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| miércoles abril 24, 2024

Nos narraron un melodrama

Respuesta a Santiago Roncagliolo


Hace unos días, me llamó la atención un artículo en el periódico peruano El Comercio. Se trató de una publicación titulada “El lugar más destruido del mundo” de Santiago Roncagliolo, un escritor, dramaturgo y guionista peruano que vive en España. Cierto que lo que me atrajo a la lectura fue el título, pensando que el tema tratado era la guerra civil en Siria, teniendo en cuenta que van unos siete años de enfrentamientos, que la población civil, incluyendo ciudades, hospitales y escuelas han sido arduamente bombardeadas por las tropas de Bashar al Assad y de Putin, incluyendo las bombas tambor con productos químicos contra niños; el impresionante número de muertos y de desplazados, las fotos de grandes franjas residenciales en ruinas, etc. O, tal vez, podría versarse sobre Yemen.

Pero, sorpresivamente, no fue así. Con unos tres años de retraso y tal vez motivado por los recientes hechos bélicos en la zona fronteriza entre Israel y Gaza, Roncagliolo se animó a contar de forma torcida y singular su visita a la Franja de Gaza, al parecer, al poco tiempo de la operación “Margen Protector”, ocurrida en 2014.

Su relato fue eso mismo, no fue un verdadero análisis que examine diferentes aristas y variables del tema; no, de ninguna manera; su descripción fue melodramática, presentó la situación de algunos hechos escogidos de acuerdo a su propósito: exaltar los sentimientos y emociones, de modo exagerado, sin ninguna elaboración acerca de las causas y circunstancias que ayuden a entender el conflicto. Su texto está lleno de vaguedades, de mezcla de situaciones diferentes pues comienza hablando sobre Gaza y, de pronto hace una pirueta escrita y cuenta sobre Judea y Samaria (conocidas como Cisjordania), fusionando contextos diferentes. Gaza y Cisjordania tienen realidades distintas, no se pueden meter en un solo saco.

Roncagliolo, siendo dramaturgo y guionista, plantea una serie de medias verdades, que en realidad resulta ser una táctica engañosa que le sirve para acusar y calumniar. Por ejemplo: dice que sólo se podía entrar por Israel, pero existe un paso a través de Egipto, ¿qué pasó? ¿estaba cerrado? Debió decirlo, en vez de acusar a Israel. Describió la zona como un lugar destruido, pero sólo debió haber estado en un área muy concreta, no vio el resto de la Franja, donde al mismo tiempo, hay mansiones, amplias calles, parques, mercados llenos de verduras, frutas y divinidades de la cocina y repostería árabe. ¿Dónde se hospedó? ¿En Israel o en Gaza?

Tampoco señaló cómo fue que comenzaron las hostilidades y por qué Israel atacó determinada área. Minimizó la violencia de Hamas. Ni una sola palabra acerca de los cohetes disparados contra centros poblados israelíes en territorio israelí. Nada sobre los tres adolescentes judíos secuestrados y asesinados por miembros de la milicia de Hamas en Jerusalén, financiado desde Turquía. También omitió narrar cómo son los túneles, bien iluminados y aireados que Hamas construye desde Gaza adentrándose en Israel. Con todo ello se hubiera podido reconstruir la zona de Gaza que tanto lo impactó y que recién, tres años después, escribe su ficción de ello.

Por cierto, es probable que Roncagliolo no lo sepa, pero Gaza tiene restringido el mar, pues por allí, los ayatollas de Irán hacían llegar armas, ante la vista distraída de Arafat y otras autoridades. Israel salió de Gaza en el 2005, dejando una extraordinaria infraestructura residencial, agrícola, pecuaria e industrial que Hamas destruyó, en vez de aprovecharla. Incluso destruyó una sinagoga, demostrando que no hay libertad de cultos y que esa región está prohibida para judíos.

El guionista habla tal cual la UNRWA sacó sus cuentas del supuesto número de refugiados palestinos desde 1948, contando la astronómica cifra de cinco millones. En realidad, fueron alrededor de 700.000, pero la UNRWA extiende la situación de refugiado a las generaciones posteriores, es decir, la calidad de refugiado se hereda de padres a hijos, nietos y bisnietos, no tiene fin; muy distinta a la forma en que ACNUR define lo que es un refugiado. Al guionista le faltó una parte de ese cuento; resulta que, por esos mismos años, más o menos un número análogo de judíos fueron expulsados de países árabes en los cuales habían permanecido unos dos mil años; allí tuvieron que dejar sus cementerios, propiedades comunitarias y personales; no obstante, en ningún momento fueron considerados refugiados, pues el renaciente Estado judío los acogió como pudo, pese a las guerras que enfrentó tratando de sobrevivir y a su precaria e incipiente economía. El autor debería investigar mejor para saber si es cierto que los que en la actualidad se llaman palestinos, son originarios de allí o más bien provienen de zonas aledañas que hoy constituyen otros países árabes que, atraídos por la reconstrucción a la que se dedicaron los judíos, vieron mejores opciones de vida.

Repite que las negociaciones se eternizan, pero le voy a explicar algo que no es fantasía literaria, en el año 2000, Ehud Barak le ofreció a Arafat, teniendo como testigo a Clinton, el 96% del territorio reclamado y con el resto habría compensaciones territoriales. Para sorpresa de Clinton, Arafat lo rechazó, según dijo “por temor a que lo maten” y regresó a desatar la segunda Intifada. En el 2008, Ehud Olmert fue más generoso con Abbas, quien inefablemente también dijo NO. Entonces, de quién es la responsabilidad.

En su sesgado afán, el dramaturgo se acerca inmoralmente a justificar el terrorismo. Adicionalmente, Sr. Roncagliolo, debería ampliar sus conocimientos de los hechos reales, y saber que si no hay más víctimas civiles israelíes es porque esa ciudadanía cuenta con un Estado dedicado a su plena protección, muy por el contrario de lo que hacen las autoridades palestinas, militantes de Hamas y Fatah. La cosa no es que, por frustración, los palestinos se acercan al yihadismo, ese es una disposición religiosa muy antigua en el Islam y se ha practicado con o sin negociaciones; no se había secado aún la tinta de la firma de los Acuerdos de Oslo, cuando cada día había un ataque terrorista en autobuses, restaurantes, automercados en Israel. De hecho, Hamas se fundó con ese mandato específico. Tampoco se refiere a la esclavitud a la que Hamas somete a los gazatíes y Fatah en Cisjordania reprime cada vez más.

Roncagliolo habla de Trump y la línea dura, pero dónde estaba él cuando Obama le aplicaba la línea dura a Israel. Por cierto, ¿sabrá de la cantidad de fondos malversados por la UNRWA? Por ejemplo, la UNRWA tiene varias veces más empleados que la ACNUR, la cual se dedica a todos los refugiados en el mundo. No le hacen seguimiento al gasto; unos meses atrás, se descubrió que, por ejemplo, en el Líbano tenían contabilizados unos 300.000 palestinos, pero en un censo se dieron cuenta que no eran ni la mitad. Durante años, sobre EEUU recayó el mayor peso económico de la UNRWA, pero porqué Catar, Turquía e Irán que financian las armas de Hamas, no hacen donaciones para la financiar la educación y la salud de los palestinos.

Para yo no seguir describiendo realidades, la próxima vez que trate de echar un cuento, sería bueno una mejor investigación, pues esta narración tan subjetiva, con manipulaciones, “olvidos” y calumnias, tal cual una viscosa telenovela, suena a mala intención.

 

 

El articulo en cuestion

El lugar más destruido del mundo, por Santiago Roncagliolo – http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/lugar-destruido-mundo-santiago-roncagliolo-noticia-547649

 
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