Hoy en día, Irán está en Irak con el pretexto de protegerlo de ISIS, que aún controla Mosul y un importante número de ciudades iraquíes manteniendo así la amenaza que da aire al régimen de los mullah.

El diario libanes An Nahar -en su edición en lengua árabe- publicó un editorial muy descriptivo y real sobre Irak. En su título se efectuaba una pregunta central: ¿Es Irán parte de la agitación en Irak para quedarse en el país? El diario beirutí respondía a ese interrogante de modo categórico: «No hay duda que lo es». «Teherán está apoyando ciertos grupos chiítas contra sunitas e incluso contra otros chiitas. También está detrás de la creación de la milicia de las Fuerzas de Movilización Popular que compite con el ejército regular de Irak, lo cual genera el debilitamiento del gobierno central».

No son pocos en la región los que creen que Irán es uno de los cerebros detrás de ISIS, pero no es fácil para la comunidad internacional probar que Irán es el único que toma partido y se beneficia de la existencia del ISIS, cuyas amenazas a la República Islámica dieron la excusa perfecta a la Guardia Revolucionaria Iraní para entrar en Irak y encabezar la batalla contra la organización terrorista, Así, Irán mostró que si  sus  fuerzas militares no ingresaban, Irak estaría hoy totalmente bajo gobierno del ISIS.

El diario egipcio Al Watan publicó el jueves pasado un completo informe de la crisis regional en el que indica que «ISIS es un reflejo de Al Qaeda, que surgió durante la presencia de EEUU en Irak. En aquel entonces, Al Qaeda tuvo éxito en sabotear el proyecto político iraquí permitiendo que los grupos pro-iraníes puedan dominar militar y políticamente en Bagdad».

El embajador saudita en Irak, Thamer Al Sabhan, recientemente declaró a la cadena televisiva Al Arabiya lo que se considera claramente una expresión en referencia a los iraníes. Sabhan dijo:«Alguien, desde el propio Islam, está tratando de crear una grieta irreconciliable en las relaciones entre Arabia Saudita y los diferentes componentes del pueblo iraquí». Esta es la primera vez que una declaración oficial refleja tan claramente la lucha saudita-iraní en Irak.

La confrontación entre los dos países pasa por diferentes razones, pero básicamente por cómo Teherán quiere dominar Irak y sus recursos energéticos. A los sauditas no les interesa el petróleo iraquí, ellos son más ricos que Irán e Irak juntos. Sin embargo, lo que sí cuenta para Arabia Saudita es la protección de sus fronteras y detener la expansión del Irán chiita.

El error estratégico político saudita en Irak es que retrasó durante años su presencia allí debido a que Riad rechazó participar en lo que era visto como una ocupación dirigida por EEUU y se negó a influir en el establecimiento del nuevo gobierno iraquí.

Teherán, sin embargo, cooperó con los norteamericanos y a cambio ganó influencia que dio lugar a la situación actual.

Aun así, el interés de Arabia Saudita coincide con el de la población iraquí, cuya aspiración es tener un país libre de cualquier dominación extranjera y controlar sus propios recursos de agua y petróleo. Arabia Saudita y otros países del Golfo son ricos y no necesitan controlar Irak. En su lugar, quieren un régimen que no se parezca al de Saddam Hussein y no sea un títere de Irán.

Los países del Golfo ahora son conscientes que la propagación de ISIS, Al Nusra y Al Qaeda en Irak, Siria y Yemen los tiene también a ellos como objetivos. Del igual modo, han comprendido que el único país que se beneficia de estos grupos terroristas es Irán, quien, directa o indirectamente los utiliza para debilitar los poderes regionales, interferir en sus asuntos, sostener la dictadura Siria e intentar anexionar tanto a Yemen como al Líbano, al tiempo que construye alianzas internacionales para servir a sus objetivos.