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| viernes abril 19, 2024

La solución de un solo Estado es inviable


En la conferencia de prensa celebrada tras la reunión de alto nivel entre Trump y Netanyahu, el pasado día 15, los periodistas no perdieron la oportunidad de intentar vislumbrar qué piensa el inquilino de la Casa Blanca sobre la solución al conflicto entre israelíes y palestinos, y en concreto sobre la muy apoyada, pero hasta ahora poco efectiva, solución de los dos Estados.

Trump dijo, en su estilo, que estaría feliz con la fórmula que hiciera felices a israelíes y palestinos, y sucintamente abrió la puerta a otro tipo de soluciones hasta ahora no planteadas, entre ellas un acuerdo que implicase también a los Estados árabes de la zona.

Ya hemos hablado, ante el estancamiento del proceso de paz, sobre la necesidad de innovar para solucionar el conflicto, y de construir la paz desde abajo, pero siempre hemos tenido un objetivo final definido: que los palestinos administren un Estado democrático y pacífico, que conviva y se relacione con su vecino Israel. Es cierto que los palestinos, a falta de una Palestina, tienen dos: la de Gaza, gobernada por un grupo fanático y terrorista, y la de Cisjordania, gobernada por una élite corrupta. Además, nunca habrá paz si los palestinos no desean convivir con Israel. Sin embargo, tampoco habrá paz si los palestinos no tienen finalmente un Estado. Tenemos muchas, inacabadas e interminables quejas sobre el liderazgo palestino, pero no podemos negar algo evidente: el Estado palestino es la única vía hacia la paz.

Las líneas rojas que propuso Netanyahu en la rueda de prensa: 1) reconocimiento palestino de Israel como “Estado judío”, 2) fin del odio y la incitación hacia los israelíes y 3) control militar del valle del Jordán, son ya conocidas, y van en la línea de lo que sostiene el actual Gobierno israelí; pero aún no existe ni confianza mutua entre las partes ni los palestinos tienen capacidad para administrar un país, dos premisas necesarias para una paz justa y duradera.

El establecimiento de un Estado palestino no sólo sirve a los intereses de los palestinos, también a los de Israel como nación democrática, libre y judía. La solución de un solo Estado sería el fin del Israel democrático y judío. Es un enigma lo que piensan hacer los que abogan por que exista un solo Estado con los palestinos de Cisjordania y Gaza. Tres opciones son barajables, todas ellas nefastas.

En primer lugar, si Israel otorgara automáticamente la ciudadanía a todos los palestinos, en unas posteriores elecciones el vuelco sería inevitable e Israel dejaría de ser un Estado judío. Si se optara por lo contrario, los palestinos estarían privados de derechos democráticos y entonces Israel devendría una etnocracia, donde una minoría judía gobernaría sobre una mayoría árabe reprimida. En este sentido, según el columnista del New York Times Thomas Friedman, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, ha sido tajante: “Israel no puede aplicar y hacer cumplir sus leyes en territorios que no están bajo su soberanía. Si lo hace será percibido en todo el mundo como un Estado de apartheid”.

La tercera opción sería volver a la autonomía local de las ciudades de Gaza y Cisjordania, bajo la ley jordana –como se rigieron las ciudades palestinas desde 1967 hasta los años 80–, con un control israelí total sobre la seguridad y sobre los movimientos. Aunque se favoreciera por parte de Israel el comercio, la industria y la mano de obra palestinos, unos cantones repartidos por Cisjordania y Gaza sólo aumentarían la tensión, el apoyo a los grupos radicales y las demandas nacionalistas; sería una olla a presión, e Israel sería sometido a un ostracismo internacional aún mayor que el de los últimos años.

La idea de posponer o abandonar la creación del Estado palestino no es beneficiosa ni para Israel ni para la paz. Los ciudadanos israelíes son conocedores de ello: un día después de las declaraciones de Trump, una encuesta llevada a cabo por el Tami Steinmetz Center for Peace Research de la Universidad de Tel Aviv reveló que una amplia mayoría se opone a la solución de un Estado; de los israelíes que viven en Cisjordania, sólo un 26% apoyó la idea.

Un solo Estado es inviable; pese a todo, la solución de los dos Estados es la única plausible si Israel quiere seguir siendo una democracia.

 
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