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| sábado abril 20, 2024

Por qué de verdad Trump abandona a los kurdos (pista: no es por el impeachment)


Civiles kurdos huyen del norte de siria ante los bombardeos turcos. Ya suman más de 100.000.

Todos los medios señalan con razón el estilo brutal de gobierno de Trump, en este caso su política exterior. Una llamada telefónica al presidente turco Recyyp Erdogán dando luz verde a un plan encajonado hace años para crear una zona de buffer en el norte sirio para así separar a los kurdos de ese país de los kurdos turcos; y un tuit anunciando el retiro de tropas norteamericanas, eso fue todo. La CIA no estaba informada, tampoco el Pentágono, mucho menos los miembros de su gabinete. Los kurdos han sido traicionados con una llamada y un tuit, cuyos resultados, que ya suman más de 300 civiles y combatientes kurdos muertos, están lejos de verse.

Pero el analista israelí Alón Pinkas, en el suplemento de fin de semana de Yediot Ajaronot, va más allá a la hora de explicar las razones y los alcances geopolíticos de la medida. Tampoco se pliega al coro de quejas israelíes, en el sentido de “sólo podemos confiar en nosotros mismos, somos los próximos en la fila”, etc. Para él, la victimización israelí, que compara entre el poder de fuego y la proyección disuasoria israelíes por un lado, y la indefensión kurda por el otro, es no sólo incorrecta, sino incluso ofensiva.

También el impeachment que pesa como espada de Damocles sobre la cabeza de Trump es apenas un detalle coyuntural. Para Pinkas, la proyección y las razones de la retirada norteamericana se remontan nada menos que al fin de la Guerra Fría y el fracaso de las Primaveras Árabes.

En efecto, si se unen los puntos dejados por sucesos de la última década, quedará dibujado un panorama claro: EEUU se está retirando del Medio Oriente. Es un proceso lento, con altos y bajos, con desafíos y realidades puntuales en el terreno, pero la tendencia es clara. Algunos de esos puntos: las manifestaciones en El Cairo, que llevaron a la caída de Hosni Mubarak, la guerra en Libia, la guerra civil en Siria desde 2011, la guerra interna en Yemen y con Arabia Saudita, el conflicto saudita-qatarí, el enfrentamiento a fuego lento entre Arabia Saudita e Irán. A ello se suma el conflicto palestino-israelí: el “Plan del Siglo” de Donald Trump es comparado en algunos círculos con el Monstruo del Lago Ness: todos hablan de él, ya con temor, ya con respeto, pero nadie cree que realmente exista, o que vaya a tener alguna incidencia.

Las razones de esta retirada lenta pero segura son cinco:

1.La URSS ya no está. Desde 1945, la política norteamericana en la zona se basaba en dos ejes: frenar el avance soviético y crear pactos pro-norteamericanos. En la década iniciada en 1992, EEUU queda como la única potencia. Y en 2001, el eje de prioridades norteamericanas vira hacia la lucha contra el terrorismo, y ya no contra otra potencia.

2.Independencia energética. Hasta principios de los 90, EEUU importaba más de la mitad de su petróleo del Medio Oriente. Esta dependencia bajó prácticamente a cero por dos desarrollos tecnológicos: el hallazgo de “aceite/petróleo bituminoso” en cantidades siderales en EEUU: petróleo o gas encerrados entre capas rocosas y su extracción a través de “fracking”, explosiones hidráulicas de rocas, y la posibilidad de perforación diagonal exacta. A ello se suma un desarrollo regional: Canadá y México aumentaron considerablemente su extracción, lo que le permite reservas para importación en caso de escasez potencial, sin recurrir al lejano Medio Oriente. EEUU continúa importando la mitad de su consumo (40% de Canadá, 11% de Arabia Saudita) sólo debido al menor precio en comparación con el “fracking”.

3. Cansancio de guerras en el Medio Oriente. Desde la famosa frase del primer Presidente, George Washington, en su discurso de despedida en 1796, en el que advertía contra “complicaciones allende el mar”, no ha habido regiones en las que EEUU se haya complicado tanto como el Medio Oriente y Asia oriental. La intervención en el Líbano en los años 80, la primera Guerra del Golfo en 1991, Afganistán (2001-2019), Irak (2003-2019) y el fracasado intento de instalar allí una democracia floreciente. EEUU está cansado del precio en sangre, en dinero, en credibilidad y en falta de beneficios geopolíticos en estas guerras y en su presencia en el Medio Oriente. La Quinta Armada todavía está anclada en los puertos de Bahrein y Qatar, la Sexta Armada todavía navega por el Mar Mediterráneo, pero la tendencia es hacia la reducción en su participación en conflictos regionales.

4.Caen las fichas acerca del mundo árabe. La combinación del derrumbe de la URSS con la independencia energética y el colosal fracaso de las Primaveras Árabes llevaron a EEUU a una nueva percepción respecto del mundo árabe. En una mirada supra-estatal, EEUU identifica tres potencias regionales en el Medio Oriente: Israel, Turquía e Irán. Las diferencias entre ellas son enormes y variadas, pero comparten un denominador común: ninguna es árabe.

5.El traslado del eje de atención estratégico a Asia oriental, en particular contra la expansión de la influencia y la proyección del poder de China. Este es el interés y esta es la prioridad que identificó la Administración Obama, y en cierta medida, con su estilo, Trump continúa la línea.

Luego, Alón Pinkas pasa a evaluar el consenso generalizado en torno a quién gana y quién pierde. Existe, dice, un consenso en cuanto a que Irán sale ganando con la retirada norteamericana y su abandono de los kurdos. No queda claro qué es lo que gana Irán. El fortalecimiento de ISIS, el enemigo sunita jurado de Irán, no es un logro iraní, precisamente. Irán, además, es un tigre de papel cuya fuerza se sobredimensiona.

También existe consenso en cuanto a que Rusia gana con esto, debido a que EEUU se retira. Primero, la presencia norteamericana ya era pequeña. Segundo, ¿de qué manera la presencia rusa en el corazón de este pantano de sangre sirve a los intereses rusos? Sí, el caos favorece a Rusia, y no hay mejor agente del caos que Donald Trump, pero no queda claro cómo todo esto sirve a Rusia.

Segundo, “Irán se ha fortalecido”. ¿Cómo, exactamente? No queda claro, pero para las necesidades políticas (la referencia es claramente hacia el premier Biniamín Netanyahu), siempre es útil llenarse la boca con ello.

Y finalmente, Israel. Existe un pánico de enormes proporciones surgida de una sensación falsa y de una victimización del tipo “como los kurdos, también nosotros seremos abandonados a nuestra suerte”. La comparación entre un puñado de milicias kurdas y el país más fuerte del Medio Oriente es ofensiva.

Después de todo hay aquí un asunto que es sencillo. EEUU carece de una política seria o guiada por intereses en el Medio Oriente. Era previsible y habrá que acostumbrarse.

 
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