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| miércoles abril 24, 2024

Trump Consigue Lo Imposible: La Reconciliación Entre Serbia Y Kosovo


Pese a que el asunto ha pasado casi totalmente desapercibido en la mayor parte de los medios de comunicación de todo el mundo, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha conseguido un gran éxito diplomático en los últimos días tras conseguir arrancar a Serbia y el Kosovo la rubrica de un acuerdo para normalizar sus relaciones económicas, algo que ni la Unión Europea (UE) ni otras instituciones internacionales, como las Naciones Unidas, hasta ahora habían logrado. Ambos países parecían irreconciliables e incapaces de sentarse en una misma mesa.

 

El acuerdo es histórico, en tanto y cuanto Serbia no reconoce a Kosovo como Estado independiente, a pesar de que ya lo ha hecho casi un centenar de países desde su independencia, allá por el año 2008, y porque ambas naciones no tienen siquiera relaciones diplomáticas. Kosovo era una región autónoma de Serbia hasta el año 1999, en que una intervención internacional liderada por la OTAN impuso a Belgrado la retirada de sus fuerzas de seguridad y de su ejército, en una suerte mediación para evitar que la guerra continuase entre serbios y albaneses pero que finalmente acabó alentando la independencia de este territorio. Un asunto controvertido, contrario a los usos del derecho internacional, pero que finalmente fue aceptado como la salida menos mala a un contencioso que duraba ya siglos.

 

La administración norteamericana de entonces, presidida por Bill Clinton, alentó, apoyó y financió el proceso secesionista en Kosovo para debilitar a Serbia con la ayuda de otras grandes potencias, como el Reino Unido, Francia y Alemania, y también para establecer una cabeza de puente en los Balcanes que le sirviera como avanzadilla militar en esta estratégica región, a medio camino entre Europa y Asia.

 

Cuestiones geoestratégicas al margen, el acuerdo alcanzado es  un gran paso porque supone, en la práctica, el reconocimiento por parte de Serbia de Kosovo como realidad territorial, algo que hace unos años era impensable y que muestra hasta que punto las cosas están cambiando en la zona. El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, ha actuado más condicionado por el pragmatismo que por el dogmatismo nacionalista, algo que seguramente le puede granjear algunas críticas en su país pero que constituye una decisión absolutamente necesaria para normalizar las relaciones de Belgrado con la comunidad internacional, pero especialmente con la UE y la OTAN, siempre complejas y no exentas de dificultades.

 

La reconstrucción de los Balcanes pasa por la necesaria reconciliación entre Serbia y Kosovo y, en un futuro más cercano, por la integración de estos países, junto con Albania, Macedonia del Norte, Montenegro y Bosnia y Herzegovina, en la UE, un escenario todavía lejano debido al veto impuesto por el presidente francés, Emmanuel Macron, a nuevas ampliaciones hacia el Este por parte de esta organización supranacional. También estos países deben acometer profundas reformas políticas y económicas para adecuarse a las estructuras comunitarias si de veras en un futuro quieren pertenecer a la UE.

 

KOSOVO RECONOCE A ISRAEL E INSTALA EMBAJADA EN JERUSALEN

 

En cualquier caso, es innegable el éxito de Trump al lograr un acuerdo que no solamente ha conseguido sentar en la mesa a dos países que hasta ahora eran casi enemigos, sino que, por fin, la lógica aplastante de los negocios se impone sobre el sonido de las armas, tal como ha sucedido tantas veces en esta región siempre compleja y turbulenta. Se han sentado las bases para comenzar a trabajar juntos, pero sobre todo para cimentar sus relaciones sobre la base del diálogo, la comprensión mutua y el reconocimiento del otro, superando los viejos odios y el recuerdo de las guerras pasadas.

 

Finalmente, el acuerdo también tiene un aspecto histórico y trascendental porque Kosovo se ha comprometido a reconocer a Israel y a fijar su embajada en Jerusalén, siendo el primer país musulmán del mundo en hacerlo y sumándose a otros Estados que ya lo han hecho. Trump, pese a las fuertes críticas recibidas por supuestamente haber desatendido las cuestiones internacionales durante su mandato, ha demostrado en los últimos meses, ya casi en la recta final del mismo, ser un líder capaz de concitar importantes acuerdos, como, por ejemplo, el reciente entre Israel y Emiratos Arabes Unidos, y dar muestras de un mayor liderazgo que una UE cada vez más apagada y eclipsada, casi sin iniciativas internacionales ni ideas propias.

 

 
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