judío y los Métis han caminado el mismo camino [del exilio y de la construcción de un futuro].

 

Los judíos también sufrieron el genocidio y fueron expulsados de su patria. También fueron rechazados por todos y forzados a vagar… Como a nosotros, le devolvieron una astilla diminuta de su tierra después de siglos de sufrimiento y persecución, tierra que nadie más había querido llamar a hogar hasta entonces.

 

Muchos afirman que nosotros, los nativos, tenemos más en común con los palestinos, que su lucha es nuestra lucha. Más allá de similitudes superficiales, nada podría estar más lejos de la verdad. Más allá de la fácil cooptación de nuestra causa, la comparación con los palestinos es absolutamente insostenible. Y trivializa nuestro sufrimiento.

 

[…]

 

Los palestinos no son como nosotros. Su lucha no es nuestra lucha. Los nativos creemos en lograr un cambio pacíficamente, y nos negamos a estar afiliados a cualquiera que se dedique a la violencia contra a civiles. No puedo permanecer en silencio y permitir a los palestinos a ganar credibilidad a nuestras expensas, alegando una concordancia con nosotros. No puedo permanecer en silencio mientras le restan importancia a nuestra situación al atarla a la suya, que es en gran medida auto-infligida. Nuestra población de más de 65 millones fue violentamente reducida a una mera 10 millones, una matanza sin precedentes en la historia humana. Compararla en cualquier forma a la historia de los palestinos es profundamente ofensivo para mí. Los palestinos perdieron la tierra que dicen que es suya, pero en varias ocasiones les dieron la oportunidad de construir su estado y a asociarse con los judíos – y persistentemente rechazaron propuestas de paz y eligieron la guerra. A nosotros nunca nos dieron esa oportunidad. Nunca tomamos esa decisión”.

 

 

Simon Deng, activista sudanés por los derechos humanos decía en 2012:

 

Exagerando el sufrimiento de los palestinos, y maldiciendo a Israel por eso, la ONU se ha vuelto sorda al llanto de aquellos que sufren en una intensidad mayor.

 

A lo largo de 50 años, la población negra nativa de Sudán-cristianos y musulmanes- han sido víctimas de la brutalidad racista de los gobiernos árabes musulmanes de Khartoum. En Sudán del Sur, mi hogar, cerca de cuatro millones de personas inocentes, mujeres y niños, fueron esclavizados entre 1955 y 2005. Siete millones fueron víctimas de la limpieza étnica y se convirtieron en el grupo más grande de refugiados desde la II Guerra Mundial.

 

[…]

 

¿Ustedes han escuchado a la ONU condenar el racismo árabe contra los negros? Lo único que ustedes pueden encontrar en el New York Times o en los expedientes de la ONU son condenas contra Israel por el sufrimiento palestino. Mi pueblo ha sido eliminado de las primeras planas por la exageración del sufrimiento de los palestinos.”

A su vez, Stotsky señalaba que las comparaciones con el movimiento de derechos civiles estadounidense o con el apartheid sudafricano no tienen en cuenta las diferencias en los orígenes del conflicto y en el resultado pretendido (del BDS) por los árabes palestinos; cuestiones completamente diferentes de la de los derechos civiles.

 

¿Cúales son los libelos contra Israel?El movimiento BDS, en su página web acusa:

“… Israel le ha negado a los palestinos sus derechos fundamentales de libertad, igualdad y auto-determinación a través de la limpieza étnica, colonización, discriminación racial y ocupación militar…”

Y añade que:

“Las instituciones culturales y académicas israelíes directamente contribuyen a mantener, defender o blanquear la opresión de los palestinos, ya que Israel deliberadamente intenta impulsar su imagen internacional a través de las colaboraciones culturales y académicas”.

En el texto en español, el movimiento muestra su verdadera cara:

“Estas medidas punitivas no violentas deberían ser mantenidas hasta que Israel cumpla su obligación de reconocer el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación y acate completamente los preceptos de la legislación internacional por medio de:

  1. La finalización de su ocupación y colonización de todas las tierras árabes y el desmantelamiento del Muro;

¿Cuáles serán “todas las tierras árabes”?

Sobre la “ocupación”, ReVista de Medio Oriente se ha ocupado ampliamente (véase, por ejemplo, aquí, aquí y aquí), por lo que nos centraremos en las otras tres patas de la estrategia BDS: los “refugiados”, la acusación de “limpieza étnica” y la etiqueta de “apartheid”.

 

  1. “Refugiados”

BDS dixit: “Respetando, protegiendo y promoviendo los derechos de los palestinos refugiados a retornar a sus casas y propiedades como lo estipuló la resolución 194”.

Omar Barghouti dixit (Scottish PSC, 03/19/09): “La más importante de las…  injusticias es sin duda la negación de Israel del derecho de los refugiados palestinos de retornar…”.

 

El Instituto Reut señalaba que el movimiento de BDS justifica este “derecho” en su definición de Israel como estado colonialista, racista y que surgió de la “limpieza étnica” de los residentes “palestinos”.

Por otra parte, la resolución 194 no obliga a nada, puesto que es una resolución de la Asamblea General de la ONU, y como tal, una mera recomendación, sin carácter vinculante.

La resolución 194 (III) del 11 de diciembre de 1948, en su artículo 11, resolvía:

“… que debería permitirse [should be permitted; suele encontrarse, de manera errónea – dado el contexto de la frase – en las traducciones al español, como “debe permitirse”] a los refugiados que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos, que lo hagan así lo antes posible…”.

En ningún momento dice “refugiados palestinos”, sino la palabra “refugiados”; es decir, refugiados árabes y judíos.

Por su parte, la resolución 242 de la ONU 22 de noviembre de 1967 dice:

 

  1. Afirma que el acatamiento de los principios de la Carta requiere que se establezca una paz justa y duradera en el Próximo Oriente….

 

  1. Afirma además la necesidad de:
  2. b) Lograr una solución justa del problema de los refugiados;
  3. c) Garantizar la inviolabilidad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona, adoptando medidas que incluyan la creación de zonas desmilitarizadas

 

El pretendido “derecho de retorno” va en contra de la resolución 242 del Consejo de Seguridad, puesto que ésta antepone la condición de “una paz justa y duradera”, y habla de una “solución justa del problema de los refugiados”, sin distinguir entre árabes y judíos (y, mucho menos, sin siquiera mencionar la palabra “palestinos”). El llamado “derecho de retorno” es una más de tantas invenciones palestinas (los textos de las resoluciones no dejan lugar a dudas sobre ésto).

Y, a todo esto, ¿quién es refugiado?

Sería dable esperar una única respuesta. Pero en esta historia, no existe tal cosa. Todo es relativo, todo depende de si se trata de un palestino o de un refugiado de cualquier otro punto del planeta.

La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 establece claramente cuándo se dejará de aplicar la Convención; es decir, cuándo una persona deja de ser considerada refugiado:

1) Si se ha acogido de nuevo, voluntariamente, a la protección del país de su nacionalidad, o

2) Si, habiendo perdido su nacionalidad, la ha recobrado voluntariamente; o

3) Si ha adquirido una nueva nacionalidad y disfruta de la protección del país de su nueva nacionalidad; o

4) Si voluntariamente se ha establecido de nuevo en el país que había abandonado o fuera del cual había permanecido por temor de ser perseguida; o

5) Si, por haber desaparecido las circunstancias en virtud de las cuales fue reconocida como refugiada, no puede continuar negándose a acogerse a la protección del país de su nacionalidad.

Está muy claro quién no puede ser considerado refugiado. Es necesario revisar quién sí es refugiado para la UNRWA y contrastar ambas definiciones con la realidad.

La UNRWA define, de manera “operacional”, a los refugiados palestinos como aquellas:

“… personas cuyo lugar de residencia habitual era Palestina entre junio de 1946 y mayo de 1948, y que perdieron tanto sus hogares como sus medios de vida como resultado del conflicto árabe-israelí de 1948”.

Es decir que un egipcio, jordano, libio o sirio que hubiese llegado a principios de 1946 para trabajar, automáticamente pasó a ser un “refugiado palestino”.

 

Pero, ¿existe un “derecho de retorno” para los “refugiados palestinos”?

La respuesta es un no rotundo, claro, evidente, incuestionable, indiscutible, indudable, irrebatible, manifiesto, obvio.

 

  1. “Limpieza ética”

Se trata de otra de las apropiaciones o usurpaciones palestinas, que es falsa y que, a la vez, banaliza y minimiza la verdadera limpieza étnica ocurrida en los Balcanes en los 1990.

Según la Encyclopædia Britannica, el término limpieza étnica se refiere al intento de crear áreas geográficas étnicamente homogéneas por medio de la deportación o del desplazamiento forzado de personas que pertenecen a grupos étnicos particulares.

Este término, explica la enciclopedia, es una traducción literal de la frase serbo-croata etnicko ciscenje, ampliamente empleada en los 1990 (aunque el término había aparecido con anterioridad) para describir el trato brutal contra ciertos grupos civiles en los conflictos que surgieron luego de la desintegración de Yugoslavia

El término también ha sido empleado para describir el trato dado por militantes indonesios al pueblo de Timor Oriental.

Entonces, y como resumía Andrew Bell-Fialkoff (verano de 1993) en un artículo, en un plano general, la “limpieza étnica” puede entenderse como la expulsión de una “población” indeseable de un territorio dado, debido a una discriminación ética, política o estratégica, o a consideraciones de orden ideológico, o una combinación de éstos.

El 30 de julio de 2013, el diario Jerusalem Post publicaba:

“Abbas dijo que ni los colonos israelíes ni las fuerzas fronterizas podrían permanecer en un futuro Estado palestino…”.

¿Cómo era lo que escribió Bell-Fialkoff? ¿ “Expulsión de una “población” indeseable de un territorio dado, debido a una discriminación… política”?

En tanto, el artículo 49 de la Convención de Ginebra (bajo título SECCIÓN III – Territorios ocupados) dice:

“Los traslados en masa o individuales, de índole forzosa, así como las deportaciones de personas protegidas del territorio ocupado al territorio de la Potencia ocupante o al de cualquier otro país, ocupado o no, están prohibidos, sea cual fuere el motivo.

La Potencia ocupante no podrá efectuar la evacuación o el traslado de una parte de la propia población civil al territorio por ella ocupado”.

Israel no ha transferido población propia a los territorios en disputa; el traslado ha sido una cuestión voluntaria; y menos aún ha transferido población árabe.

Por otra parte, y, tal como informaba  ReVista el 25 de abril de 2013, la Corte de Apelación de Versailles dictaminó el 13 de marzo de 2013 En marzo de 2013 que no son aplicables los artículos de la Convención de Ginebra ni de La Haya porque, en primer lugar, esos acuerdos se aplican a Estados, y ni la Autoridad Palestina ni la OLP lo son. En segundo lugar, esos textos hacen referencia a “las partes contratantes” y ni la OLP ni la Autoridad Palestina firmaron nunca esos documentos.

Además, Alex Safian, analista de CAMERA, comentaba que el grupo más numeroso de refugiados palestinos (como consecuencia de la guerra de agresión árabe contra Israel en 1948), aproximadamente un diez por ciento del total, que llegaron de la ciudad mixta árabe-judía de Haifa. Benny Morris (historiador tildado de revisionista, muy citado por los críticos de Israel) documentó que los palestinos que huyeron de Haifa lo hicieron en contra de los ruegos de sus vecinos judíos y de un General británico de que permanecieran en el lugar:

“Bajo mediación británica la dirigencia israelí acordó un alto el fuego, haciendo un ofrecimiento que los británicos consideraron como términos generosos. Pero luego, enfrentada a la presión musulmana, la dirección mayoritariamente cristiana se acobardó; un alto el fuego significaría rendición e implicaría disposición a vivir bajo dominio judío. Se enfrentarían a acusaciones de colaboración y traición. De tal modo que, ante el asombro de los militares y líderes políticos británicos y judíos reunidos en la tarde del 22 de abril en el ayuntamiento de Haifa, la delegación árabe anunció que su comunidad evacuaría la ciudad”.

El alcalde judío, Shabtai Levy, y el comandante británico, el general Hugh Stockwell, suplicaron a los árabes que reconsideraran su decisión… pero los árabes permanecieron impasibles… (Morris, 1948 y Después, p 20)

Es decir, no sólo no había una política de expulsión contra los árabes, sino que lo contrario era lo cierto.

Pero en el mundo de lo inmediato, de la repetición sin razonamiento, las mentiras se codean con las verdades e, incluso, les ganan la pulseada.

Por otra parte, una limpieza étnica, ¿no supondría una considerable disminución de la población objetivo en la zona en cuestión?

Según publicaba (15/05/2011) la agencia palestina de noticias Ma’an:

“La Oficina [de estadística] advirtió que 154.000 palestinos permanecieron en el recién creado estado de Israel en 1948 , y que hoy suman 1,36 millones”.

Extraña “limpieza étnica” aquella que resulta en el aumento de la población supuestamente expulsada…

Por su parte, el diario Ha’aretz indicaba en junio de 2013 que en mayo de 2012, la población palestina en Cisjordania era de casi 2.66 millones; lo que suponía un aumento del 29 por ciento (¡!) en la población palestina desde el año 2000.

En Jerusalén, indicaba el analista de CAMERA Dexter Van Zile en un artículo:

“… la población árabe/musulmana ha estado creciendo, durante décadas, a un ritmo mayor que el de la población judía. De acuerdo con el Jerusalem Institute for Israel Studies, en 1967 el 25,8% de la ciudad era árabe. Para 2009 la población árabe había aumentado hasta alcanzar el 35,7%”.

 

Pero, ¿existe o existió una “limpieza étnica” de árabes palestinos?

La respuesta es un no rotundo, claro, evidente, incuestionable, indiscutible, indudable, irrebatible, manifiesto, obvio.

 

  1. “Apartheid”

Ben Cohen (del AJC) sostenía (The Ideological Foundations of the Boycott Campaign Against Israel) que la tesis de que Israel se asemeja al apartheid sudafricano es una ficción políticamente necesaria para preservan el objetivo fundamental del movimiento de BDS: no la retirada de Israel a las líneas de armisticio de 1967, sino su disolución como estado soberano.

 

El ex profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz, afirmaba (Divest and Conquer), por su parte, que:

 

“El Apartheid sudafricano fue un sistema racista por el cual una minoría controló y subyugó a la mayoría marginada. La campaña de desinversión contra Sudáfrica se inspiró en y unió a los defensores a larga data de apoyo neutral a los derechos humanos en todos los ámbitos. Israel, en cambio, es una democracia que funciona, que garantiza la plena igualdad ante la ley a todos los ciudadanos, independientemente de su raza, etnia o religión. La campaña de desinversión contra Israel ha sido inspirada por litigantes con una animosidad especial contra Israel y poco compromiso con los derechos humanos en general”.

 

Mientras que Abraham H. Foxman, Director Nacitonal de la Liga Anti-Difamación (ADL), aseguraba, en un artículo del 15 de enero de 2014, que:

“La mayoría de la gente entiende que aunque Israel está lejos de ser perfecto, es absurdo compararlo con  el tipo de régimen repugnante que fue el apartheid de Sudáfrica. Los líderes del movimiento BDS quieren inducir una especie de ‘suspensión de la incredulidad’ para así que distorsionar los hechos, omitir el contexto y tejer historias de … Se apoyan en el derecho a tener sus propias ‘opiniones’ para justificar sus ‘propio hechos’ sin importar la verdad, el contexto o la investigación científica”.

 

 

Apartheid es una palabra en afrikaans (lengua de los colonos holandeses en Colonia del Cabo) que significa “estado de separación”, literalmente, en inglés, “apart-hood” (Nancy L. Clark & William H. Worger. South Africa: The Rise and Fall of . Routledge, 2013. Capítulo 3: The Basis of Apartheid.)

 

 

El artículo 7 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional establece que el crimen de Apartheid es un crimen de lesa humanidad. Y manifiesta:

 

“Por ‘el crimen de apartheid’ se entenderán los actos inhumanos de carácter similar a los mencionados en el párrafo1cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y con la intención de mantener ese régimen”

 

El párrafo 1, por su parte, dice:

El Estatuto de Roma define a los crímenes de lesa humanidad como “cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque:

Asesinato; Exterminio; Esclavitud; Deportación o traslado forzoso de población; Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; Tortura; Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable; Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional; Desaparición forzada de personas; El crimen de apartheid;

Otros actos inhumanos de carácter similar que acusen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.

 

Nada en la definición de Apartheid se aplica de manera alguna al Estado de Israel.

Carretera en Arabia Saudi (Fuente: CAMERA)

Por otra parte, Ben Cohen agregaba que el componente “apartheid” de la actual campaña de deslegitimación contra Israel le debe mucho a la Unión Soviética. Mientras la campaña contra librada contra Israel por los estados alineados con la Unión Soviética escalaba en los años 1970, la analogía con el apartheid apareció en escena. El ejemplo más claro se encuentra en la resolución 3379, aprobada – con el estímulo activo de la URSS – por la Asamblea General de la ONU en 1975, y que definía al sionismo como una forma de racismo.

Y aclaraba que:

“Al agrupar al sionismo con el apartheid y el racismo, la resolución efectivamente dijo que Israel era menos que un estado y más un crecimiento tóxico dentro del sistema internacional. En su preámbulo, la resolución apuntó con aprobación que la ‘…resolución 77 (XII) adoptada por la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Organización de Unidad Africana en su sesión ordinaria duodécima… considera ‘que el régimen racista en la ocupada Palestina y el régimen racista en Zimbabwe y Sudáfrica tienen un origen común imperialista…’’. La resolución… fuertemente reflejaba tanto los imperativos de la política soviética (su antisemitismo doméstico y su adopción de la causa árabe en el extranjero) y el idioma anti colonialista utilizado para expresar esa política”.

Según el propio Cohen, lo que comparten los actuales partidarios y los precursores soviéticos, es su invocación de la palabra “apartheid” como parte de una estrategia para asegurar el aislamiento de Israel y para revertir su legitimidad internacional. Y remarcaba que, para muchos, la definición, justamente, marca la solución: inherente a la acusación de que Israel practica el apartheid, es la recomendación de la terminación de Israel.

Pero, ¿qué elemento hacía al sistema sudafricano del apartheid tan particular?

 

Pues es muy simple: el racismo estaba consagrado por ley. Cohen señalaba que el único paralelismo creíble sería la Alemania Nazi luego de la promulgación de las Leyes de Nuremberg. Así como los nazis, por ley, degradaron a los ciudadanos judíos de Alemania, los legisladores del apartheid de Sudáfrica aprobaron una matriz de leyes y regulaciones que imponían una infernal forma de discriminación a la mayoría no-blanca.

De ahí se sigue – continuaba Cohen –  que si el apartheid es entendido como el imperio de la ley racista, cualquier comparación con Israel — o cualquier otro país — necesita comenzar  en el plano legal. Incluso un examen somero de la ley israelí revela un compromiso explícito con el principio de la igualdad de todos los ciudadanos, sin importar su origen. Sobre esa base sola, no hay ningún fundamento racional para la analogía del apartheid.

Dershowitz también apuntaba que:

“Israel tiene el único Poder Judicial independiente en todo el Medio Oriente. Su Corte Suprema, una de los más altamente consideradas en el mundo, es la única Corte en el Medio Oriente en la que un árabe o musulmán puede esperar obtener  justicia, ya que muchos han ganado decenas de victorias contra el gobierno israelí, el Ejército israelí o ciudadanos israelíes individuales”.

Un informe del Centro Simon Wiesenthal, de marzo de 2013, ampliaba señalando que:

“En Israel… no sólo los hombres, sino también las mujeres árabes, tienen derecho al voto (aún no universal en los países árabes). Los ciudadanos árabes israelíes regularmente son elegidos a la Knesset  [parlamenta israelí] donde denuncian las políticas del gobierno en términos no inciertos. Los árabes israelíes han servido en puestos del Gabinete así como en el extranjero como embajadores y en la Corte Suprema. Así como legisladores árabe israelíes usan inmunidad parlamentaria para atacar al Estado Judío en las declaraciones consideradas por muchos como sediciosos, un intelectual como  el catarí Omar Barghouti explota la libertad académica ofrecida por la Universidad de Tel Aviv para conseguir un título mientras que compara a los israelíes a ‘perros rabiosos’”.

 

Partidos políticos árabes con representación en el Parlamento israelí

 

Balad (Nación en árabe y también es un acrónimo en hebreo para la Asamblea Nacional Democrática. Un partido de izquierda, anti-sionista que promueve el nacionalismo árabe; su líder es Jamal Zahalka; 3 escaños parlamentarios. El ministro de Balad, Hanin Zoabi, despertó controversia uniéndose a activistas en el Mavi Marmara tratando de romper el bloqueo naval de Israel en la franja de Gaza)

 

Hadash (Agrupación socialista judía-árabe que se estableció en 1977; líder Mohammed Barakeh; 4 escaños)

 

Ta’al y Lista Árabe Unida (Líder de Ta’al Ahmed Tibi; líder de Lista Árabe Unida, Ahmed Tibi; 4 escaños)

 

 

Entonces, ¿es – o fue alguna vez – Israel un estado apartheid?

La respuesta es un no rotundo, claro, evidente, incuestionable, indiscutible, indudable, irrebatible, manifiesto, obvio.

¿Qué dictaminan juzgados y tribunales?

Alan Dershowitz deslizba en un artículo de diciembre de 2013 que  el boicot puede llegar a ser ilegal, ya que “discrimina en base a la religión (se aplica sólo a los académicos y gente de negocios judía de Israel, no a los musulmanes), al origen nacional y a la etnicidad. Es más, según Dershowitz, el BDS constituye un castigo colectivo, ya que apunta tanto a los judíos israelíes que se oponen a las políticas de “asentamiento”, como a los que están a favor de éstas.

Más de una corte ha opinado en el mismo sentido, y dictado sentencia en consecuencia.

 

El odio a Israel permite, al parecer, pisotear a los propios palestinos…

 

En Christian Science Monitor, 30/01/2014:

 

“Si SodaStream cierra, estaríamos sentados en la calle sin hacer nada”, un trabajador de la fabrica.

“Me encantaría trabajar para SodaStream. Son muy privilegiados [los trabajadores de la fábrica ]. La gente los respeta”, dice el Sr. Jibarat. “No es la gente que quiere boicotear, son los funcionarios”.

 

Alan Dershowitz, 26/12/2013:

 

“El movimiento BDS contra Israel…, en realidad está haciendo más difícil para Israel y la Autoridad Palestina negociar una solución razonable del conflicto…”.

 

Khaled Abu Toameh, periodista israelí, en un artículo publicado en el Gatestone Institute el 17 de diciembre de 2013:

 

“… Abbas, preguntado acerca de su posición respecto de la campaña de BDS en una conferencia de prensa en Johannesburgo… declaró que no apoya el boicot a Israel.

[…]

 

Las declaraciones de Abbas están en conflicto “con el consenso nacional palestino que apoyan firmemente el BDS contra Israel desde el año 2005”, según Omar Barghouti, uno de los fundadores del BDS…

 

[…]

 

[Pero] De hecho, muchos palestinos parecen compartir el punto de vista de Abbas, que apoya el boicot únicamente de los productos de los asentamientos.

 

Es por ello, que muchos palestinos continúan haciendo negocios a diario con israelíes. Es por ello, también, por lo que, a pesar de la campaña de BDS, palestinos e israelíes continúan celebrando seminarios y conferencias conjuntas en Israel y en distintas partes del mundo”.

 

Por ejemplo, Joel. S. Fishman (The BDS message of anti-Zionism,anti-Semitism, and incitement to discrimination) señalabaque:

 

“… la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 16 de julio de 2009, [dictaminó] que el boicot de un alcalde francés, impidiendo la venta de productos alimenticios israelíes en la cafetería municipal, representó ‘incitación a un acto de discriminación’. Esta definición es significativa porque vincula el acto de boicotear a la incitación y la discriminación, que revela una relación que en general ha sido pasada por alto”.

 

El 8 de febrero de 2014, el canal israelí Arutz Sheva informaba que:

 

“… la Corte Suprema [del Reino Unido]… [dijo] que la fábrica [Ahava cosméticos] no contraviene la IV Convención de Ginebra por el simple hecho de estar ubicada en un ‘asentamiento’, indicando que en su opinión ese sólo sería el caso si alentó a activamente a personas a trasladarse allí. Según los expertos legales internacionales, tales fábricas – y la presencia de comunidades en general – no son ilegales en absoluto, ya que la IV Convención de Ginebra no se aplica Judea y Samaria”.

 

En tanto, en Paris, y según publicaba el diario Ha’aretz el 29 de enero de 2014, una corte falló que un grupo francés pro-boicot debe compensar a SodaStream por denigrar sus productos y debe cesar y desistir de afirmar en su página web y en otros anuncios que los productos de la compañía israelí se venden ilegalmente. La corte razonaba que, si bien el boicot es una herramienta legítima, la forma en que se implementa debe ser de una manera apropiada.

 

 

Hipocresías

 

Como ya se indicara con anterioridad, el diario El País informaba que:

“Trece ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, entre ellos el español, han pedido a la Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de esa institución que siga a delante con sus planes de exigir que los artículos de consumo producidos en asentamientos israelíes…, lleven un tipo de etiquetado que los distinga del resto, para que los consumidores dispongan de esa información a la hora de decidir si los adquieren o no”.

Eugene Kontorovich, profesor en la Northwestern University School of Law, especialista en Derecho Internacional,  sostenía(24 julio 2013) que:

“… la conducta de los propios europeos demuestra que esto no es sobre la implementación del derecho internacional. Muchos países de la región ocupan territorios extranjeros e incluso establecen asentamientos allí. El ejemplo más evidente es la ocupación turca de Chipre;  otros, incluyen la subyugación del Sahara Occidental por parte de Marruecos, la reciente conquista de parte de Georgia por parte del  compañero de la UE en el ‘Cuarteto para Oriente próximo’,  Rusia…  En ninguno de estos casos la UE promulgó dichas directrices – incluso cuando se refiere a la iniciativa turca en curso de asentamiento en el territorio de Europa”.

Es más, Kontorovich señalaba que las directrices europeas contienen una excepción masiva que socava la idea de que esto se trata del derecho internacional en lugar de la política exterior de la Unión Europea. El artículo 15 exime a los grupos que “promueven el proceso de paz de MedioOriente en línea con la política de la UE”. O los Convenios de Ginebra y las normas relacionadas prohíben a los israelíes tener algo que ver con Cisjordania, o no bien no lo hacen – pero ciertamente no contienen ninguna excepción con  ‘las cosas que le gustan a la UE’. La exención revelael verdadero propósito de las reglas: el fin es promover la política exterior europea, no reivindicar el derecho internacional. De hecho, la esencia del Estado de Derecho es la aplicación de reglas generales a casos similares, con independencia de las simpatías de cada uno. La aplicación denormas únicas para el Estado judío es lo opuesto a lo legal.

Y, mientras la UE se despacha con directrices que es incapaz de aplicar a otros países, el dinero que financia la campaña del BDS, según la organización NGO Monitor, proviene, en su mayoría, de la mismisima Europa, que generalmente incluye fondos de los contribuyentes canalizados a través de procesos secretos hacia organizaciones que operan bajo la bandera de la promoción de los derechos humanos, la ayuda humanitaria, la democracia y la paz. Como resultado, mientras que las resoluciones, paneles, peticiones y otras formas de boicot anti-israelí se están llevando a cabo en los Estados Unidos, las “armas” y la organización detrás del asalto son europeas.

 

 

Definición de Trabajo de Antisemitismo de la Unión Europea

 

Ejemplos de las formas en que el antisemitismo se manifiesta en relación al Estado de Israel son:

 

Negar al pueblo judío el derecho de autodeterminación, por ejemplo afirmando que la existencia del Estado de Israel es un proyecto racista.

 

Aplicar una doble moral exigiendo al Estado de Israel un comportamiento que no se espera y demanda de ningún otro Estado democrático.

 

Usar símbolos e imágenes asociadas con el antisemitismo clásico (por ejemplo, la acusación de que los judíos asesinaron a Jesús o el libelo de la sangre) para caracterizar a Israel o a los israelíes.

Realizar comparaciones entre la política israelí actual y la de los nazis.

 

Responsabilizar colectivamente a los judíos por acciones del Estado de Israel.

 

 

Sin embargo, críticas a Israel comparables a las que se hacen a cualquier otro país no pueden ser consideradas antisemitas.

 

Algunas empresas europeas parecen seguir la selectividad moral de la Unión Europea. Incluso cuando las “directrices éticas” se aplican sólo a un país: Israel, evidentemente.

El diario Ha’aretz (1/2/2014), informaba que:

“El banco más grande de Dinamarca decidió ubicar en la lista negra al Bank Hapoalim debido a su participación en la financiación de la construcción de asentamientos.”.

En tanto, el medio israelí Walla señalaba que:

“El Danske Bank ha actualizado recientemente su lista de empresas con la que no trabaja por razones éticas para incluir Bank Hapoalim de Israel, que tiene varias sucursales en asentamientos a través de la línea verde y ha invertido en numerosos proyectos a lo largo de la Ribera Occidental…”.

Según publicó Jewish Press (2/2/2014), el Danske Bank le suministró servicios financieros a Tanchon, una compañía de Corea del Norte que vendió misiles balísticos a Irán.

Los documentos de Wikileaks – tan famosos entre los periodistas, y tan ignorados cuando conviene – revelaron el siguiente cablede Estados Unidos a Dinamarca:

“SOLO PARA DINAMARCA:– Anteriormente les habíamos planteado en marzo de 2006 nuestra preocupación (REFL) de que Tanchon Commercial Bank mantuvo una cuenta correspondiente con el Den Danske Bank AS-Copenhagen. De acuerdo con la información del Bankers Almanac de abril de 2009, Tanchon sigue manteniendo esa cuenta”.

¿Tal vez las «razones éticas» son algo más bien reciente, posteriores a abril de 2009?

 

Veamos…

 

Uno de los principales accionistas del Danske Bank es el Grupo Maersk, (Maersk Line , naviera -, APM Terminals – servicios portuarios -, Maersk Oil – compañía petrolera – y Maersk Drilling – especialistas en el litoral marítimo).

 

Principales accionistas del Danske Bank.

 

 

 

Maerks Oil es una rama del Grupo Maersk. Centrémonos en la msima, y en uno de los países en los que tiene “proyectos claves”.

 

 

 

 

El historial de derechos humanos de Kazajistán – un país que dista mucho de ser democrático -, según Human Rights Watch, “se deterioró seriamente en 2012, tras violentos enfrentamientos en diciembre de 2011 entre policía y manifestantes, entre ellos trabajadores petroleros en huelga… La libertad de reunión está restringida y decenas fueron multados o sentenciados a arresto administrativo a principios de 2012 por participar en protestas pacíficas. Una ley restrictiva sobre la libertad religiosa sigue en vigor. Los medios de comunicación permanecen bajo estricto control y hubo ataques contra los periodistas independientes. La legislación que regula los derechos de los trabajadores es vaga y oneroso, y la prohibición de huelgas en ciertos sectores de la economía restringe indebidamente los derechos de los trabajadores”.

“…tras violentos enfrentamientos en diciembre de 2011 entre policía y manifestantes, entre ellos trabajadores petroleros en huelga…”; “y la prohibición de huelgas en ciertos sectores de la economía restringe indebidamente los derechos de los trabajadores”. Vaya, qué conveniente para una empresa petrolera…

¿Alegó «motivos éticos» el Danske Bank?

Mientras se señala a Israel como al “hombre de la bolsa o el Coco” de la política internacional, otros países que violan con creces los derechos humanos – y, por lejos, más que Israel -, gozan del silencio connivente de “la mayoría”, de “la comunidad internacional”.

Sarit Catz, analista de CAMERA, decía que es notable que si el BDS – y lo mismo podría decirse de la Unión Europea – realmente está preocupado por las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional, es notable que no ponga atención alguna en los violadores de los derechos humanos y en los Gobiernos opresivos que existen en Corea del Norte (donde cientos de miles de disidentes políticos han sido encarcelados y torturados); China (practica la “discriminación contra las mujeres, minorías y personas con discapacidades; tiene una coercitiva política de limitación de natalidad, que algunos casos resulta en abortos forzados y en esterilización forzada); Iran (donde incluso la ONU señaló que se persiguen a las minorías; donde los ciudadanos están sujetos a “torturas, detenciones arbitrarias y juicios injustos” y donde “hubo un aumento notable en aplicación de la pena de muerte, incluso en casos de opositores políticos y delincuentes juveniles”. La homosexualidad en Irán es un delitopenado con la muerte).

 

O, por ejmplo, que no preste atencion a Arabia Saudí, donde las violaciones de las leyes de los derechos humanos están consagradas en el código legal del Reino, incluyendo la discriminación sistemática contra las mujeres y las minorías, donde los ciudadanos están sujetos a arrestos arbitrarios y detenciones; donde se niega el derecho a un juicio justo y público, donde hay torturas, abusos y restricciones a las libertades de expresión, asamblea, asociación, movimiento, y severas restricciones sobre la libertad religiosa); o Jordania, donde los palestinos se han encontrado con discriminación y muchos son tratados como extranjeros y obligados a pagar en moneda extranjera, lo que dificulta matricularse en universidades jordanas. Las opciones de carrera de los palestinos se limitan al sector privado; se les niega el acceso a los círculos de toma de decisiones y las instituciones del. Muchos ciudadanos jordanos de origen palestino fueron recientemente despojados de su ciudadanía, y con ello numerosos derechos.

 

Ejecuciones públicas en Kermanshah (Fuente: hriran.com)

 

 

Pero, ¿por qué la Unión Europea actúa como lo hace? (los motivos del movimiento BDS son evidentes)

Según Joel S. Fishman (The BDS message of anti-Zionism,anti-Semitism, and incitement to discrimination), es cuestión de geopolítica:

“… la Unión Europea y sus miembros tienen sus propias ambiciones geopolíticas en la región [Medio Oriente]. Y éstas han encontrado expresión en una preferencia por el enfoque de ‘poder blando’ plasmado, por ejemplo, en el Plan Prodi, presentado en un discurso de octubre de 2003 en Alejandría titulado ‘Intercambio de estabilidad y prosperidad’, que destacaba una visión de una gran Cuenca Mediterránea donde prevalecería la armonía Europea y árabe y la cooperación. Asimismo, varios miembros de la UE han aplicado el enfoque de poder blando mediante la financiación de ONG en Israel y la Autoridad Palestina. Estas agencias funcionan como grupos de avanzada, cuya tarea es socavar la cultura política de Israel, dividir a su gente y desestabilizar la democracia”.

De hecho, Steven J. Rosen aseguraba que:

“La fuerza externa más potente que presionar al gobierno de Estados Unidos para distanciarse de Israel no es la de las organizaciones árabes, las embajadas árabes, las petroleras o el lobby del petrodólar. Más bien, se trata de los europeos, especialmente los británicos, franceses y alemanes, que son el lobby árabe más influyentes frente al gobierno de Estados Unidos”.

Fishman sostenía que los gobiernos siguen esta política porque lo consideran en su interés directo, que también incluye la difusión del mensaje del BDS. Quieren reducir, sino eliminar, la posición de Washington en la región y reemplazarla.

Así es que el movimiento de BDS ha recibido, según Fishman, “un generoso mecenazgo de las partes interesadas dentro y fuera de la región que buscan promover sus propias ambiciones geopolíticas. Estas incluyen a gobiernos extranjeros que trabajan con frecuencia a través de la intermediación de ONG y, más recientemente, la Hermandad Musulmana”.

Justamente, en un artículo publicado (6/6/2011) en el Gatestone Institute, Soeren Kern advertía que muchos de los grupos pro-palestinos que persiguen el boicot contra Israel están siendo financiados por los gobiernos europeos. Un análisis realizado por la organización ONG Monitor muestra que agencias oficiales y semioficiales a nivel nacional, provincial y municipal en Europa están gastado decenas de millones de euros cada año para las organizaciones que participan en actividades BDS contra Israel.

 

Conclusión

Desde el boicot árabe contra la existencia del Estado de Israel (y, antes, contra la presencia de judíos en Tierra Santa), pasando por las imposturas soviéticas, parece haberse arribado a la creación de un producto del odio que ha virado de lo evidente, de lo explícito, a lo sobreentendido y ambiguo, que se vale de los eufemismos para perseguir el mismo fin de siempre.

Decía el escritor y filósofo francés Bernard-Henri Lévy que nos encontramos a una campaña hábilmente orquestada, pero falaz, belicosa, antidemocrática. Y argumentaba que esto era asía porque:

“… se boicotea a los regímenes totalitarios, no a las democracias. Se puede boicotear a Sudán, culpable de haber exterminado a una parte de la población de Darfur. Se puede boicotear a China, culpable de violaciones masivas de los derechos humanos en el Tíbet y en otros lugares. […] Incluso podríamos imaginar, como antaño con la Argentina de los generales fascistas o la URSS de Breznev, un boicot contra ciertos regímenes árabes en los que la libre expresión de los ciudadanos está prohibida y, si hace falta, se reprime a sangre y fuego. Pero no se boicotea a la única sociedad de Oriente Próximo en la que los árabes leen una prensa libre, se manifiestan cuando lo desean, envían diputados al Parlamento y disfrutan de sus derechos civiles. No se boicotea, se piense lo que se piense de la política de su Gobierno, al único país de la región -y más allá de la región, a uno de los países del mundo, por desgracia no tan numerosos- en el que los electores tienen el poder de sancionar, reorientar o derribar al mencionado Gobierno. De tal modo que presentar como fuente de su «principal indignación» el funcionamiento de una democracia que, como todas las democracias, es por definición imperfecta pero perfectible (y, en cambio, no decir ni una palabra sobre los millones de víctimas de las guerras olvidadas de África, sobre la caza de cristianos en Oriente o, no hace tanto, sobre la masacre de los musulmanes de Bosnia) es, en el peor de los casos, indigno, y en el mejor, profundamente estúpido”.

 
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