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| viernes marzo 29, 2024

Un plan Marshall para Gaza no es una buena idea


Voces dentro y fuera de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) defienden un “Plan Marshall” – una movilización internacional masiva – para mejorar las condiciones de vida de la Franja de Gaza. Ellos creen que una economía mejorada en Gaza reducirá la violencia anti-Israel, mientras que un mayor deterioro económico en Gaza acelerará el proceso de radicalización que resultara en elementos mucho más extremistas en control que el propio Hamás. Este razonamiento es erróneo en muchos aspectos.

Primero, la creencia que la pobreza conlleva al terrorismo es un mito liberal sin fundamento. No se ha hallado una conexión comprobada entre el nivel de vida de una persona y la violencia política y el terrorismo. Los países pobres, como por ejemplo India, producen poco terrorismo. Cuando comenzó la Segunda Intifada en el año 2000, la situación económica palestina iba en aumento.

Segundo, la creencia que una mayor afluencia para los civiles de Gaza traerá moderación al liderazgo militar de Hamás es ingenua. Es muy poco probable que la ideología radical y el fervor religioso estén influenciados por la opulencia de civiles desarmados. En una dictadura, son los individuos con armas los que toman las decisiones. Los dictadores del Medio Oriente no temen asesinar a sus oponentes.

No existe una conexión comprobada entre los estándares de vida y la violencia política y el terrorismo.

Tercero, una ayuda económica masiva a Gaza es sinónimo de apoyar al enemigo jurado de Israel, que busca la destrucción de este. ¿Consideró alguna vez Occidente otorgarle ayuda económica al Estado Islámico (ISIS) por temor a una mayor radicalización?

No debemos preocuparnos por la desaparición del gobierno de Hamás. Hamás es una rama de la Hermandad Musulmana. El Islam radical solo será derrotado cuando suficientes musulmanes se den cuenta  que el radicalismo conduce al sufrimiento y no a la salvación.

Cuarto, un Hamás debilitado es de interés para Israel. Este es también el deseo de Egipto y de la Autoridad Palestina (AP). Un Hamás débil presenta una amenaza mucho más débil para Israel y para la Autoridad Palestina. Y un Hamás debilitado también será más susceptible a la presión egipcia en reducir la ayuda a los insurgentes islamistas en el Sinaí.

Quinto, cualquier consolidación por parte de Hamás llegará a expensas de la Autoridad Palestina. Aunque ninguno de los dos es un socio “verdadero” para la paz ante Israel, la Autoridad Palestina es, sin embargo, un socio menos agresivo y más conveniente para esta tensa coexistencia.

Sexto, la lucha de Israel contra la búsqueda de hegemonía por parte de los iraníes en el Medio Oriente será socavada por una política israelí que preserve al régimen de Hamás.

Después de todo, Hamás está en estrecha cooperación con Teherán.

Arabia Saudita y sus aliados en el bando moderado sunita detestan a la Hermandad Musulmana y a Hamás. Estos países temen una intrusión iraní. Unas mejores relaciones con estos países no serán atendidas por una campaña de ayuda a Gaza.

El islamismo será derrotado cuando una gran mayoría de musulmanes se den cuenta de que el radicalismo conduce al sufrimiento y no a la salvación.

En resumen, la ayuda a Hamás solo fortalece la postura del Islam radical a través de todo el Medio Oriente.

El concepto del Plan Marshall es erróneo y contraproducente. Israel debería adherirse a su enfoque de larga data de utilizar varas y zanahorias en la arena palestina; una política que ha logrado éxitos impresionantes a lo largo de años, aunque el equilibrio es siempre delicado y pleno de incertidumbres. Si bien Israel no está interesado en que ocurra un desastre humanitario en Gaza, la sugerencia de importar un Plan Marshall socava claramente el ventajoso equilibrio entre castigo e incentivo.

***Efraim Inbar es presidente del Instituto de Estudios Estratégicos de Jerusalén, profesor emérito de estudios políticos en la Universidad Bar-Ilan y compañero de Shillman-Ginsburg en el Foro del Medio Oriente.

Traducido por Hatzad Hasheni

 
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