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| jueves marzo 28, 2024

VAIESHEV 5779


Iaakov se establece en Jevrón con sus 12 hijos. Su favorito es Iosef, de 17 años. Los hermanos de Iosef están celosos por el trato preferencial que recibe, como por ejemplo, del saco multicolor que Iaakov le hizo. Iosef les cuenta a sus hermanos dos sueños que tiene, que profetizan que él esta destinado a gobernar sobre ellos, aumentando la envidia y el odio hacia él.

Shimón y Levi planean matarlo, pero Reuvén sugiere, a cambio, arrojarlo en un pozo, con la intención de volver más tarde y salvarlo. Mientras Iosef está en el pozo, Iehuda lo vende a una caravana de Ishmaelitas. Los hermanos manchan el saco especial de Iosef en la sangre de un cabrito y se lo muestran a su padre, haciéndole pensar que su más querido hijo fue devorado por una bestia salvaje.

Iehuda se casa y tiene tres hijos. El mayor, Er, muere joven y sin hijos, y su mujer, Tamar, es dada en matrimonio a su segundo hijo, Onan. Onan peca al derramar su simiente y, también, muere joven. Iehudá no quiere que Tamar se case con su tercer hijo. Determinada a tener un hijo de la familia de Iehudá, Tamar se disfraza como una prostituta y seduce a Iehudá mismo. Más tarde, Iehudá se entera de que Tamar está embarazada y la manda a matar por infidelidad, pero cuando ella muestra ciertos objetos personales que Iehudá dejó como garantía de pago, él admite públicamente que es el padre. Tamar tiene dos hijos, Peretz (ancestro del Rey David) y Zeraj.

Iosef es llevado a Egipto y vendido a Potifar, el ministro encargado de las carnicerías del Faraón. Di-s bendice todo lo que él hace y pronto es nombrado encargado de todas las propiedades de su amo. La mujer de Potifar desea al muchacho; cuando Iosef se niega a estar con ella, ella le dice a su marido que el sirviente hebreo trató de forzarla, y lo envían a prisión. Iosef gana la confianza de los carceleros, quienes le otorgan un cargo importante en la administración de la prisión.

En prisión, Iosef se encuentra con el Jefe de Coperos y Jefe de Panaderos del Faraón, ambos encarcelados por el rey. Los dos tienen un sueño, que Iosef interpreta; en tres días, les dice, el Jefe de Coperos será liberado y el Jefe de Panaderos será ahorcado. Iosef le pide al Jefe de Coperos que interceda por él ante el Faraón. Las predicciones de Iosef se cumplen, pero el Jefe de Coperos se olvida de Iosef.

 

NO SOLO PROFECIA

Al final de la Parashá leemos que José interpreta los sueños del copero y del panadero de Faraón. Pero en esa interpretación no sólo hubo profecía, sino lo que podríamos denominar “poder de observación”. Veamos por qué.

Ambos funcionarios narraron sus respectivos sueños.

El copero soñó que había tres racimos de uvas, él los tomaba, elaboraba vino, lo servía en la copa de Faraón y le entregaba la bebida al monarca. Había acción, había vida.

El panadero estaba de pie con tres canastas de pan en la cabeza, inmóvil, y los pájaros picoteaban las hogazas. No dice de dónde venía el pan, ni quien lo había elaborado. Faltaba la acción, faltaba la vida. Además las aves temen a los seres vivos, pero no a los muertos.

Aparte que no era un secreto que en tres días Faraón festejaría su cumpleaños.

También el prestar atención a los detalles es una forma de profecía.

 

Tres Actitudes Ante el Exilio

En nuestra parashá encontramos un versículo que describe tres estados en el exilio: cuando Iosef es vendido por sus hermanos y revendido varias veces por caravanas de comerciantes, al final del proceso, la Torá nos dice (Bereshit 39:1): «y Iosef fue descendido a Egipto».

El Midrash nos dice que la palabra «descendido», hurad en hebreo, tiene tres significados:

1) Descenso, de la palabra ieridá, ya que Iosef fue hecho sirviente en Egipto, y hasta fue puesto en prisión.

2) Gobierno, de la palabra rediá, ya que Iosef, luego de ser presentado ente el Faraón, se volvió el gobernador de todo Egipto.

3) Hizo desdender, de la palabra horadá, ya que Iosef hizo descender la Presencia Divina a Egipto, como está escrito (Bereshit 39:2): «Di-s estuvo con Iosef».

Estas tres explicaciones indican tres posibilidades de relación del hombre con el mundo que lo rodea. Iosef poseía las tres formas: descenso, gobierno y acarreo de la Presencia Divina con él. A su vez, cada judío y judía puede comportarse en elación al exilio donde se encuentra, de estas tres maneras.

La primera posibilidad es que el judío ve un descenso en el hecho de que se encuentra en exilio. La diáspora ocupa un lugar tan importante en su vida, que molesta para su servicio a Di-s, por lo cual el judío lucha contra ella, para, con suma dificultad, sobreponerse.

El problema con este enfoque hacia el exilio, de considerarlo una entidad que se opone a la observancia de Mitzvot, es que a pesar de que la persona luche y venza las dificultades, la victoria lograda no es completa, porque la lucha deja una marca en la persona, por así decir, sus ropas están ensangrentadas de tanto batallar contra el enemigo.

La segunda posibilidad es que el judío se coloca, desde el principio, en una posición de gobierno sobre el mundo. No ve frente a sí ninguna dificultad ni molestia al cumplimiento de los Preceptos Divinos. Este enfoque fija, también, la situación del exilio. En lo que a él respecta no hay exilio, él es el gobernante por sobre el exilio.

La ventaja de este enfoque es que no hay guerra. Todas las dificultades automáticamente son anuladas. Sin embargo, no es que se desvanecen, sino que están momentáneamente subyugadas, existe la posibilidad de que, si la persona desciende de su nivel espiritual, se despierten y molesten al servicio Divino.

La tercera posibilidad es que el judío trae a la Presencia Divina con él. Es decir, cuando el judío sale al exilio, lleva a Di-s con él, y con Su poder, transforma al exilio mismo, hasta que éste mismo lo ayuda en la observancia de Mitzvot. Este es el nivel superior, que transforma el mal de la diáspora en bien, la oscuridad en luz.

Este era el nivel espiritual de Iosef. Por un lado, él descendió a Egipto, al exilio, se separó de la vida espiritual en la que vivía junto a su padre Iaacov, y se introdujo en los asuntos materiales de Egipto. Con todo eso, Di-s estaba con él, al punto de que se volvió el gobernante de todo Egipto, y el exilio mismo lo sirvió a Iosef y le ayudó en todos sus emprendimientos.

Este poder, Iosef se lo transmitió a todo el pueblo judío: no hay que asustarse por las dificultades del exilio, sino que hay que traer a la Presencia Divina dentro del exilio mismo, y así traer la redención final, rápido en nuestros días. (www.es.chabad.org)

 

La Luminosidad de Ser

Por Yanki Tauber

«La luz al final del túnel.» «Tu enciendes mi vida.» «Es un iluminado.»

Si grabaras cada palabra pronunciada en las últimas 24 horas, probablemente encontrarías muchas referencias relacionadas con la luz.

Luz, brillo, fulgor – éstas son las metáforas que utilizamos cuando deseamos hablar sobre la esperanza, la sabiduría y bondad. La llama de la vela, el rayo de luz, el carbón resplandeciente – éstas son las imágenes en las que nosotros reconocemos nuestro anhelo por un mundo mejor, más sabio, más virtuoso, más espiritual.

Nos inspira el hecho de que un cuerpo luminoso como el sol, simplemente siendo lo que es, puede tener semejante efecto profundo en entidades tan lejanas, enriqueciéndolas con luz, calor moderado, energía y vitalidad. Nos inspira el hecho de que una llama diminuta puede desterrar la oscuridad de una habitación. En ese caso, no todo no está perdido. Si nuestras propias almas son «las velas de Di-s» (como Rey Salomón proclama en el Libro de Proverbios), entonces después de todo, no somos tan pequeños. El mundo aun puede transformarse. Todo lo que necesitamos es ser como somos de verdad, actuar con nuestra bondad innata, y la oscuridad se ira lejos.

Una vez por año, celebramos esta verdad. Durante ocho días y noches, celebramos el poder de la luz: en orden ascendente -una pequeña llama la primera tarde, dos llamas la segunda, tres en la tercera – encendemos la Menorá de Janucá, recordando esa victoria milagrosa, hace 22 siglos, de la calidad sobre la cantidad, el espíritu sobre la materia, el coraje sobre el poder. Y rezamos por el día en que dichas victorias no sean «milagros» sino, la forma natural en la que Di-s conduce el mundo. (www.es.chabad.org)

 

 

 
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