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| viernes marzo 29, 2024

Beshalaj


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Poco tiempo luego de que los Hijos de Israel salieron de Egipto, el Faraón los persigue para forzarlos a volver; los Israelitas se encuentran atrapados entre el ejército del Faraón y el mar. Di-s le dice a Moshe que eleve su bastón por sobre el agua; el mar se abre para dejar pasar al Pueblo Judío, y luego se cierra sobre los egipcios. Moshe y los Hijos de Israel cantan una canción de alabanza y agradecimiento a Di-s.
En el desierto, la gente sufre sed y hambre y repetidamente se quejan ante Moshe y Aarón. Di-s endulza milagrosamente las amargas aguas de Mará, y luego hace que Moshe extraiga agua de una roca a través de golpearla con su bastón; hace descender maná del cielo antes del rocío cada mañana para desaparecer del campamento israelita por la noche.
Los Hijos de Israel reciben la orden de recolectar una doble porción de maná los viernes, porque éste no descenderá los sábados, el día de descanso decretado por Di-s. Algunos desobedecen y salen a recolectar maná en el séptimo día, pero no encuentran nada. Aarón preserva una pequeña cantidad de maná en un jarro, como un testimonio para futuras generaciones.
En Refidím, el pueblo es atacado por los Amalequitas, quienes son derrotados por las plegarias de Moshe y un ejército reunido por Ieoshua.

LOS DOS SON MILAGROSOS

En nuestra parashá encontramos el relato del maná, el milagroso pan de los cielos con el que los Hijos de Israel se alimentaron durante 40 años, hasta entrar a la Tierra Prometida. Una vez ahí comenzaron a cultivar la tierra, y a comer del pan elaborado con el trigo que ellos cosechaban. ¿Acaso se había terminado el milagro del pan? En realidad no, simplemente hubo un cambio. Del milagro evidente del Pan Celestial, los Hijos de Israel pasaron al milagro oculto de la semilla que en la tierra se descompone para dar origen a la espiga de la cual se saca la harina para amasar el pan.
Claro, cualquiera puede decir que el crecimiento de la espiga es algo natural, pero no hay que olvidar que ¡¡¡NO HAY NADA MAS MILAGROSO QUE LA NATURALEZA MISMA!!!

SILENCIANDO LAS DUDAS INTERNAS

Vino Amalek y peleó contra Israel en Refidim. Exodo 17:8
El ataque físico de la nación de Amalek fue la manifestación externa del ataque espiritual del Amalek interno del pueblo, su duda con respecto al cuidado e intervención de D-os en sus vidas.
Este Amalek interno continúa asediándonos hoy en día, intentando sembrar dudas y enfriar nuestro fervor religioso. Reconoce que D-os existe pero intenta convencernos que D-os es demasiado grande como para preocuparse por los detalles de nuestra observancia judía. Una duda lleva a la otra y eventualmente nuestro Amalek interno nos convence que D-os no está involucrado para nada en la vida humana. Esto, a su vez, causa que abandonemos nuestra búsqueda de Divinidad y espiritualidad.
De este modo, así como el Éxodo de Egipto ocurre nuevamente en cada generación y en cada día, también lo hace la guerra con Amalek. Todos los días, debemos silenciar la voz de duda que busca detener nuestro progreso espiritual. Una vez que dejamos nuestro Egipto interno exitosamente y nos sobreponemos a nuestro Amalek interno, estamos prontos para recibir la Torá nuevamente y entrar en nuestra Tierra Prometida. Implementar exitosamente este proceso de crecimiento espiritual a nivel individual acelerará su implementación colectiva, llevando al mundo a su Redención Mesiánica.

EL DESEO DE RENUNCIAR

El Faraón había aceptado finalmente liberar al pueblo judío. Luego, Dios guió al pueblo judío por la ruta más larga desde Egipto. Dios sabía que si los guiaba por la ruta más corta, los judíos tendrían que enfrentar una batalla. Y Dios dijo…

“Quizás las personas [lo] reconsideren cuando se enfrenten una guerra, y vuelvan a Egipto” (Éxodo, 13:17).
A pesar de que el pueblo judío había presenciado una increíble serie de milagros, Dios sabía que ante la primera señal de “problemas” ellos querrían volver a Egipto.
Cuántas veces has establecido una meta para ti mismo y en el instante en que algo no ha resultado de acuerdo a lo planeado has experimentado inmediatamente dudas, inseguridad y has cuestionado tu habilidad, tu capacidad e incluso la meta en sí misma. Y el sueño que anhelabas se ha diluido lentamente en el mar de los sueños incumplidos del pasado. ¿No es increíble acaso que el día lunes hayas sabido claramente lo que querías y que hayas tenido un plan sólido para cumplirlo, y que el día miércoles estés a punto de rendirte?
Esto se debe a dos impulsos internos opuestos, muy poderosos, que Dios ha puesto dentro de nosotros. Uno de estos impulsos desea cambiar el mundo, escalar las más altas montañas y marcar una diferencia. Mientras que el otro impulso desafía, cuestiona y pone en duda cada parte de su existencia, e intenta con todas sus fuerzas de impedir que logres algo en tu vida.
¿Por qué Dios, que nos ama infinitamente, nos dio un impulso que nos dificulta crecer, triunfar, o experimentar el placer de los grandes logros?
La respuesta es simple: Sólo a través de combatir el intenso “deseo de renunciar” es que podemos disfrutar la increíble alegría y el éxtasis que provienen de un logro. Si Dios sabía que los judíos querrían volver a Egipto ante el primer desafío que enfrentaran incluso después de haber presenciado todos los milagros, entonces claramente el “deseo de renunciar” también está vivo dentro de todos nosotros. No importa cuán grande, fuerte o poderoso seas – este impulso siempre estará ahí.
El conocimiento es poder, y por lo tanto, saber que este “deseo de renunciar” fue diseñado por Dios para que podamos alcanzar nuestro potencial, nos dará la posibilidad de vislumbrar lo que es realmente: Una prueba. ¿Seremos capaces de reconocer que el único propósito de este “deseo de renunciar” es que sintamos que NO podemos cambiar el mundo y que luego combatamos este deseo, o nos detendremos y cuestionaremos toda nuestra existencia?
Cada vez que comiences un nuevo proyecto, comiences una dieta, lances una nueva carrera o persigas una meta, debes saber que te enfrentarás a una guerra. Esta guerra puede disfrazarse y adoptar la forma de personas que te dirán que no tendrás éxito, o del rechazo que enfrentes, o de los obstáculos que inevitablemente encontrarás. Pero recuerda siempre, fuiste “pre-diseñado” por Dios para sentir un deseo de volver a Egipto. No te equivoques, sólo te están poniendo a prueba.
Grandes hombres y mujeres han enfrentado la misma prueba, dudaron de sí mismos y sintieron el deseo de renunciar. Pero para ellos, volver a Egipto no era una opción. Por lo tanto, ellos mantuvieron la compostura, combatieron sus dudas y alcanzaron la grandeza. Sin embargo, hay personas que observan estos logros con asombro y dicen que ellos también habrían alcanzado grandeza si hubieran estado en las mismas circunstancias. Y esa es la gran ironía – sus circunstancias no son sólo similares, ¡son idénticas! Las circunstancias son el “deseo de renunciar”. Los grandes hombres y mujeres vencieron este deseo, mientras que los demás reconsideraron sus metas cuando se enfrentaron a una guerra y volvieron a Egipto.
Por lo tanto, si bien tener un buen plan es algo importante, ¡no desistir es lo primordial!
Sin embargo, incluso después de que tomes la decisión de no renunciar puedes perder la batalla. Pero debes estar tranquilo, porque esto dependerá absolutamente de Dios. Y además ese nunca fue el punto. ¡Ya que el propósito de la prueba era que combatieras el “deseo de renunciar” y de volver a Egipto y que no desistieras! Y como todos hemos sido diseñados para alcanzar la grandeza, es sólo a través de combatir este “deseo de renunciar” que seremos capaces de experimentar la inmensa alegría del éxito. Así que la próxima vez que desees mejorar en algún aspecto, debes saber que las personas que alcanzaron la grandeza a lo largo de la historia no son diferentes a ti, ellos simplemente decidieron estar presentes a la hora de la batalla. (www.aishlatino.com).

 
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