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| viernes abril 19, 2024

6 cosas que aprendí de vivir en Israel


En 1998, un mes después de nuestra boda, mi esposo y yo nos mudamos a Israel. Acabábamos de graduarnos de la Universidad de Pennsylvania, y la mayoría de nuestros pares habían conseguido trabajo en Manhattan o se habían inscripto en posgrados en la región. Nosotros queríamos comenzar nuestro matrimonio y construir una familia en el hogar de nuestros ancestros. Queríamos ser parte de la nación judía volviendo a su tierra desde todo el mundo. Queríamos ir más allá de nuestras zonas de confort y luchar por lograr un crecimiento espiritual.

Fuimos bendecidos con la posibilidad de vivir en Israel 14 años antes de tener que volver a los Estados Unidos, y las enseñanzas que aprendí durante esos años continúan conmigo. He aquí las seis principales.

1. Humildad. El hecho de graduarme como la mejor de mi clase en una universidad de la Ivy League, con logros atléticos similares, no me convirtió en una persona humilde. Tampoco ayudó crecer siendo la hija de un juez de la Corte Suprema, lo que aseguró que jamás tuviera que esperar en una cola, ni en el Departamento de Tránsito ni en los consultorios médicos. La primera vez que esperé en la cola durante dos horas en una oficina gubernamental en Israel, fue para que me dijeran que estaba en la cola equivocada. Estaba furiosa. La segunda vez, impaciente. Para la tercera, estaba comenzando a ver a las otras cien personas que me rodeaban y a reconocer que yo era una parte pequeña de un mundo enorme que no tenía que girar a mi alrededor.

2. Conexión. Mudarme de un país en donde hablaba la lengua natal, a uno en donde tenía que usar mi mediocre hebreo con un fuerte acento anglosajón, me enseñó una lección crucial en comunicación. Dado que Israel tiene inmigrantes de todo el mundo, a menudo necesité encontrar una manera de hablar sin palabras. Por más difícil que haya sido, también fue esclarecedor. Porque la bondad es más grande que los logros. Las sonrisas son más brillantes que las digresiones amables. Y aprender a ver el mundo a través del lenguaje y la cultura de otra persona me conectó a personas que jamás hubiese encontrado si hubiera estado limitada por mis propias palabras.

3. Unidad. Siempre sentí división entre las diferentes corrientes del judaísmo, pero en Israel sentí que, en lo más profundo, somos un pueblo. Lo sentí en donde estuviera. En los autobuses, cuando se caía el chupón de mi bebé. Cuando se rompió nuestro auto. En el aeropuerto. Durante caminatas. En el Muro Occidental. Los judíos, religiosos y seculares, se ayudan y se cuidan mutuamente y, al final de cuentas, comparten un mismo corazón.

4. Simplicidad. Todo en Israel era más pequeño y simple que lo que habíamos conocido en los Estados Unidos. No había Costco ni un garaje para dos autos. No había un cerco blanco decorado ni alfombras acolchadas. Pero vivir una vida más simple me enseñó la diferencia entre lo que quería y lo que necesitaba. Me mostró que no sólo podía arreglármelas con menos, sino que era igualmente feliz, sino más, estando desconectada del materialismo.

6. Fe. En Israel, los resultados no siguen ninguna lógica. Planes que en los Estados Unidos hubiésemos tenido que hacer con meses de anticipación, en Israel se hacían en unos pocos días. Aprendí que la expresión “ihié beséder, al tidag – estará bien, no te preocupes” contiene una profundidad de confianza que, antes, me era inimaginable. Fe en Dios. Confianza en que mañana será mejor y que lo desconocido saldrá bien. Creer que nuestras vidas están en Manos muy capaces a cada segundo del día.

6. Sentido. Nuestro hogar no era sólo un lugar físico, sino una piedra fundamental del pueblo judío. Nuestros hijos no eran sólo niños, sino los portadores de la antorcha de la Torá para la generación siguiente. Nuestra mesa de Shabat era un regalo para dar y recibir. Nuestros talentos eran herramientas para materializar nuestros potenciales e iluminar al mundo. Nada era mundano. Ni la calle que transitábamos, ni las compras que llevábamos a casa.

Llevo estas enseñanzas conmigo todos los días. Vivimos en los Estados Unidos, pero mi corazón está en Jerusalem. Mis hijos aún son portadores de la antorcha de la Torá. Mi hogar sigue siendo una piedra fundamental de nuestra nación. E Israel sigue siendo el único lugar adonde me dirijo para crecer más allá de mis propias fronteras.

Especialmente ahora, con las crecientes amenazas internacionales, Israel necesita de cada uno de nosotros, adonde sea que estemos. Israel necesita nuestras plegarias, nuestras visitas y nuestra gratitud, por las miríadas de lecciones que nos enseña y por el hogar, en el interior de cada uno de nosotros y en el mundo, que nos da en cada día.

 
Comentarios

esta muy bueno y adhiero. lo q me da pena es tener que volver a los Estados Unidos, supongo q al ser este sentir hacia israel el no poder quedarse debe es x algo feo. suerte

Leo:» tener que volver a EE UU», me suena como una obligación, no me cierra.-
Cada uno tiene su propia historia de porque esta en ISRAEL, y como siente el estar en EL
Yo tengo la mia, venir a ISRAEL siendo ya mayor es una opción, pero yo no tenia otra, en Argentina ya era imposible la vida, con una hija aun niña, y la situación económica en ese país lo llevan a uno a buscar otro destino, sobre todo cuando hay un hijo/a, donde uno se acuesta y al dia siguiente, hay otro gobierno, otro valor de moneda,otro valor del dólar, etc. Yo , cuyo único capital era mi hija de 14 años, sin familia, y la poca que me quedaba estaba en ISRAEL. La inflación a pasos agigantados, hoy vendia en mi pequeño negocio y mañana si quería reponer lo vendido, no alcanzaba con la venta, y los robos diarios me terminaron por destruir mi economía.Pero no hay mal que dure 100 años, y convenci a mi niña que vengamos a ISRAEL. En cuando acepto mi idea, solo fui al mercaz clita, creo, no recuerdo, un lugar donde dije : quiero hacer ALIA. Sin ningún problema,
me abrieron carpeta y en menos de un mes,algo asi, tenia mi alia. Demore porque tenia que vender una casa, pero al final, logramos nuestro objetivo, vendi la casa , me contacte con quienes me traerían a ISRAEL, ,.,.Los primeros días, mi hija quería volver, pero encontré una argentina que me dijo . tu hija tiene que estar en la escuela, me tome un taxi y allí fui, a la escuela, y todo cambio para bien, mi hija contenta, sin idioma , encontró chicos que hablaban español, y al mes hablaba hebreo y tenia amigos. yo trabajaba en lo que encontraba, tenia una jubilación que ISRAEL me concedio, recibia ayuda del ESTADO por tener una hija menor. Después de un largo tiempo empece a recibir la jubilación argentina, y con mi trabajo, estábamos bien y contentas.-
Mi hija se adapto de maravillas, yo iba a aprender hebreo,y asi llegamos a que mi hija tenia que ir al ejercito, eso fue la culminación de que mi hija ya era una israelí. Económicamente me arreglaba compartiendo mi casa con otros subinquilinos, hasta me pude ir de turismo 2 veces a EUROPA, A EILAT, A ESPAÑA. y a Argentina a cobrar mi pequeña jubilación que demoro 10 años en concedérmela, sin retroactivo.-Tuve que hacer dos viajes a Argentina para mover el expediente, le di un poder a un abogado y pude cobrar, después de 10 años.-Cuando fui a la Argentina,a ANSES, mi carpeta estaba tirada por ahi en un estante que yo la encontré, y una prima me dijo yo te lo voy a tramitar, puso una abogada, y esta me saco la jubilacion después de 10 años, y tuve que viajar para cobrarla, después me enviaban el cheque a ISRAEL.ahora cobro de BANCO A BANCO, y hace una semana cobre 300 dólares, que debi cobrar 600 dólares por dos meses, y nadie me dice porque cobro esa miseria.-Eso es mi Argentina donde naci, vivi 60 años, y los gobiernos nunca ME DEJARON ser rica, ni nada que se le parezca.
Hoy en ISRAEL, hace 22 años que estoy aquí, tengo 82, mi hija casada y feliz, trabaja, tiene 34 años y es una israelí con todas las letras, y yo una jubilada sionista hasta la muerte.-En Argentina, trabajaba 12 , 14 horas diarias, y los gobiernos me daban un sacudon con sus leyes, que nunca, PODIA PROGRESAR.daba un paso adelante,y la inflación, la devaluacion, me hacían dar 5 pasos atrás._No voy a la Argentina ni gratis,. No tengo nada allí, solo mis padres y un hermanito en el cementerio, y los malos recuerdos, me hice una casa con local, y tuve que venderla porque las cuotas del credito era en DOLARES y la deuda se inflaba hasta ser impagable.-Ycuando la vendi, las propiedades estaban muy baratas porque nadie compraba, todos compraban dólares.-Este subia dia a dia, a veces cada hora.-El peso argentino estaba por el piso.-ISRAEL me salvo de no dormir en las calles de BUENOS AIRES.-Y los asaltos eran semanales, venia uno y me llevaba todo lo que había recaudado en el dia.-

Quiero rendir homenaje al pueblo de ISRAEL,a la gente que atiende en las oficinas publicas, a la organización, nuca tuve que hacer cola, en todos lados en los bancos, hay sillas, saco numero me siento y espero sentada mi turno, los empleados trabajan, no se rascan, ni se van a fumar como lo vi en ARGENTINA, la gente en la cola y los empleados charlando, o se van al baño a fumar o salen afuera a comprar una revista y leerla, o tomando su café mientras la gente espera en la cola.-En el BANCO, NUNCA ESPERE mas de 20 minutos, aquí en ISRAEL,todo es orden , nadie se pasa de vivo, si lo quiere hacer, la gente lo lincha, es decir le piden el numero y si se quiere pasar ellos lo ponen en su lugar,no pretenda adelantarse porque lo pasara muy mal.-Aquí se puede dejar el carrito de la compra en la vereda que nadie le tocara nada.- Un país en orden y con un pueblo educado.-

En ARGENTINA, una clienta hablaba con un señor y le contaba que tuvo que esperar horas en una cola, EL le contesto, «que lastima.me hubiese llamado y yo la hacia pasar sin hacer cola, tengo un amigo allí.- Otra vez, pida hablar con fulano y el la atiende enseguida, dígale que va de mi parte». Es lo que YO escuche.- Eso en ISRAEL no pasa,.La gente es otra, el pueblo es otro, todos somos iguales, no hay ni mejores ni acomodados, ni provilegios, habrá pero no muchos, no hace falta, soy bien atendida, no necesito padrinos ni recomendaciones.-

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