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| viernes abril 19, 2024

Debemos detener a Raed Salah y a su gente


Raed Salah in court after his latest arrest (Photo: Motti Kimchi)
Raed Salah en la corte después de su último arresto (Foto: Motti Kimchi)

Traducido para Porisrael.org por Dori Lustron

Si bien los recientes acontecimientos hacen parecer que los árabes israelíes son el enemigo interior, los agitadores son sólo una ruidosa minoría. Debemos apoyar a la sana mayoría moderada y adoptar una mano firme contra los instigadores e incitadores violentos.

El jeque Raed Salah fue arrestado nuevamente el martes. Estos son sus mejores días. Está teniendo éxito. Tres de sus seguidores llevaron a cabo el ataque terrorista en el Monte del Templo y causaron un brote de violencia. El funeral de los asesinos se convirtió en una manifestación de solidaridad con los shahids (mártires), no como los rallyes antisemitas de Hamas; Un joven árabe fue asesinado en Jaffa y un reportero del Canal 2 fue casi linchado mientras cubría el funeral mientras que los negocios cercanos se negaban a darle refugio. La impresión que nos queda es que los ciudadanos árabes de Israel se están convirtiendo en el enemigo interior.

Pero debemos tener cuidado de no dar a los agitadores y líderes  de la incitación, los Salahs y Zoabis del mundo, más crédito de lo que merecen. Hay Hamasniks entre ellos, sin duda. Pero antes que las heridas que tienen dificultades para sanar se conviertan en una enfermedad incurable, debemos recordar que las encuestas realizadas en los últimos años muestran que la mayoría de los árabes israelíes están en un lugar diferente, en algún lugar mucho menos violento y enfurecido.

Según el Índice de Democracia de Israel, por ejemplo, el 55 % de los árabes se enorgullece de ser israelíes, y en completa contradicción con la lucha de sus jefes, más del 50 por ciento de los árabes quieren hacer el servicio nacional. El porcentaje de reclutas entre ellos aumenta cada año.

¿Cómo explicar esta brecha entre las encuestas, que dan motivo de optimismo, e incluso el proceso de israelización entre los ciudadanos árabes del país, por un lado, y las manifestaciones de violencia y odio, por el otro?

Pues bien, la sociedad árabe en Israel, al igual que las comunidades musulmanas en los países vecinos y en Europa, tiene un núcleo radical que no es muy marginal. A veces son nacionalistas de la variedad Balaad, otras veces son yihadistas de la clase que Salah nutre, y a veces son una combinación de ambos. No necesitan ser mayoría para provocar conflictos e instigar el odio. Ellos no son la mayoría en ninguno de los barrios o suburbios en Europa, donde crean con éxito focos para el islam fanático. Pero tienen una enorme ventaja, a pesar que son una minoría: están decididos, son ruidosos y son violentos.

Y hay otro componente en los países occidentales, como en Israel, que los hace más fuertes. Ellos siempre, y quiero decir siempre, reciben apoyo y justificación de las «fuerzas progresistas». Fueron los judíos de la izquierda quienes distribuyeron una petición de apoyo en la Lista Conjunta Árabe. Aquellos que desprecian a Lehava y a la Juventud Hilltop, los racistas, los fascistas, los chauvinistas y su gente del lado judío, se emocionan al encontrarse con esos tipos en el lado árabe

Las «fuerzas progresistas» no se identifican con la mayoría musulmana que lleva un estilo de vida normal y no se ocupa con el odio hacia los judíos. Apoyan a los furiosos y odiosos. Las justificaciones hechas por esos radicales no fomentan la reconciliación o la paz entre las naciones, sólo la radicalización. Pero esta ha sido la moda desde hace años.

Su mecanismo de justificación tiene muchas excusas: discriminación, exclusión, racismo, ocupación. Esto es absurdo, porque hay otras minorías -tanto en Israel como en otras partes del mundo- que no recurren al odio ni al terrorismo.

Clashes over tensions on the Temple Mount (Photo: AFP)

Conflictos por tensiones en el Monte del Templo (Foto: AFP)

En general, este fenómeno de odio insondable también existe donde no hay un fragmento de exclusión, colonialismo u ocupación. Y sobre todo, existe dentro de las comunidades musulmanas, entre sunitas y chiitas, sunitas y sunitas, hombres y mujeres. Después de todo, ellos son los que lideran el mecanismo de opresión en el que los musulmanes son opresores y oprimidos. Y es siempre la minoría violenta la que oprime a la mayoría.

En lo que respecta a Israel, la minoría árabe ha sufrido discriminación y todavía existe algo de ella. Pero, durante las últimas décadas ha habido un esfuerzo para compensar los pecados pasados. El régimen de izquierda es el que instaló la administración militar en Cisjordania, así como la discriminación, y es en realidad el régimen de derecha el que está invirtiendo en la población árabe. Por ejemplo, el plan quinquenal anunciado por el gobierno más derechista que Israel ha tenido jamás. Además, los árabes israelíes disfrutan de pagos de ecualización del Ministerio del Interior, presupuesto especial por parte del Ministerio de Educación y altos pagos del Seguro Nacional en comparación con su tamaño relativo en la población.

No hay solución mágica. La dirección correcta debe incluir apoyar a la mayoría cuerda y moderada, y adoptar una mano firme contra la minoría que causa odio y violencia. No es fácil, ni es simple. Pero es importante recordar que aquellos que se identifican con Hanin Zoabi y su gente no son parte de la solución. Son parte del problema.

 

http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-5003662,00.html

 
Comentarios

A este energúmeno habría que, como mínimo, encerrarlo en un loquero por el resto de sus días.

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