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| jueves abril 25, 2024

El programa de 10 puntos para alcanzar la Paz de Itzjak Hertzog (Líder del Partido Laborista en Israel)


Hace unos días el periódico “Haaretz” publicó una información dramática de Barak Ravid (traducida por Hatzad Hasheni y publicada por Porisrael) sobre una cumbre secreta celebrada en Aqqaba hace un año, con la participación del primer ministro Binyamin Netanyahu, el Secretario de Estado, John Kerry, el rey jordano Abdallah II y el presidente egipcio, Abdel Fattah A-Sisi. Esta conferencia, cuya existencia fue confirmada por el Primer Ministro, y en base a otras medidas adoptadas en paralelo, determinó mi voluntad de examinar la posibilidad de un gobierno de unidad con Netanyahu en marzo mayo del 2016, a favor de intentar un cambio en todo el Oriente Medio.

La información publicada en “Haaretz”(el 19.2 – http://hatzadhasheni.com/netanyahu-ofrecio-en-la-cumbre-de-aqabba-congelar-los-asentamientos-fuera-de-los-bloques-territoriales-a-cambio-de-un-reconocimiento-de-estos-por-barak-ravid-haaretz-2022017/) reveló una pequeña parte de la gran oportunidad que tenía Israel para cambiar la cara del Oriente Medio y que podría haber traído gran esperanza para nuestro pueblo y los pueblos de la región. Un movimiento histórico que, por razones obvias, se mantuvieron en secreto (hasta que hubiese madurado), y que estaba destinada a prevenir nuevos ciclos de violencia y derramamiento de sangre.

Varias veces argumenté, por aquel momento, que Israel se enfrentaba a una oportunidad histórica para un proceso político espectacular que nos obligaba a adoptar decisiones políticas valientes. Mi voluntad de meterme en una alianza que era percibida como un suicidio político – después de haber dicho durante las elecciones que “es nosotros o él” – estaba impulsada ​​por un sentido de compromiso irrenunciable por salvar a Israel de un desastre de un solo país (binacional), y para prevenir mayores pérdidas innecesarias en ambos lados. Sentí que era mi deber el no dar la espalda a la situación que se me presentaba.

Toda mi vida política me he comprometido a la búsqueda de la paz, por lo que decidí ir con una mente abierta y examinar la oportunidad, después de haber recibido expresamente de boca de los líderes más prominentes en nuestra región y en la política mundial, para que una al Majané Hatzioní (Partido Laborista) como una muestra de la seriedad por parte del gobierno israelí. Ellos también confirmaron que Netanyahu les expresó un compromiso explícito para promover el movimiento de paz, siendo él un jugador importante en este proceso.

Por desgracia, en el momento de la decisión, Netanyahu parpadeó. Sucumbió a sus amigos de la derecha y a todos sus miedos, negó los compromisos adoptados y destruyó la posibilidad real que existía, en ese momento, para un acuerdo regional y para cambiar la cara del Oriente Medio. Por mi parte, yo estaba listo para recibir los insultos y las acusaciones de mis rivales políticos, para salvar a mi gente y a mi tierra de otra ronda de derramamiento de sangre, que nos la están asegurando con arrogancia típica los ministros del gabinete durante las últimas semanas.

El presidente egipcio A-Sissi y el rey de Jordania Abdallah II repitieron esta semana, y dejaron en claro, las condiciones fundamentales en la forma en la que veían un proceso regional de dos estados. No una Jordania como un estado palestino de acuerdo a lo que dice Tzipi Hotovely (Vice Ministro de Exteriores), y no un estado palestino en la península del Sinaí de acuerdo a lo que propone Ayub Kara (diputado del Likud). Los líderes responsables debemos seguir luchando por la paz y la solución de dos estados, ¡porque esta es la única solución posible!

En este momento, en vista de la cumbre Netanyahu-Trump, está más claro que nunca que Israel se encuentra hoy, cincuenta años después de la Guerra de los Seis Días, en un cruce de caminos históricos y cruciales. En este momento debemos decir duras verdades.

Una verdad es que los asentamientos (judíos más allá de la línea verde) han alcanzado proporciones que amenazan la existencia misma de Israel como un estado judío. La continuación de la construcción en todos los asentamientos, todo el tiempo, de forma salvaje, dará lugar a la sustitución de un estado con mayoría judía a uno con mayoría árabe. La Ley de Reglamentación más las voces que reclaman la anexión de uno u otro tipo, incluidos los pedidos de anexión de la zona C, son presentadas por los líderes nacionales, son la expresión más tangible de este peligro. Los bloques de asentamientos grandes son parte de la solución. En términos generales la continuación de la construcción en Judea y Samaria son parte del problema.

La segunda verdad es que el control continuo de otro pueblo ha llegado a un punto peligroso, amenaza hoy el carácter moral de Israel y la identidad como un estado democrático.

Y la tercera verdad: Es necesario reconocer que el intento de llegar a una paz permanente en un solo golpe, en una sola conferencia o en un proceso que incluya fórmulas y parámetros acordados para un acuerdo final, todo esto ha fallado. Fracasó en repetidas ocasiones. Con Ehud Barak cuando lo intentó en Camp David, con Ehud Olmert cuando lo intentó en Annapolis y con Netanyahu bajo los parámetros de Kerry, cuando lo intentó en los últimos años. Todos estos esfuerzos terminaron en decepción, y algunos han provocado un aumento de la violencia, la hostilidad y la desconfianza entre los líderes y los pueblos.

No debemos aceptar el Status Quo, pero tampoco debemos repetir los errores del pasado. No debemos poner en peligro la seguridad, pero tampoco podemos permitirnos ir con los ojos abiertos hacia el suicidio nacional.

No a la expropiación y tampoco a la anexión de millones de palestinos, que exigirán plenos derechos civiles. Sólo sirve una solución de dos estados que nos puede ofrecer una salida y poner fin al sangriento conflicto de tantos años. La infraestructura para esto ya existe desde hace años, y ahora existe más que nunca antes.

Existe en la forma de un deseo de integración regional vía un proceso político, gracias a aliados regionales, serios y fuertes, y gracias a intereses comunes, nuestros y de nuestros vecinos para erradicar a ISIS, para disuadir a Irán, y para avanzar con los palestinos. Existen gracias a los principios de la Iniciativa de Paz Árabe, que todavía están vivos, los que se deben combinar con el deseo de separarnos de los palestinos y con el respaldo del proceso del gobierno de Trump.

Estos dos pilares – la infraestructura regional y la separación – en combinación con movimientos fuera de la caja de lo convencional, pueden servir como una nueva hoja de ruta modernizada. Una hoja de ruta real y nueva. Una hoja de ruta medida y realista que sirve como una antítesis al programa de Naftali Bennett.

En comparación con la dejadez del gobierno israelí en el tema, yo ofrezco un marco actualizado que incluye un proceso de varias fases con las siguientes etapas y componentes actualizados… una hoja de ruta de diez puntos:

  • Hay que ratificar a través de un acto de compromiso, por parte de las partes y frente a la comunidad internacional que el objetivo último es la conformación de dos estados, uno junto al otro, que vivan en paz y seguridad en convivencia.
  • Las partes deben determinar que en un periodo de hasta diez años, durante todo este proceso, el territorio ubicado en la zona oeste del Jordán será un área libre de violencia de todo tipo. Se acordará una serie de medidas para imponer la ley con sanciones inflexibles contra cualquier tipo de terrorismo y de incitación. El Consejo de Seguridad adoptará una decisión al respecto y supervisará directamente su ejecución.
  • Al mismo tiempo, las partes se moverán en dirección a la concreción de los estados. Israel va a seguir avanzando en el proceso de separación de los palestinos, completando el cerco (valla) que protegerá a Jerusalén y los bloques de asentamientos, se establecerá una barrera entre Jerusalén y las aldeas palestinas alrededor de Jerusalén, mediante la transferencia de poderes adicionales a los palestinos sobre el terreno, incluyendo la transferencia de poderes civiles a los palestinos en algunas partes de la zona C, entre otras cosas, para permitir el desarrollo urbano de las comunidades palestinas cercanas a la valla y entre las principales ciudades palestinas. Justo lo contrario de lo que exige Bennett.
  • Israel congelará la construcción fuera de los bloques de asentamientos y se abstendrá de cualquier acción que pudiera cambiar la situación sobre el terreno en estas regiones, salvo por motivos de seguridad, para permitir la realización de la visión de dos estados.
  • Al mismo tiempo, se desarrollará intensivamente la situación económica palestina, entre otros gracias a la utilización de instrumentos regionales e internacionales, incluyendo el desarrollo urbano, la reconstrucción de los campos de refugiados y un desarrollo económico e industrial sostenible.
  • Los palestinos, por su parte, actuarán para prevenir todo tipo de terrorismo e incitación. También van a trabajar para concretar un amplio consenso nacional interno palestino, que incluiría la Ribera Occidental y la Franja de Gaza bajo una única soberanía. Si lo hacen, tendrán derecho a declarar un estado palestino con fronteras temporales, y quedará claro que sus fronteras definitivas se determinarán únicamente en el marco de un acuerdo. Israel considerará positivamente el reconocimiento del Estado palestino y anunciará que la ve como su socio para la implementación de un acuerdo final.
  • Las FDI seguirá funcionando en toda la Ribera Occidental, sobre el límite del río Jordán y en la frontera alrededor de la Franja de Gaza. La colaboración en temas de seguridad con la Autoridad Palestina y sus aparatos continuará e incluso se reforzará.
  • Las partes trabajarán para reconstruir Gaza, incluyendo el establecimiento de un puerto, sujetos a estrictas medidas de seguridad, la desmilitarización completa y la destrucción de los túneles.
  • Durante el periodo, y suponiendo que durante estos años no viviremos violencia en la región, se abrirá la negociación directa entre las partes, con el respaldo de los países de la región y la comunidad internacional. Sin condiciones previas, como iguales, con seriedad y determinación, un movimiento hacia la paz total y definitiva para llegar a una solución de todas las cuestiones en controversia, incluso la determinación de las fronteras permanentes, las cuestiones básicas y el fin de las exigencias y el conflicto.
  • Los países de la región apoyarán los movimientos públicamente y con toda su fuerza, como parte de un acuerdo regional más amplio y dramático. Israel va a iniciar el establecimiento de instituciones comunes para el Oriente Medio, para activar el desarrollo y la cooperación regional en diversos ámbitos, como la seguridad, la economía, el agua y la circulación de mercancías y de trabajadores, y sugerirá que Jerusalén sea el centro de esta comunidad regional.

En momentos en los que presenciamos una fuerte tormenta a nuestro alrededor, y cuando somos testigos a lo largo de la línea del tiempo concretarse el peligro de perder a Israel como nuestro estado nación, es allí en donde hay que impulsar el proceso, medido y realista para hacer realidad la visión de dos estados. El proceso conducirá ante todo a una calma, en donde cada parte recibirá algo en cada etapa. Los palestinos reciben el reconocimiento, poderes, más espacio y un horizonte de futuro. Los israelíes obtienen la confianza y el reconocimiento regional, un horizonte y esperanza.

No actuaremos en un galope desenfrenado hacia un cronograma desconocido e imposible. El cambio de dirección nos llevará al optimismo y el condicionante de un silencio absoluto exigirá a los palestinos y a los israelíes a un esfuerzo supremo en contra de la violencia y el terrorismo. Y lo más importante: evitará que nos dirijamos hacia deseos de anexión, hacia un infierno del estilo que se vivió en Bosnia y ahora en Siria. Protegerá el paradigma de los dos estados y el proceso entre las dos naciones se convertirá en realista. La separación progresará, la economía palestina progresará, el desarrollo de la infraestructura regional y principios de la iniciativa de paz cobrarán forma.

Así protegeremos los bloques territoriales de asentamientos para mantenerlos bajo soberanía israelí. Esta será la verdadera victoria del sionismo. Una nueva realidad, con seguridad y confianza mutua que en última instancia, nos llevará a un acuerdo de paz, y nos evitará un desastre.

 

El diputado Itzjak Hertzog es el líder de la oposición, el presidente del Majané Hatzioní y líder del Partido Laborista

 

 
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