Estas valientes personas saben lo que sucedió con sus predecesores en «la guerra contra los intelectuales árabes.» El escritor Tahar Djaout murió en 1993 a manos de los islamistas de Argelia, al igual que el periodista Farag Foda, famoso por sus agudas sátiras sobre el fundamentalismo islámico. Antes de su asesinato, Foda había sido acusado de «blasfemia» por la gran mezquita de al-Azhar.

 Ante el avance del terrorismo islamista, estos librepensadores del mundo musulmán deben ser apoyados. Porque si los enemigos de la libertad provienen de las sociedades libres y estas se arrodillan ante los soldados de Alá, el mundo no tendrá futuro. Estas personas son la resistencia orgullosa y dolorosa de quienes se rebelan a Alá y configuran uno de los más bellos testimonios de nuestro tiempo. Estos «rebeldes» de Alá son también la única esperanza real de la reforma para el mundo islámico y para la preservación de la libertad de todos nosotros y no deben ser abandonados por Occidente.