Días Especiales

23447 es el número de vidas arrancadas a sus seres queridos.

Días especiales estos últimos en Israel, donde se une la inmensa tristeza provocada por la ausencia de aquellos que ya no están, porque han dado su vida por nosotros, y la igualmente inmensa alegría de festejar el día de la independencia, aquello justamente por lo que ellos murieron a lo largo de los años de existencia del Estado de Israel e incluso antes.

La mayoría eran jóvenes, hombres y mujeres que ni tan siquiera tuvieron tiempo  de dejar de ser jóvenes, de protestar contra la vida o de embarcarse en aventuras locas desafiando a la vida.

Otros seguían la saga en ese inmenso cementerio militar de Har Hertzl, donde yacían padre, hijo, hermano…….sin piedad para el dolor.

Y yo miraba las caras de esas madres, padres, hermanas, hijas, novias, esposas, amigas, donde solo la sombra de las lágrimas contenidas endurecía la mirada, pero estaban allí, recordando y presentando sus respetos  a un alma volando fuera de su abrazo.

Es tan difícil imaginar el dolor ajeno……

Y tan desgarrador pensar en el alto precio pagado por la libertad de existir en su propia tierra.

Como todo en Israel, el pensamiento, sutil y pragmático, rinde su poder a la vida y hasta las madres, padres, esposas e hijitos  siguen adelante con vidas donde sus números ya no cuadran como al principio.

Al lado de cada tumba, plantada de romero a lo largo de su superficie con una roca simulando quizás una almohada, hay un taburete blanco, el mismo en todo el cementerio.

Y para cada espacio de tumbas colocadas con arte y diseño botánico, que  transforman al cementerio en una especia de jardín en terrazas, con rincones más pequeños, curvas y espacios abiertos, , hay una regadera colgada de un simple palo.

Una regadera de plástico sin pretensiones, para recoger las lagrimas y aferrarse a la vida de las plantas.

Siempre un detalle material que pueda transformar el triste luto en rito de vida.

Banderas a media asta, trompetas que claman su bajada, sirenas por todo el país marcando minutos de silencio que todos y cada uno respeta, con la mirada baja, el corazón encogido, casi detenido para honrar a aquellos heroes que ya no nos acompañan.

Y pasa el día, con su pensamiento. Solo música especial en la radio. Y mucho respeto entre todos los ciudadanos. Se lo debemos bien a los que recordamos…..

Y llega el día siguiente con su estrepitoso resurgimiento de alegría, como para dejar bien estipulado en los cantos, en las banderas que vuelven a ocupar lo alto de su mástil, en las trompetas que los militares tocan con a la vez pesar y orgullo,  el día de la Independencia, 68 años de edad, toda una corta vida, una eternidad a la vez, y un milagro  día tras día.

Y millones de banderitas , banderolas, banderas ondean por todas partes y recorren los rascacielos; los parques se colman de familias disfrutando de la sombra de sus árboles, ganada con duro esfuerzo, y del frescor de la hierba, todos anclados en la tierra, festejando también un milagro, a la vez humano y divino.

Cada uno puede pensar a su gusto.

Pero esta tierra fue recuperada con sangre, con amor y con tesón, y por ello sus frutos son arboles fuertes, a veces torturados, pero siempre con muchas raíces acariciando el suelo, alimentándose de lo que con tanto sacrificio pudieron construir.

Construir. Crecer. Mejorar. Aprender.

Aprender a vivir con dolor, pero vivir y asemejarse a esas jacarandas, que, al llegar la primavera, se cubren de flores rojas, o malvas, elevando su sombra protectora cada año, aunque hayan sufrido del viento y de la sequía.

Israel es ese árbol, enraizado y tenaz, que hunde sus raíces, eleva sus ramas en todos los sentidos, a veces torcidas, a veces partidas, pero siempre resurge con una floración a tiempo, para disfrute de nuestros ojos y alivio de nuestra alma.