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| jueves marzo 28, 2024

La crucial importancia del Archivo Ben Laden


La Oficina del Director de Inteligencia Nacional [ODNI, por sus siglas en inglés] hizo públicos el 19 de enero 98 nuevos ítems encontrados en la última residencia de Ben Laden. Si la ODNI se sale con la suya, esos documentos serán los últimos que vean los ciudadanos de Estados Unidos en una temporada. El comunicado que los acompañaba se denomina Se cierra el libro sobre Ben Laden. La Comunidad de Inteligencia hace públicos los últimos documentos de Abotabad. La ODNI dijo que su divulgación “marca el fin de una labor de dos años y medio de desclasificación de varios centenares de documentos recuperados” en la operación de Abotabad.

Pero el total de archivos desclasificados hasta ahora, incluyendo estos últimos documentos, es sólo una parte insignificante de lo encontrado en el refugio del jefe de Al Qaeda. Y si a los ciudadanos y los medios les preocupa la transparencia, deberían presionar para poder ver más.

Como ya informó con anterioridad The Weekly Standard, en Abotabad había más de un millón de documentos y archivos. Algunos (hojas en blanco, duplicados, recortes escaneados de medios públicamente disponibles, etc.) carecen de valor. Pero otros muchos miles permiten poner luz sobre cómo ha venido operando Al Qaeda.

El 8 de mayo de 2011, Tom Donilon, el entonces consejero de Seguridad Nacional del presidente Obama, explicó que los documentos y archivos de Ben Laden podrían llenar “la biblioteca de una universidad pequeña”. Donilon abundó en que la información recuperada demostraba el papel activo de Osama ben Laden. En el momento de su muerte, el fundador de Al Qaeda supervisaba una cohesionada red internacional, y recibía periódicamente información de todo el planeta.

En 2012, The Washington Post informó de que las autoridades estadounidenses “describieron la colección completa del material de Ben Laden como el mayor alijo de archivos terroristas jamás capturado, con unas 100 memorias flash y DVD, así como cinco discos duros, montones de papeles y el diario manuscrito que llevaba el líder de Al Qaeda”.

Hasta la fecha, la ODNI ha hecho públicos o listado sólo 620 ítems encontrados en la casa de Ben Laden. Sólo 314 de ellos son material desclasificado.

Es una insignificante fracción de la colección completa.

La Casa Blanca del presidente Obama también hizo públicos 17 archivos a través del Centro de Lucha contra el Terrorismo de West Point en 2012. Y otro puñado de documentos pudieron llegar al conocimiento del público durante un juicio por terrorismo celebrado en Brooklyn en 2015. Pero incluso sumando estos archivos la opinión pública sólo ha visto una pequeña cantidad de documentos en comparación con el alijo completo.

El general Michael Flynn, consejero de Seguridad Nacional del presidente Trump, ha leído y sido informado sobre algunos de los archivos de Ben Laden. El general Flynn también luchó para que los documentos se aprovecharan al máximo. El año pasado, Flynn escribió que sólo una “diminuta fracción” había sido puesta al alcance del público. Eso era antes de la publicación del día 19. Pero esos nuevos 98 ítems apenas suponen un aumento apreciable.

La transparencia es importante por varios motivos. Consideremos las propias declaraciones de la ODNI sobre esta última desclasificación, y observaremos que ofrecen una imagen sumamente incompleta sobre la relación -que ya dura décadas– entre Al Qaeda e Irán.

¿Por qué la  ODNI querría tratar de presentar los puntos de vista de Ben Laden sobre Irán como fijos y negativos –“odio, suspicacia”– cuando los documentos escritos por el propio Ben Laden cuentan una historia mucho más matizada, aunque problemática?

Es indudable que algunos de los archivos de Ben Laden documentan los problemas y tensiones en la relación de Al Qaeda con Irán. A Ben Laden le preocupaba que algunos de sus familiares pudiesen estar siendo vigilados por la inteligencia iraní. En un determinado momento, Al Qaeda incluso secuestró a un diplomático iraní con el fin de forzar un canje de prisioneros. Algunos gerifaltes de Al Qaeda han sido mantenidos en custodia iraní durante años.

Pero hay mucho más al respecto, por ejemplo, documentos que detallan la prolongada connivencia de Irán con Al Qaeda. La ODNI, básicamente, está pidiendo a los lectores que se centren en los días malos del matrimonio de Al Qaeda con Irán e ignoren los buenos.

Un documento desclasificado anteriormente, al parecer elaborado por el propio Ben Laden, resume sus puntos de vista sobre Irán. En una carta fechada el 18 de octubre de 2007, Ben Laden advertía a uno de sus subordinados en Irak que no amenazara abiertamente con atentar dentro de Irán. Ben Laden explicaba por qué:

No nos consultaste acerca de este grave asunto que afecta al bienestar general de todos nosotros. Esperábamos que consultaras con nosotros estos temas importantes, porque, como sabes, Irán es nuestra principal arteria de financiación, personal y comunicaciones, y también en el asunto de los rehenes.

Ben Laden era pragmático a la hora de tratar con Irán por razones que no son difíciles de entender: Irán era la “arteria principal” para su organización. ¿Por qué la ODNI querría presentar los puntos de vista de Ben Laden sobre Irán como fijos y negativos –“odio, suspicacia”– cuando los documentos escritos por el propio Ben Laden lo contradicen tan claramente?

Desde julio de 2011, los Departamentos del Tesoro y de Estado del presidente Obama han dejado claro varias veces que Irán tenía como rehenes a cabecillas de Al Qaeda. Haciéndose eco de la carta de Ben Laden, el Departamento de Estado incluso ha descrito la red de Al Qaeda en Irán como su “conducto central”.

Los Departamentos del Tesoro y de Estado acusaron públicamente al régimen iraní de permitir a Al Qaeda operar en Irán: en julio de 2011diciembre de 2011febrero de 2012julio de 2012,octubre de 2012mayo de 2013enero de 2014febrero de 2014abril de 2014agosto de 2014 yjulio de 2016.

Además, en una comparecencia ante el Congreso en febrero de 2012, el director de Inteligencia Nacional, James Clapper, describió la relación como un “matrimonio de conveniencia”.

El último comunicado de la ODNI no dice nada sobre dicha conveniencia.

Los archivos de Ben Laden son una fuente de incalculable valor para contrastar los análisis de la comunidad de inteligencia de EEUU. La errónea valoración de la CIA sobre la fuerza de Al Qaeda en Afganistán es un buen ejemplo.

En junio de 2010, el entonces director de la CIA, Leon Panetta, dijo en el programa This Week, de la ABC, que la presencia de Al Qaeda en Afganistán era “relativamente pequeña”, de unos “50 o 100” miembros, “quizá menos”.

Una nota interna escrita por el principal gerente de Osama ben Laden contó ese mismo mes otra historia distinta. En ella, el esbirro de Ben Laden explicaba que Al Qaeda estaba operando en al menos ocho provincias de Afganistán a fecha de junio de 2010. Además, un simple “batallón” de Al Qaeda establecido en Kunar y Nuristán tenía 70 miembros. Dicho de otra forma, sólo un “batallón” de Al Qaeda superaba las cifras mínimas manejadas por la CIA para el total de Afganistán. Las autoridades de EEUU se vieron obligadas a reconocer en los últimos meses que hay muchos más combatientes de Al Qaeda en Afganistán de lo que se había estimado. Si hubiesen analizado correctamente los archivos de Ben Laden, ya deberían haberlo sabido.

Los archivos de Ben Laden son una fuente crucial para comprender las guerras del 11-S y las fortalezas y debilidades de Al Qaeda. La opinión pública estadounidense debería poder ver tantos como fuera posible.

© Versión original (en inglés): The Weekly Standard

© Versión en español: Revista El Medio

 

 

 
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