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| jueves marzo 28, 2024

Trump está vendiendo a los kurdos


La única zona de Irak que hasta ahora se consideraba un rotundo éxito se está yendo al diablo, en parte por culpa de Donald Trump.

En septiembre, los habitantes de la región autónoma del Kurdistán votaron por una abrumadora mayoría a favor de la secesión de Irak –lo que siempre han querido hacer desde que el país se forjara a partir de las cenizas del Imperio Británico en Mesopotamia–, e Israel fue el único país del mundo que los apoyó. Estados Unidos dijo no. La OTAN dijo no. Los regímenes hostiles de Irán, Siria y Turquía dijeron que de ninguna manera , por supuesto, al igual que el Gobierno central iraquí.

Turquía cerró la frontera e hizo elegir a los kurdos de Irak entre rendirse o morirse de hambre. Irán hizo lo propio. Irak mandó sus tropas e hizo aterrizar todos los vuelos con origen o destino en los aeropuertos internacionales de su Kurdistán.

Después, las milicias respaldadas por Irán se trasladaron a la ciudad de Kirkurk y se enfrentaron a las fuerzas kurdas peshmergas, mientras el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, asumía una insoportable equidistancia, como si hubiese estallado la guerra entre Gran Bretaña y Francia en vez de entre el mejor amigo y el peor enemigo de Estados Unidos en la región. “Estamos preocupados y un poco tristes”, dijo. “Tenemos amigos en Bagdad y amigos en Erbil, y animamos a todas las partes a iniciar un diálogo”.

Najmaldín Karim, el gobernador democráticamente electo de Kirkurk, huyó por la noche de la ira de las milicias iraníes. “Si vuelvo”, le dijo a Eli Lake, de Bloomberg, “mi vida correrá peligro. Incluso la noche en que todo esto ocurrió, tuve que maniobrar con cuidado para ponerme a salvo”.

El Gobierno central de Irak no es un enemigo de Estados Unidos, pero tampoco un amigo. Está alineado con Irán, y sus Fuerzas de Movilización Popular, con esa bandera que es una copia barata del logo de Hezbolá, albergan milicias explícitamente respaldadas por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria iraní, que arman y comandan organizaciones similares desde Beirut hasta Bagdad, pasando por Damasco. Como señaló correctamente Michael Weiss en la CNN,

  • Nada ilustra mejor la incoherencia de la posición estadounidense en Oriente Medio que el haber acabado en el mismo lado que el general Qasem Soleimani, al que en los círculos de la inteligencia estadounidense se le sitúa entre el profesor Moriarty y Darth Vader.

Los conservadores protestaron cuando el presidente Barack Obama dio cobertura aérea a las milicias proiraníes en la lucha contra el ISIS en Irak. No les faltaba razón, ya que Irán es un enemigo jurado de Estados Unidos. La Administración Obama, sin embargo, también llevaba razón, ya que era el ISIS, y no Irán, quien estaba masacrando a la gente en todo el mundo, también en Europa y Estados Unidos. Uno podría decir que una potencia nuclear al alza como Irán es a la postre más peligrosa que un puñado de zumbados en el desierto que van por ahí enpickups, aunque también logren matar a decenas de personas en lugares como Orlando y París. Uno podría fácilmente defender que primero hay que ocuparse del ISIS y después de Irán, ya que el ISIS planteaba la amenaza más inmediata y sólo podía crecer –y rápidamente– si se le consentía mantener su califato sin resistencia alguna. Cooperar incluso indirectamente con un enemigo frente a otro es intrínsecamente controvertido, intrínsecamente arriesgado. También es defendible, a veces es la menos mala de las opciones. Las mentes más agudas de la política exterior pueden encontrar fácilmente un argumento convincente para cada lado de la discusión.

Lo que jamás es sensato o defendible es alinearse con un enemigo contra un aliado. Ostensiblemente, la Administración Trump está haciendo de actor neutral entre Bagdad y Erbil. El problema de la equidistancia, sin embargo, es que favorece implícitamente a la parte más fuerte. ¿Cómo iba a ser de otro modo? Si una parte está en trance de arrollar a la otra, al menos estás aceptando tácitamente el resultado final inevitable si te apartas a un lado y no haces nada.

Barack Obama nunca respaldó a las milicias iraníes contra los kurdos de Irak ni se mantuvo neutral entre ellos. Nunca se puso del lado de nadie contra los kurdos de Irak. Al contrario: con Obama, Estados Unidos fue a la guerra contra el ISIS en el preciso momento en que el ISIS declaró la guerra a los kurdos de Irak.

Por muy buenas razones, los kurdos de Irak consideraban que las Administraciones Bush y Obama eran sus amigas y aliadas, pero Donald Trump está vendiendo y alienando al pueblo más proamericano de todo Oriente Medio, primero vetándole la entrada en Estados Unidos y ahora con esto. Por primera vez en la historia, el pueblo kurdo está protestando contra Estados Unidos en la capital kurda iraquí de Erbil y también en Nashville (Tennessee), donde vive un gran número de kurdo-americanos.

La política exterior es una cuestión compleja, y a menudo no es fácil conciliar los valores y los intereses de Estados Unidos. Pero la mayoría somos lo suficientemente viejos para recordar querecompensar a los amigos y castigar a los enemigos era una cuestión elemental.

© Versión original (en inglés): World Affairs
© Versión en español: Revista El Medio

 
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