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| viernes abril 19, 2024

Una bomba en Gaza, y un pacífico Hamás en La Vanguardia


Foto: REUTERS

El 7 de abril de 2017, el diario La Vanguardia publicaba un artículo de opinión de Xavier Mas de Xaxàs : una bomba en Gaza.

A raíz de la llamada “Marcha del retorno” el autor aprovechaba para analizar la situación de los gazatíes, y se hacía eco de las previsiones de la ONU que afirman “que la franja, donde viven entre 1,8 y dos millones de personas, será inhabitable en el 2020”.

El artículo intentaba reflejar las responsabilidades de ambos bandos en la situación actual y no escatimaba a la hora de apuntar al agravamiento de la situación a causa del “pulso entre Hamas y la Autoridad Palestina”. Sorprende también, que a diferencia de la mayoría de analistas y artículos, el autor no duda en afirmar que:

“Hamas es una organización terrorista, responsable de haber lanzado docenas de ataques suicidas y cientos de cohetes contra Israel. Esconde las baterías en zonas pobladas sabiendo que serán atacadas.”

HAMÁS, ESE PACÍFICO GRUPO TERRORISTA (¿?)

Sin embargo, a pesar de tener presente la agenda terrorista de Hamás, la clara visión que el autor tiene del conflicto parece desdibujarse cuando asegura que Hamas “recurre ahora a la no violencia” y afirma que:

“Israel dispara a matar. Fuego real contra gente desarmada, jóvenes que lanzan piedras e incendian neumáticos. No hay pruebas, como asegura el IDF, de que ataquen con explosivos.”

Hay material suficiente distribuido por las IDF que muestra claramente a palestinos intentando infiltrarse en Israel, disparando, o lanzando cócteles molotov contra los soldados. Incluso han aparecido materiales explosivos en el territorio israelí.
¿Por qué no son pruebas suficientes?

Por cierto, recordemos que las poblaciones del sur de Israel están a apenas unos kilómetros de esa frontera y que cualquier infiltración terrorista supone un peligro vital para miles de civiles.

Y, ya que el autor habla de “desproporción” en la respuesta, habría que destacar que al menos 12 de los fallecidos en el primer viernes de las protestas fueron identificados como miembros de grupos terroristas (Hamás, Yihad Islámica o Brigadas de los Mártires de Fatah). Reconocidos algunos por los propios grupos.

“La protesta por el derecho al retorno se organizó sobre la no violencia” insiste el autor, pero olvida que la propia retórica del “derecho al retorno” supone la aniquilación de Israel como estado judío. Y así lo afirman los mismos líderes de ese grupo terrorista que debe ser el único grupo terrorista del mundo considerado “no violento” por los periodistas y analistas occidentales.

De hecho, Sahar Habash, uno de los consejeros de Yasser Arafat, reconoció que “el ‘derecho de retorno’ es la carta ganadora, que significa liquidar a Israel”.

Se afirma en el artículo de La Vanguardia que:

“Pero, aunque Israel recele, Hamas, al menos sobre el papel, ya no busca acabar con Israel. Revisó su carta fundacional en mayo del 2017 aceptando un estado palestino en las fronteras de 1967.”

¿”Al menos sobre el papel”? ¿Qué quiere decir esto? Que Israel debería poner la vida de sus ciudadanos en función de la propaganda de un grupo terrorista? ¿Quiere o no Hamás terminar con Israel?

Porque el documento que presentó Hamás en mayo de 2017, no reemplaza en modo alguno su carta fundacional: sigue sin reconocer la existencia de Israel y continúa afirmando tajantemente que “Hamas rechaza cualquier alternativa a la liberación total y completa de Palestina, desde el río hasta el mar” (es decir, Israel) y en el punto 25, aclara:

“Resistir la ocupación con todos los medios y métodos es un derecho legítimo garantizado por las leyes divinas y por las normas y leyes internacionales. En el corazón de estos se encuentra la resistencia armada, que se considera la opción estratégica para proteger los principios y los derechos del pueblo palestino.”

Un pacifismo incontenible.

(Y ya que estamos, no son “fronteras de 1967”. La Linea Verde es una línea de armisticio que no define frontera alguna, y así quedó especificado en el acuerdo. La palabra “frontera” implica legalidad, significación política y permanencia, ninguna de las cuales se aplica en este caso.)

EL 70% DE LOS HABITANTES DE GAZA NO SALIÓ DE GAZA EN 1948

Yerra también el autor al afirmar que:

“70% de la población (1,3 millones de personas) es refugiada, es decir, que en 1948 perdieron sus casas y fueron expulsados del nuevo Estado de Israel.”

Obviamente, el 70% de la población de Gaza no es mayor de 70 años (que es la edad mínima que tendrían que tener para haber perdido sus casas en 1948). Se refiere sin duda a descendientes de refugiados, que por arte de la UNRWA, han conseguido heredar la condición de sus antepasados. Esta transmisión es reservada de hecho exclusivamente para los refugiados palestinos, ya que el resto de los refugiados del mundo son asunto de otra organización de la ONU: ACNUR, que en este caso sí se ocupa de realojarlos y ayudarles a construirse un futuro en las nuevas tierras de acogida – y, por supuesto, no otorga la condición de tales a sus descendientes (es decir, no perpetúa su estatus).

Por cierto, hablando de refugiados palestinos, asunto clave para entender lo que sucede: convendría recordar que no todos fueron “expulsados del nuevo Estado de Israel”. En términos generales: algunos huyeron forzados por militares judíos, pero parte de las masas huyeron porque vieron a la élite palestina hacer lo mismo, otros respondían a las exhortaciones de líderes árabes pidiendo a los civiles que evacuan sus hogares hasta el final de los combates, y muchos de ellos simplemente huían de los fuertes combates que los rodeaban.

EL FÉRREO BLOQUEO QUE NO LO ES TANTO

El autor de la columna también afirma erróneamente que:

“Israel mantiene un férreo bloqueo desde hace una década. Es casi imposible dejar la franja aunque estés enfermo.”

El bloqueo (en el que también participa Egipto) ya no es “férreo”. Diariamente pasan cientos de camiones por la frontera de con ayuda para Gaza. Por ejemplo, la cuenta de Twitter de COGAT (Coordinación de Actividades del Gobierno en los Territorios) informaba cómo el 10 de abril, pasaron a Gaza, a través del cruce de Kerem Shalom 148 camiones con 16.211 toneladas de mercancías.

Y esa errónea aseveración de que no se les permite salir ni estando enfermos… Al margen de que le corresponde a la Autoridad Palestina confirmar que pagará por dichos tratamientos antes de que puedan cruzar a Israel, Associated Press contaba justamente lo contrario en una crónica de 2015, y afirmaba que “a pesar de las hostilidades, miles de residentes del asediado territorio reciben atención médica en el estado judío cada año.” Escribía la agencia de noticias:

“El organismo de defensa israelí responsable de los asuntos civiles palestinos, COGAT, dijo que otorgó aproximadamente 27,000 permisos médicos para que los habitantes de Gaza viajaran a tratarse en Israel, a hospitales palestinos en Cisjordania y al este de Jerusalén o en la vecina Jordania. Esa cifra incluye pacientes y parientes a los que se les permitió unirse a ellos.

COGAT no tenía datos específicos de los destinos finales de los pacientes, pero un informe de la Organización Mundial de la Salud dijo que 3,840 habitantes de Gaza fueron tratados en Israel en 2013, el año más reciente disponible. Las razones más populares para la atención son los tratamientos contra el cáncer, la oftalmología y la atención pediátrica.”

Por cierto, a modo anecdótico, la hipocresía llega hasta tal punto, que incluso el cuñado de Ismael Haniye, líder de Hamás, fue tratado en un hospital israelí en 2012. La hermana de otro alto mando del grupo terrorista, Moussa Abu Marzouk, también fue atendida en Israel (2014).

El analista de La Vanguardia presentaba un panorama según el cual esta nueva confrontación le viene bien al actual primer ministro Netanyahu, como manera de despistar la atención sobre los casos de corrupción que penden sobre él. Pero el problema de esta lectura es que obvia totalmente que la confrontación parte desde Gaza. No es Netanyahu quien llamó a la llamada “Marcha del Retorno”.

Y a pesar de que su propaganda parezca estar haciendo mella en los medios de comunicación, Hamás sigue siendo considerado un grupo terrorista, y como tal está comprometido con la destrucción de Israel, recurriendo incluso a la lucha armada

 
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