En el repetitivo discurso -casi ad nauseam- de “Un Estado para dos pueblos” o “La solución de dos Estados” esgrimido por los líderes políticos de las potencias occidentales que representan el engranaje principal del derecho internacional, resuena como una solución ideal al conflicto entre Israel y Palestina, y aunque ni unos ni otros estén seguros de lo que realmente significa esa frase, saben con absoluta certeza que se traduce en aprobación popular, y les ayudará a rascar un par de votos para sus próximas elecciones. ...