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| jueves abril 25, 2024

Un día sin milagros


Este fin de semana el calendario de los judíos está marcado por una fecha fatídica: el día 9 del mes de Ab (Tishá be-Av, en hebreo). En esa fecha coinciden algunos de los sucesos más desgraciados de nuestra historia. La destrucción del Primer Templo por el babilonio Nabucodonosor II en el 587 antes de la era común, la del Segundo Templo por el romano Tito en el 70 de nuestra era, la caída de la fortaleza de Betar y el aplastamiento de la rebelión de Bar Kojba menos de un siglo después, la expulsión de los judíos de Inglaterra, Francia y España en la Edad Media: todos estos hechos ocurrieron en diferentes épocas, pero en la misma fecha, en el noveno día del undécimo mes del año.

A diferencia de otros días destacados del calendario hebreo, en éste no hubo milagros que protegieran al pueblo de su extinción o masacre, como en Pésaj o Purím, que coinciden además con la luna llena del día central (15) del mes lunar correspondiente: Nisán y Adar, respectivamente. Ni siquiera milagros simbólicos como el de Janucá (que acontece un 25 de Kislev) que no aparecen recogidos en la Torá, sino en las tradiciones compiladas en el Talmúd y la Mishná, como este 9 de Ab, cuyo ayuno y abstinencia justifican incluso en un hecho bíblico anterior a los sucesos relatados: cuando Moisés mandó 12 espías para informarle sobre la tierra de Canaán y estos regresaron con malas noticias, por lo que los hijos de Israel sollozaron y se desesperaron por no poder ingresar a la Tierra Prometida después de vagar 40 años por el desierto.

Hay una paradoja en el propio nombre de la fecha. Ab, como todos los nombres de meses hebreos, deriva del acadio y en ese idioma significa juncos, que se recolectaban para esa fecha. Sin embargo, en hebreo, las mismas letras significan “padre”. Por otra parte, en la tradición simbólica judía, el 9 está asociado a la gestación (los “mueve meses de la prenyada” de la canción de Pésaj “Ken supiese y entendiense”, versión en judeoespañol del “Ejad mi yodea”). Por lo tanto, en una misma fecha, y sin ánimos kabalísticos ya que no tratamos textos sagrados, confluyen la maternidad y la paternidad. ¿Es una simple casualidad lingüística o una señal de disonancia semántica?

Lo que está claro es que si hay un día en que, pese a las desgracias, no hubo – según la tradición – intervención divina, es éste: sin final feliz, demostración de que nuestro destino está en nuestras manos y en lo que hagamos o dejemos de hacer, más allá de las plegarias para que el maná siga cayendo del cielo cuando estemos al borde de la inanición. Es el momento de que los padres gesten sus propias soluciones.

Shabat shalom
Director de Radio Sefarad
www.radiosefarad.com

 
Comentarios

no siempre podemos estar esperando milagros. en estas fechas fuimos castigados; castigados por nuestros pecados, o mal comportamiento ante D»s y los hombres. y debemos hacernos cargo de ello. los milagros suceden cuando Dös nos salva de la destruccion o de quienes quieren nuestra destruccion

Particularmente no creo que la confluencia de hechos calamitosos en torno a una misma fecha, tenga que ser interpretado en clave profética o como resulta de un destino colectivo … Cierto es que tampoco creo en casualidades (aunque haberlas hailas, como dirian en Galicia) …
Lo que queda en claro en relacion a esta nefásta éfeméride, es que cada uno de los hechos luctuosos que en ella acontecieron alternativamente a traves de los siglos, teniá su origen en la desobediencia hacia Di-s de los hijos de Israel, ya sea por simple rebeldia al mandamiento recibido, ya por incredulidad, basta para cercionarse de ello, con repasar los téxtos Biblicos alusivos a cada uno de esos episodios o en sus defecto los escritos rabinicos posteriores …
Concluiremos pues, que incredulidad y desobediencia, determinan reprimenda y en ocasiones castigo por parte de Di-s, lo cual no supone que debamos permanecer inactivos ante la adversidad, en espera de una intervencion Divina Providencial, sino aplicarnos a «acompañar» ésta con arreglo a lo que dicten las circunstancias … no se trata pues de elegir o desechar la opcion de fé en detrimento a la del razonamiento, ni al reves, , sino de compaginarlas, sin perder de vista la confianza en la Voluntad Divina, y teniendo en cuenta la responsabilidad que nos incumbe en relacion a nuestras tomas de decision, y en las consecuencias que de ellas se deriven …

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