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| jueves abril 25, 2024

Polución palestina. Un pequeño secreto sucio


La semana pasada, las autoridades israelíes confiscaron dos tractores, una excavadora hidráulica y otros equipos utilizados por los palestinos para llevar a cabo extracciones ilegales que han dañado una rara reserva natural en el desierto de Judea.

Si los principales periódicos estadounidenses reportaran la historia, el titular probablemente sería: «Israel confisca los tractores de los palestinos».

Yo digo «si», porque realmente no hay mucha posibilidad que el New York Times o el Washington Post cubran alguna vez una historia que refleje mal la causa palestina. Eso socavaría su afán de promover la creación de un estado palestino.

«Los palestinos han estado llevando a cabo actividades en la zona de explotación en  canteras durante varios años, y han aumentado significativamente la extracción  en canteras en los últimos meses, especialmente en la parte superior del barranco Darga, un arroyo estacional que va desde el desierto de Judea hasta el Mar Muerto»-informó Israel Hayom. «La extensa explotación de canteras ha estado destruyendo sistemáticamente el ecosistema de la rara reserva natural».

Según Marco Ben-Shabbat, jefe de la unidad de inspección de la Administración Civil israelí, los palestinos «simplemente van de un lugar a otro en busca de lugares para desenterrar. Es inconcebible que un lugar que ha estado intocado durante 2.000 años fuera dañado de esta manera en cuestión de un mes”. Ben-Shabbat dijo que » se había puesto en contacto con la Autoridad Palestina en un esfuerzo por impedir los daños a la reserva natural  sin la intervención israelí, pero sin resultado».

Toda esta extracción ilegal también resulta ser una flagrante violación de los Acuerdos de Oslo, que prohíben cualquier actividad sin el consentimiento israelí. Pero como los medios de comunicación y la comunidad internacional rutinariamente ignoran las muchas otras violaciones de los acuerdos por parte de los palestinos, ¿Por qué iban a hablar sobre esto?

En octubre pasado, el corresponsal de Haaretz Zafrir Rinat reveló que «los desechos residuales de las áreas de Cisjordania administradas por la Autoridad Palestina han estado contaminando arroyos dentro de Israel durante años. … La semana pasada, el problema condujo por primera vez al cierre de una playa en la zona de Netanya, cerca de la desembocadura del río Alexander”.

Y la playa de Beit Yannai no fue la única víctima de las aguas residuales de las fábricas de aceite de oliva de Nablus, según Rinat: «La Autoridad de la Naturaleza dice que este desagüe mata una gran cantidad de vida animal y el trabajo de rehabilitación realizado en la zona baja el drenaje. La autoridad ha advertido sobre este problema varias veces en el pasado. »

Los periódicos estadounidenses y europeos suelen citar a Haaretz cuando publican artículos que muestran mal a Israel. Elogian a Haaretz como «El New York Times de Israel» y lo presentan como una fuente autorizada de información sobre Israel y los palestinos. Pero en la rara ocasión en que Haaretz imprime algo que habla mal de la Autoridad Palestina, los principales diarios estadounidenses pierden interés.

Recordemos que el año pasado los medios de comunicación internacionales hicieron la vista gorda cuando las autoridades israelíes cerraron una fábrica de carbón en la ciudad de Ya’bad, gobernada por la Autoridad Palestina. La fábrica estaba causando grave contaminación del aire en la región. Israel reiteradamente advirtió a la Autoridad Palestina sobre el problema, pero la AP se negó a actuar, a pesar que el pueblo palestino estaba sufriendo una proporción desproporcionadamente alta de problemas respiratorios debido al humo de la fábrica.

Las implicaciones de la contaminación palestina se aplican cuando se trata de crear o no un Estado palestino. Si hubiera un Estado palestino, cualquier intento de Israel de actuar contra la contaminación emanada de «Palestina» constituiría una violación de la soberanía nacional de otro país. Los israelíes serían condenados, y tal vez incluso enfrentarían sanciones internacionales. El humo tóxico llenaría el aire de Israel, y las aguas residuales mortales fluirían en sus ríos – e Israel no podría detenerlo

Es por eso que los defensores de los palestinos en los medios de comunicación y los grupos de «paz» nunca hablan de la fábrica de carbón en Ya’bad, ni de las fábricas de aceite de oliva en Naplusa ni de la explotación de canteras en el desierto de Judea. Saben que el pequeño y sucio secreto de la destrucción ambiental palestina suscitaría serias preguntas sobre la causa del Estado palestino, preguntas que preferirían no contestar.

https://www.algemeiner.com/2017/06/22/palestinian-pollution-a-dirty-little-secret/

 

 
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