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| jueves marzo 28, 2024

Humo y espejos: seis semanas de violencia en la frontera de Gaza


 

Desde el 30 de marzo, Hamás viene orquestando una violencia a gran escala en la frontera entre Gaza e Israel. Los mayores estallidos han solido producirse los viernes, tras las oraciones en las mezquitas: hemos visto repetidos actos coordinados con multitudes de hasta 40.000 personas en cinco puntos distintos de la frontera. Las acciones violentas y agresivas, que incluyen actos específicos de terrorismo con explosivos y armas de fuego, también se han producido en otros momentos.

 

Una tormenta perfecta

Hamás tiene la intención de que la violencia continúe hasta el 14 o el 15 de mayo. El 15 es el 70 aniversario de la Nakba, el Día de la Catástrofe, el día siguiente a la proclamación del Estado de Israel. Sin embargo, se conjetura que el repunte de la violencia está ahora planeado para el 14, coincidiendo con la apertura de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén. Se espera que la violencia llegue a su punto culminante en una de esas dos fechas o en ambas, que, además de coincidir con el Día de la Nakba y la apertura de la embajada, marcan el inicio del Ramadán, en que la violencia suele aumentar en Oriente Medio y otros lugares del mundo.

Hamás está planeando movilizar hasta 200.000 personas en la frontera de Gaza, lo que, de materializarse, duplicaría con creces el máximo visto hasta ahora. Hamás tiene también la determinación de incitar una violencia mayor que nunca, y hacer importantes penetraciones en la valla fronteriza. Así las cosas, es probable que haya una cifra muy alta de muertes entre los palestinos.

Además de en la zona fronteriza, los palestinos planean provocar una considerable violencia en otros lugares, incluidos Jerusalén y la Margen Occidental. Aunque originalmente se preveía que el 15 de mayo fuese la culminación de seis semanas de violencia en la frontera, los palestinos han manifestado recientemente su intención de mantener la agresión durante el Ramadán.

 

Pretexto y realidad

La violencia en Gaza ha sido orquestada bajo el pretexto de la Gran Marcha del Retorno, que pretende llamar la atención sobre lo que los líderes palestinos consideran el derecho de su pueblo regresar a sus hogares en Israel. La intención declarada no es sólo manifestarse, sino llegar a atravesar la valla fronteriza en masa y que miles de personas marchen físicamente hacia Israel.

El propósito del derecho al retorno no es, por supuesto, el ejercicio de dicho derecho, fuertemente disputado, y en cualquier caso materia de discusión en unas negociaciones de estatus definitivo. Se entiende perfectamente que esta es una vieja demanda árabe cuyo objetivo es eliminar el Estado de Israel, y lógicamente ha sido siempre rechazada por el Gobierno israelí.

El verdadero objetivo de Hamás es persistir en su permanente estrategia de generar e intensificar indignación internacional, vilificación, aislamiento y criminalización del Estado de Israel y sus funcionarios. Esta estrategia incluye crear situaciones que obliguen a las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) a responder con fuerza letal para que se las vea matar y herir a civiles palestinosinocentes.

Las tácticas terroristas de Hamás

En esta estrategia, Hamás ha utilizado un abanico de tácticas que incluyen el lanzamiento de cohetes desde Gaza a núcleos de población israelíes y la construcción de sofisticados túneles de ataque que lleguen hasta las comunidades israelíes vecinas. Algunos elementos fundamentales de estas tácticas son el uso como escudos humanos de civiles, a menudo mujeres y niños, que son obligados a acudir –o lo hacen voluntariamente– a los lugares desde los que se lanzan o dirigen los ataques, o donde se encuentran los combatientes, los suministros de combate y las municiones, para que la respuesta militar israelí incluya un posible daño a estos civiles.

En algunos casos hemos visto a Hamás presentar a sus combatientes como civiles inocentes; se han escenificado y grabado en vídeo numerosos incidentes falsos con el fin de mostrar a civiles siendo heridos o asesinados por fuerzas israelíes, e imágenes de violencia tomadas por ejemplo en Siria se han mostrado como si tuviesen a los palestinos por víctimas.

Misma estrategia, nuevas tácticas

Tras el uso de cohetes y túneles en tres grandes conflictos en Gaza (2008-2009, 2012 y 2014), así como en otros incidentes más aislados, observamos ahora el uso de una nueva táctica con un propósito fundamental. Se trata de la creación de manifestaciones a gran escala, combinadas con acciones agresivas, de nuevo con el fin de provocar una acción defensiva israelí que hiera o mate a civiles, a pesar de los arduos esfuerzos de las FDI por evitarlo.

En algunos aspectos, esta nueva táctica es más eficaz que el uso de cohetes y túneles, porque a los principales destinatarios de estas actividades –líderes políticos, organizaciones internacionales (la ONU, la UE), organizaciones de defensa de los derechos humanos y los medios– les resulta difícil entender el uso de fuerza letal contra lo que se presenta falsamente como manifestaciones pacíficas equiparables a las que suceden en sus propias ciudades.

Como siempre, muchos de esos destinatarios han estado más que dispuestos a ser parte de la estratagema. Desde el inicio de esta oleada de violencia hemos visto condenas vehementes de la ONU, la UE y el Tribunal Penal Internacional; de varios Gobiernos y organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, así como de numerosos periódicos y canales. También se han pedido investigaciones internacionales para esclarecer las acusaciones de ejecuciones extrajudiciales, vulneración del derecho internacional humanitario y violaciones a los DDHH que pesan sobre las FDI.

Operaciones sobre el terreno

Las tácticas de Hamás en estas operaciones militares cuidadosamente planeadas y orquestadas consisten en congregar a multitudes en lugares fronterizos y utilizar a sus combatientes y a grupos de civiles para acercarse a la valla y penetrar en Israel. Han creado cortinas de humo mediante la quema de miles de neumáticos para generar confusión sobre sus movimientos hacia la valla (y han intentado, con bastante poca eficacia, cegar a los vigilantes y francotiradores de las FDI con espejos). También han utilizado neumáticos en llamas y bombas de petróleo para dañar la valla, que tiene componentes de madera.

El viernes día 4, de entre los aproximadamente 10.000 palestinos que participaron en lasmanifestaciones violentas a lo largo de la frontera, cientos de agitadores saquearon e incendiaron la parte palestina del paso fronterizo de Kerem Shalom. Dañaron oleoductos que transportan gas y combustible de Israel a la Franja. También hubo dos intentos de infiltración que fueron frustrados por soldados de las FDI. Tres de los infiltrados fueron abatidos por soldados que estaban defendiendo la frontera. En otros casos, las FDI han detenido a individuos que intentaban infiltrarse.

 

Además, Hamás y sus secuaces se han servido de garfios, cuerdas, cizallas y otras herramientas para romper la valla. Han utilizado drones, hondas potencialmente letales para lanzar piedras a los soldados, armas de fuego, granadas de mano y artefactos explosivos improvisados para matar a soldados israelíes y romper la valla.

 

Cometas y globos incendiarios

Se han lanzado cometas incendiarias para prender fuego a los campos y cultivos israelíes y provocar importantes daños económicos, así como muertos y heridos. Esta puede parecer un arma primitiva e incluso ridícula; sin embargo, el pasado día 4 los palestinos habían preparado cientos de cometas incendiarias para lanzarlas en masa sobre Israel, aprovechando una intensa ola de calor. Sólo las condiciones meteorológicas adversas lo impidieron.

En varios casos, las cometas han provocado incendios. El 16 de abril un campo de trigo israelí quedó arrasado. El pasado día 2, una cometa lanzada desde Gaza provocó un importante incendio en el bosque de Beeri: para extinguirlo hicieron falta diez equipos de bomberos.

Hamás también ha probado con globos incendiarios: el pasado día 7 uno de ellos ardió en un trigal próximo al bosque de Beeri.

Israel ha calculado unas pérdidas económicas de varios millones de shékels como consecuencia del fuego provocado por las cometas y los globos incendiarios.

 

Si Hamás atravesara la frontera…

Hasta ahora, Hamás no ha conseguido hacer grandes incursiones. Pero si lo lograra, es de esperar que intente infiltrar a miles de personas. Entre ellas habría terroristas armados con la intención de llegar a las comunidades israelíes y perpetrar asesinatos múltiples y secuestros.

Uno de los puntos que Hamás ha intentado traspasar está próximo al kibutz de Nahal Oz, a sólo unos cientos de metros de la frontera, distancia que individuos armados con la intención de matar podrían salvar en cinco minutos o menos.

En este escenario, con terroristas armados indistinguibles de civiles desarmados, que también representan por sí mismos una amenaza violenta, es difícil pensar cómo podrían las FDI evitar un alto número de muertes mientras defienden el territorio y la población de su país.

La reacción de las FDI, una respuesta gradual

Esta es la razón por la que las FDI se han visto obligadas a actuar con tanta contundencia, lo que las ha llevado a emplear fuego real (que a veces ha sido letal), a pesar de la dura e inevitablecondena internacional.

Como en sus reacciones ante otros estallidos de violencia, las FDI han dado una respuesta gradual. Arrojaron miles de folletos y utilizaron mensajes de texto, las redes sociales, llamadas telefónicas y emisiones radiofónicas para advertir a la población de Gaza de que no se congregase en la frontera ni se acercase a la valla. Se pusieron en contacto con las empresas de autobuses y les pidieron que no llevaran gente a la frontera.

Cuando estas peticiones quedaron anuladas por la coerción de Hamás, las FDI usaron gas lacrimógeno para dispersar a las multitudes que se acercaban a la valla. En un innovador esfuerzo por aumentar su precisión y eficacia, a veces usaron drones para liberar el gas lacrimógeno. Sin embargo, el gas lacrimógeno no es siempre la solución, ya que su eficacia se ve limitada por las condiciones meteorológicas, por ejemplo.

Después, las FDI efectuaron disparos de advertencia. Al final, sólo cuando fue absolutamente necesario (según sus normas de combate), se recurrió a las balas, con el fin de incapacitar, más que de matar. Aunque en algunos casos disparar a matar habría sido legal, las FDI mantienen que, incluso entonces, sólo dispararon para incapacitar (salvo casos flagrantes como los ataques armados contra sus soldados). En todos los casos, las FDI actúan según procedimientos de operación estandarizados, elaborados para ajustarse a las circunstancias.

Sin embargo, varias personas murieron a consecuencia de los disparos, y muchas más resultaron heridas. Las autoridades palestinas afirman que medio centenar de personas han muerto y cientos más han resultado heridas. De entre los muertos, Israel calcula que el 80% eran terroristas o individuos vinculados con ellos. El precio –en términos de vidas humanas, sufrimiento y opinión internacional adversa– ha sido indudablemente alto, pero la valla no ha sufrido quebrantamientos significativos y por lo tanto se ha evitado pagar un precio aún más elevado.

Condenas internacionales y ninguna solución

Muchos han argüido que Israel debería haber actuado de otro modo, empezando por el enviado de la ONU a Oriente Medio, Mladenov, que dijo que los actos de Israel eran “intolerables”. El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Husein, condenó el uso de “fuerza excesiva” por parte de Israel. El fiscal del Tribunal Penal Internacional (TPI), Fatu Bensuda, afirmó: “La violencia contra civiles, en una situación como la que se da en Gaza, podría ser un crimen según el Estatuto de Roma del TPI”.

A pesar de sus condenas, ninguno de estos funcionarios o expertos ha planteado hasta ahora un rumbo de acción alternativo para impedir la penetración violenta en las fronteras de Israel.

Algunos han sostenido que los soldados israelíes usaron una fuerza excesiva porque dispararon con munición real contra manifestantes que no representaban ninguna amenaza contra la vida; así, la UE expresó su alarma por “el uso de munición real por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel como medio de control de la multitud”. Lo cierto es que los llamados “manifestantes” sí representaban una amenaza inminente contra la vida.

Hoy está comúnmente aceptado en el Derecho internacional que se puede utilizar munición real cuando hay una amenaza grave de muerte o lesión y ningún otro medio permita hacerle frente. No se exige que la amenaza sea inmediata, sino que la fuerza se puede utilizar en el momento en que aquélla se torne “inminente”, por ejemplo, cuando no hay una fase intermedia en que se pueda evitar una acción agresiva antes de que se convierta en una amenaza inmediata.

La realidad es que, en las condiciones creadas deliberadamente por Hamás, no se podía dar ningún paso intermedio efectivo, salvo disparar a los que representaban una amenaza. Si a esas personas (a las que difícilmente podemos llamar meros manifestantes) se les hubiese permitido llegar a la valla y traspasarla, no habría sido una amenaza inminente sino inmediata para la vida de numerosos israelíes, que sólo se habría podido evitar causando un número mucho mayor de muertes.

La incomprensión de la comunidad internacional

Los que arguyen que las FDI no deberían haber recurrido a munición real están en realidad diciendo que deberían haber esperado hasta que decenas de miles de violentos (terroristas incluidos) hubiesen irrumpido en territorio israelí y se hubiesen acercado peligrosamente a los civiles, fuerzas de seguridad y propiedades israelíes, en vez de utilizar una fuerza dirigida y precisa contra quienes representaban la mayor amenaza para evitar que ese catastrófico escenario se hiciera realidad.

Otros han aducido que no han encontrado pruebas de que ningún manifestante usara armas de fuego. No entienden que este tipo de conflicto no consiste en ejércitos uniformados combatiendo entre sí. En estas circunstancias no se necesitan armas de fuego para generar una amenaza. Sus armas eran cizallas, garfios, cuerdas, muros de humo y explosivos.

Hamás ha invertido muchos años y millones de dólares en excavar túneles para adentrarse en Israel: una grave amenaza con picos y palas, no con armas. Ahora, además de seguir excavando túneles, está intentándolo en la superficie, utilizando a los gazatíes como cobertura, y sólo sacará las armas una vez haya logrado su objetivo de forzar una penetración masiva. Un soldado que esperase a que apareciera un arma en esas circunstancias estaría firmando su propia sentencia de muerte, y la de los civiles que ha de proteger.

Se ha criticado (especialmente por parte de Human Rights Watch) que altos mandos israelíes dieran supuestamente luz verde a actos ilegales de las FDI. HRW cita declaraciones del jefe del Estado Mayor de las FDI, del portavoz del primer ministro de Israel y de su ministro de Defensa como pruebas de incitación. Presumiblemente, no se le ha ocurrido que esos individuos ejercen su autoridad mediante canales privados de comunicación, no en los medios de comunicación, y que esas declaraciones no eran instrucciones a los soldados, sino advertencias a los civiles de Gaza para reducir las posibilidades de violencia y calmar los lógicos temores de los israelíes que viven cerca de la frontera. Cuando el jefe de Estado mayor dice que está poniendo a “cien francotiradores en la frontera”, está expresando su deber legal de defender su país, no admitiendo la intención de emplear fuerza ilegal.

Algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos (de nuevo también HRW) han criticado el uso de la fuerza de las FDI porque no se han reportado heridos entre los soldados. Han dicho que eso indica una respuesta “desproporcionada”. Como es tan habitual cuando se opina sobre las operaciones de las fuerzas occidentales, estos pretendidos expertos no entienden –o tergiversan– las realidades de las operaciones de seguridad y lo que dicta la legalidad. De hecho no es necesario mostrar el daño para demostrar la existencia de una amenaza real. El hecho de que los soldados de las FDI no resultasen gravemente heridos demuestra su profesionalidad militar, no la falta de amenaza.

También se ha afirmado que, en ausencia de hostilidades armadas, el uso de la fuerza en Gaza se rige por el Derecho internacional sobre DDHH y no por las leyes de los conflictos armados. Esto es una falacia: toda Gaza es una zona de guerra, por la sostenida agresión armada de Hamás contra el Estado de Israel. Así que, en esta situación, ambos tipos de leyes son aplicables, dependiendo de las circunstancias concretas.

Es legal, de acuerdo con las leyes de la guerra, que las FDI se enfrenten y maten a un combatiente enemigo identificado en cualquier parte de Gaza, vaya o no de uniforme, armado o desarmado, represente o no una amenaza inminente, esté atacando o huyendo. Sin embargo, en la práctica, cuando se enfrentan a las revueltas violentas, las FDI parecen actuar bajo la presunción de que todos los individuos son civiles, y por lo tanto no recurren en primera instancia a la fuerza letal, salvo que vean claramente que no es el caso.

Hacerle el juego a Hamás

Muchos han afirmado que el Gobierno israelí se ha negado a llevar a cabo ninguna investigación oficial sobre las muertes registradas. De nuevo, esto es completamente falso. Los israelíes han declarado que estudiarán los incidentes utilizando sus propios sistemas legales, internacionalmente reconocidos. Lo que el Gobierno israelí dice es que se niega a plegarse a las exigencias de una investigación internacional, igual que se negarían también EEUU, el Reino Unido o cualquier otra democracia occidental.

Todas estas críticas falaces de las acciones israelíes, así como las amenazas de iniciar investigaciones internacionales, llevar a Israel ante el TPI e invocar la justicia universal, eshacerle el juego a Hamás. Es validar el uso de escudos humanos y la estrategia de Hamás de forzar la muerte a gran escala de sus propios civiles. Las implicaciones van más allá de este conflicto. Como hemos visto en anteriores estallidos de violencia, las reacciones internacionales de ese tenor provocan un empleo más generalizado de dichas tácticas y un mayor número de muertos civiles en todo el mundo.

 

¿Habrá más violencia?

Como decíamos antes, es probable que veamos incluso más muertos de los que hemos visto hasta ahora cuando la campaña de Hamás alcance su ápice, el 14 o el 15 de mayo. Es igualmente probable que veamos condenas en los medios correspondientemente acrecentadas, así como por parte de las organizaciones internacionales y de defensa de los derechos humanos. Los que tienen una agenda antiamericana o antiisraelí también vincularán inevitablemente esta violencia con la decisión del presidente Trump de abrir la embajada de EEUU en Jerusalén.

 

Futuras acciones

La nueva táctica de Hamás ha tenido un considerable éxito a la hora de poner a elementos de la comunidad internacional en contra de Israel y de dañar la reputación del Estado judío. Es probable que los efectos perduren incluso después de que acabe esta oleada de violencia.

Es probable que haya esfuerzos adicionales para poner en marcha nuevas condenas de actores internacionales e informes especiales de relatores especiales de la ONU. Que se mueva al fiscal del TPI a que analice estos incidentes, y se inicien procedimientos legales en diferentes países (al amparo de la justicia universal) para juzgar y desprestigiar a militares y políticos israelíes.

Inevitablemente, Hamás y otras organizaciones palestinas volverán a intentar lo mismo el futuro. Para evitarlo, se ha reportado que Israel está preparándose para reforzar la frontera de Gaza y dificultar la penetración sin tener que recurrir a la fuerza letal. Ya está trabajando en una frontera subterránea para impedir la penetración mediante túneles. Sin embargo, es un proyecto a largo plazo y no se sabe hasta qué punto es posible construir una barrera impenetrable.

 

Además, las FDI están considerando cada vez más las armas no letales. Hasta la fecha, y a pesar del importante trabajo internacional en este campo, no se ha desarrollado ningún sistema viable y eficaz que pueda funcionar en dichas circunstancias.

Los amigos y aliados de Israel pueden ayudar contrarrestando la propaganda antiisraelí que Hamás intenta generar, por ejemplo, presionando a los líderes políticos, las organizaciones internacionales y de defensa de los derechos humanos, así como a los medios de comunicación; y rechazando las condenas falaces de Israel y las demandas de acciones internacionales como las investigaciones y resoluciones unilaterales de la ONU. Esa resistencia, preferiblemente acompañada de una enérgica condena de las tácticas violentas de Hamás, podría ayudar a desalentar el mantenimiento de este rumbo de acción. Por supuesto, dado la fuerte implantación de la agenda antiisraelí, es más fácil decirlo que hacerlo.

 

© Versión original (en inglés): High Level Military Group – Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

 
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