Investigadores de la Universidad de Tel Aviv descubrieron un tratamiento potencial de glioblastoma, una forma especialmente agresiva de cáncer de cerebro que a su vez representa la mitad de todos los cánceres de cerebro primarios.

El procedimiento fue probado en ratones y modelos de laboratorio 3D pero si funciona en humanos, el glioblastoma podría volverse “crónico pero manejable”, según indicó la profesora Ronit Satchi-Fainaro, directora del Centro de Investigación en Biología del Cáncer y del Laboratorio de Investigación y Nanomedicina del Cáncer de la universidad.

Para Satchi-Fainaro, las expectativas sobre este mal, que tiene una tasa de supervivencia del 40 por ciento después de un año y solo del 5 por ciento después de cinco años, incluso después de la cirugía, los rayos y la quimioterapia, son enormes: “Incluso podría curarlo por completo”, afirmó la científica.

Lo que Satchi-Fainaro y su equipo descubrieron es que el glioblastoma se da, en parte, a una falla en el sistema inmunológico del cerebro, que conduce a la amplificación de la división de células cancerosas.

Este “paso en falso” del sistema inmunológico tiene relación con la secreción de una proteína llamada P-Selectina (SELP) que, cuando se une a las células inmunitarias de la microglía del cerebro, altera su función para que en vez de inhibir la propagación de las células cancerosas hagan exactamente lo contrario.

Imagen de células de glioblastoma. Imagen cortesía de TAU

Debido a que las células se comunican entre sí a través de proteínas, los investigadores analizaron qué tipo de estas se secretan cuando la microglía se encuentra con células de glioblastoma.

Así fue como descubrieron que seis proteínas estaban sobreexpresadas. Luego de ese hallazgo, Satchi-Fainaro bloqueó cada una de las seis proteínas para ver si alguna en particular era la principal culpable del bloqueo de la función inmunológica del cerebro.
Allí notó que era la SELP la que alteraba el sistema inmunológico y estimulaba el crecimiento de los tumores.

De forma natural, esa proteína ayuda a las células -en particular a los glóbulos blancos- a viajar dentro del cuerpo pero, dijo Satchi-Fainaro, “el problema es que el encuentro entre células de glioblastoma y células de microglía hace que expresen SELP en grandes cantidades”.

Ese proceso permite que las células cancerosas viajen y penetren en el tejido cerebral. De ese modo, el tumor “corrompe y reeduca” la microglía para que en lugar de defender al cerebro del cáncer, se genere más SELP.

Sin embargo, cuando esa proteína fue inhibida, las células tumorales mostraron una tasa de división más lenta, dejaron de migrar al cerebro y tuvieron un comportamiento menos invasivos.

El resultado positivo -al menos en los ratones- se tradujo en que la progresión del cáncer en el cerebro se vio obstaculizada de forma drástica.

Efectos extraordinarios

Para el estudio, Satchi-Fainaro y su equipo modificaron a cientos de ratones para que tuvieran glioblastoma. Todos los ratones con tumores murieron en unas semanas.

Sin embargo, los que recibieron un compuesto químico que bloquea la producción de la proteína SELP se recuperaron.

Ese mismo efecto fue encontrado en células tumorales tomadas de pacientes humanos insertadas en un modelo 3D del cerebro humano en un laboratorio.

ISRAEL21c destacó a Satchi-Fainaro en su artículo sobre bioconvergencia y remarcó su trabajo con tumores impresos en 3D que les permiten a los oncólogos “probar” medicamentos en una copia perfecta del tumor real.

Si bien la meta principal de Satchi-Fainaro en su estudio de glioblastoma era abordar el cáncer de cerebro, la científica descubrió otro beneficio: la inhibición de la proteína SELP puede aliviar el dolor asociado con la anemia de células falciformes.

La científica busca dar el siguiente paso, que es demostrar que inhibir la proteína SELP es seguro en humanos. Si es así, Satchi-Fainaro espera que la aprobación del tratamiento se dé de forma rápida.

“Los pacientes con glioblastoma necesitan ya nuevos tratamientos. Este es el tipo de cáncer más mortal en el sistema nervioso central y es el responsable de la mayoría de los tumores cerebrales malignos. Se trata de un mal agresivo, invasivo y de rápido crecimiento, lo que lo hace resistente a los tratamientos actuales. Así, los pacientes mueren dentro de un año de la aparición del cáncer. Además, el glioblastoma se define como un ‘tumor frío’, lo que indica que no responde a los intentos de activar el sistema inmunológico contra él”, explicó la especialista.

Satchi-Fainaro añadió que el nuevo tratamiento puede ser el avance necesario en la batalla contra el cáncer “más abrumador de todos” ya que “allana el camino para una nueva terapia para una enfermedad que no ha tenido ningún avance nuevo en términos de terapia durante la última década”.

El estudio, publicado en la revista Nature Communications, estuvo dirigido por el estudiante de doctorado Eilam Yeini junto a neurocirujanos del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv, quienes brindaron muestras de tejido de glioblastoma extraídas durante cirugías.

Especialistas de la Universidad Johns Hopkins y el Instituto Lieber -ambos de Maryland, EEUU- también suministraron tejido cerebral sano de autopsias.

No hace mucho, Satchi-Fainaro ganó los premios Youdim, Bruno, Humboldt y Kadar Family por su destacada investigación en 2020.

Su estudio pionero fue financiado por el Fondo de Investigación del Cáncer de Israel, el Consejo Europeo de Investigación, la Fundación Morris Kahn, la Asociación del Cáncer de Israel y la Fundación de Ciencias de Israel.