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| viernes abril 19, 2024

Luces y sombras de una visita presidencial


Por más polémico y justificadamente criticado que sea Donald Trump- por su personalidad, su estilo, muchas de sus políticas y declaraciones, además de  los escándalos que lo envuelven antes y desde su asunción- cuando un Presidente de Estados Unidos manifiesta las posturas contundentes que él dejó en claro en lo que va de su primera gira internacional, es natural que Israel haya quedado satisfecho.

El discurso central de su visita a Israel, pronunciado en el Museo Israel el martes por la tarde, podría fácilmente haber sido escrito por un gobernante israelí. No fue simplemente un testimonio de apoyo a Israel, sino un discurso sionista.

Y a nuestro criterio, esa cercanía es más importante aún, tomando en cuenta que no la expresó en un vacío sino en un entorno en el que supo acercarse también al “otro lado”. No sería bueno un presidente que abraza con entusiasmo a Israel mientras choca con los palestinos y ve a los árabes como enemigos. Si bien es inevitable ver con ojos escépticos la gran fiesta en Riad, nos parece positivo que un presidente tan claro en su apoyo a Israel, sepa acercarse  también al mundo musulmán sin ocultar sus visiones pro israelíes pero exhortando a todos a cooperar en lo que debe ser un interés común: la lucha contra el terrorismo.

Es oportuno recordar que tanto durante la campaña electoral como después de asumir, Trump formuló declaraciones y adoptó decisiones muy hostiles al mundo musulmán, que cruzaban la línea de la condena al terrorismo y eran más una generalización  que ponía a todos en la misma bolsa. Adoptar una línea dura y firme contra el terrorismo, no sólo cuando ya ataca sino también en la lucha para prevenirlo, era y es importante. Pero antagonizar al mundo musulmán todo, no iba a conducir a nada. Parecería que Trump ha cambiado de línea en este sentido y lo consideramos oportuno, positivo.

Por otro lado, es inevitable agregar una cuota de escepticismo al respecto. ¿Será por meros intereses, como la transacción de armas varias veces millonaria que firmó en Riad? No es de descartar.

Esa venta de armas a un régimen oscuro y fundamentalista como el saudí, que no es amigo de Israel por más que ahora se hable de los intereses comunes contra Irán, no debe alegrar a Israel.

Y probablemente- aunque Trump fue el primer Presidente norteamericano en funciones que fue al Muro de los Lamentos y aunque habló explícitamente del milenario vínculo judío con Jerusalem- ese vínculo especial con Riad es una de las razones por las que no anunció el traslado de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalem.

A pesar de ello, y sin olvidar que habrá que estar atento a lo que haga Arabia Saudita, en lo referente a la alianza contra el terrorismo, es positivo destacar que al  terrorismo hay que derrotarlo desde adentro, que los extremistas deben ser vomitados de las sociedades en las que viven. Y que para lograrlo, necesita que el mundo musulmán sea y se sienta parte del esfuerzo.

Evidentemente, el mundo musulmán no necesitaba a Trump para saberlo. Si hubiera querido, hace mucho habría tomado medidas contra el terrorismo, como sí hacen Egipto y Jordania.

Otro tema clave durante la visita, fue el apoyo al logro de una paz entre Israel y los palestinos. Trump se fue sin haber planteado un plan concreto para el logro de la paz y sin haber hablado explícitamente de un Estado palestino independiente o de la fórmula de “dos Estados”, lo cual los palestinos habrían querido oír. Pero recalcó la importancia de “avanzar hacia un futuro de paz” y se dijo convencido de que tanto el Primer Ministro Netanyahu como el Presidente palestino Abbas, están comprometidos con ello.

Uno de sus mensajes al respecto fue su administración hará todo lo necesario para ayudar, pero que en definitiva, ello depende de las partes mismas.

Quienes temían en Israel pronunciamientos de Trump que  presionaran por ejemplo a seguir una línea que provocaría una crisis de gobierno en Israel-ya que parte de la coalición se opone explícitamente a la creación de un estado palestino- respiró aliviado. Quienes querían justamente que el presidente empuje en este sentido para que algo se mueva, se decepcionaron.

Lo malo del resumen es que con palabras generales en pro de la paz, no basta. Hay que moverse para avanzar.

Lo bueno fue que Trump supo presentar exigencias, en tono amistoso, también a los palestinos,  algo que pocos hacen. Contra la incitación al odio, contra el terrorismo. Eso es esencial.

A diferencia de su antecesor Barack Obama- a quien jamás consideramos “enemigo” de Israel como algunos alegaban, aunque sí creemos que cometió serios errores- Trump puso más hincapié en la lucha contra el terrorismo que en los asentamientos, un tema con el que la administración anterior estaba prácticamente obsesionada.

No nos parecería positivo que el apoyo de  Trump a Israel equivalga a permitir cualquier política del gobierno que avale por ejemplo una construcción masiva en los asentamientos  o la línea de los socios de Netanyahu en la coalición, que quieren anexar a Israel gran parte de Judea y Samaria (Cisjordania). Nos parece nocivo para el futuro de Israel.

Consideramos que hay que negociar el tema y a nuestro criterio, Israel no podrá quedarse en la totalidad del territorio de Cisjordania que hoy controla. Sería imposible en ese caso llegar a ningún tipo de acuerdo y más que nada, esa sería una receta conducente a un estado binacional, una tragedia para el sionismo. La separación de los palestinos es clave, por el bien de Israel, no por los palestinos.

 

 

 
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