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| viernes marzo 29, 2024

¿A quiénes beneficiarían el plan de anexión israelí y el Acuerdo del Siglo?


El plan de anexión israelí, que Netanyahu anunció comenzaría el 1 de julio, finalmente, y como era de esperar, fue postergado. El duro rebrote del coronavirus y la consecuente crisis económica están golpeando a Israel con fuerza, por lo que la anexión de partes de Cisjordania pasó, por el momento, a un segundo plano. Ya casi no se habla del asunto en Israel, cuando hasta hace un mes era el tema estrella.

Sin embargo, aún está en agenda, y vale la pena hacer algunas aclaraciones al respecto. Y es que suele abordarse de un modo bastante facilista debido a que habitualmente se ignoran sus pormenores.

Tanto los medios de comunicación como los políticos del mundo y, por lo tanto, también la opinión pública lo suelen analizar como una disputa entre árabes y judíos, o entre israelíes y palestinos. También suelen verlo como una disputa ideológica en Israel, en la que la derecha lo apoyaría y la izquierda lo rechazaría.

Pero, como era de esperarse tratándose de Israel, el asunto es más complejo; siendo generosos, podríamos decir que eso es cierto en una cuarta parte, razón por la cual el análisis habitual dista mucho de tener verdaderamente en cuenta lo que sucede en realidad.

La anexión israelí de partes de Cisjordania contiene aristas, disputas y cuestiones que muchos fuera de Israel, y a veces incluso dentro de Israel, no valoran.

Por este motivo, es necesario poner un poco de orden si se pretende comprimir el quién-dice-qué en un solo artículo.

¿Los palestinos rechazan el plan de anexión? Sí, algunos; otros están más interesados en que su situación económico-social mejore y no les preocupa tanto, en tanto que otros lo apoyan porque quieren formar parte del Estado de Israel y no vivir bajo el totalitarismo de regímenes salvajes como los que rigen en Gaza y en Cisjordania, el de Hamás y el de la Autoridad Palestina (AP), respectivamente. Es decir, muchos palestinos desean una vida próspera y con más libertades.

Pocos días atrás, un periodista israelí realizó un reportaje en Cisjordania con cámara oculta y preguntó a los palestinos qué pensaban acerca de la anexión. Por supuesto, distorsionó tanto los rostros como las voces de los consultados. No fueron pocos los que manifestaron su deseo de que la anexión se implementase para así poder recibir el documento israelí, en tanto que otros mostraron desinterés en el asunto y sólo expresaron su deseo de que su situación mejorase.

A pesar de la distorsión de rostros y voces, la AP logró identificar a los que se mostraron a favor de la anexión, los encerró unos días y, según fuentes, los torturó. La AP lo desmiente, por supuesto. Pero me sorprendería que no lo negara tanto como que no hubiera torturado y encerrado a quien expresara una opinión que no le beneficiara.

¿Palestinos apoyando la anexión? Claro, muchos más de los que se cree. Pero no pueden hablar porque después el Gobierno de Abás va a negar que los detenga y torture. Y qué decir de Hamás, que seguramente los asesinaría y arrastraría sus cadáveres por toda la Franja de Gaza por «colaborar con el enemigo sionista», con el fin de enviar un mensaje a cualquiera que intente oponerse a su totalitarismo.

Ya me lo dijo un líder opositor jordano exiliado en el Reino Unido, Mudar Zahran, en una entrevista: «A Occidente le interesa que el conflicto siga». Por eso seguramente la mayoría de la opinión pública internacional no sepa nada de estos palestinos. Si hablan, los detienen y torturan, en el mejor de los casos. Y Occidente, salvo rarísimas excepciones, se niega a darles voz; prefieren otorgársela a los opresores.

El exterrorista Muhamad Masad, quien fuera un terrorista en su juventud y debió huir a Israel –donde reside actualmente– por animarse a denunciar la corrupción de la AP, entonces liderada por Arafat, me pudo confirmar todo esto, ya que sufrió las torturas y persecuciones de aquellos con los que se exige a Israel que firme la paz.

Masad, que hoy se desempeña como activista por la paz, asegura que las torturas y encarcelamientos a los que piensan diferente continúan en los territorios controlados por la AP, por no hablar de los asesinatos perpetrados por Hamás en Gaza por el mismo motivo.

Es decir, la oposición palestina es prácticamente desconocida, pero no inexistente, aunque se esfuercen por hacernos creer otra cosa. Masad no es el único que afirma que la gran mayoría de los palestinos están hartos de sus gobernantes.

Las voces de los palestinos que se oponen al terrorismo y a la corrupción de sus dos Gobiernos no pueden oírse. Temen hablar. Mudar Zahran, que se considera a sí mismo jordano-palestino –afirma que ambas identidades son la misma–, me dijo, ya digo, que a Occidente le conviene el conflicto en Medio Oriente. Masad está de acuerdo con él; me aseguró que, con un nuevo liderazgo que realmente representase la voz de los palestinos, Occidente no sería necesario como mediador en el conflicto, y que de hecho Occidente representa un obstáculo. Palestinos e israelíes, me dijo, podrán solucionar sus problemas y convivir en paz. ¿Será por eso que Occidente sigue confiando en Abás? Seguramente.

Otra idea errónea respecto de la anexión es que se trata de un plan apoyado por “la ultraderecha” israelí. Bueno, lo cierto es que la derecha lo apoya; pero no toda. Hay algunos en su seno que se oponen porque integraría a muchos palestinos en un Estado de Israel que les otorgaría la ciudadanía. De hecho, no son pocos los palestinos que tienen la intención de asentarse en el área que el Estado judío quiere anexarse para recibir el documento de identidad israelí. El debate dentro de la derecha también incluye desacuerdos respecto de cuál sería la mejor forma de proceder a la anexión, precisamente, para que incluya solo a los residentes israelíes en la zona, con el fin de separar al Estado de Israel de los territorios palestinos.

La anexión tal como está estipulada en el plan de paz de Trump no es aceptada por una parte de la derecha. El Acuerdo del Siglo no sólo incluye la anexión israelí de partes de Cisjordania, como buena parte de la prensa informa, sino que el Estado judío deberá ceder algunos territorios de la zona del Neguev, el 70% de Cisjordania (con muchos sitios de un valor histórico importantísimo para los judíos), ciertos barrios de Jerusalén Oriental –donde el hipotético Estado palestino radicaría su capital– y una serie de localidades árabes que borden la Línea Verde. Y Gaza continuará en manos palestinas.

Es decir, si los palestinos aceptasen la propuesta, duplicarían su territorio, nadie sería removido de su hogar y además recibirían aún más millones de dólares, que seguramente dilapidarán nuevamente.

Sin embargo, junto con los palestinos que quieren librarse de sus dirigentes, los árabes israelíes tampoco desean ser parte de un Estado palestino, por más que muchos de ellos, que se autodefinen como palestinos, y de los alcaldes de las localidades en que residen, en un comportamiento de lo más extraño, se enfurezcan con las autoridades israelíes que aceptaron un plan que los llevaría a ser oficialmente palestinos.

Numerosas voces, incluso dentro de Israel, opinan que la anexión no debería llevarse a cabo porque podría afectar negativamente a los tratados de paz de Israel con Egipto y Jordania, así como los acercamientos del Estado judío a otros países árabes, como Emiratos y Arabia Saudita, que ya manifestaron su oposición. ¿Lo hacen porque están preocupados por los palestinos? No lo creo, sino que, y se trata de una simple opinión mía, simplemente se ven obligados a manifestarse así para que los paulatinos acercamientos con el Estado judío no sean tomados como una alianza con él, ya que, si bien el vínculo de Israel con el mundo árabe ha mejorado, la región aún es hostil al Estado judío, y los líderes de esos países, pienso, temen una posible reacción negativa de muchos de sus ciudadanos, o bien no quieren sentir que estiran la mano para que Israel tome el brazo. Aún quieren mostrarse fuertes frente al Estado judío imponiendo condiciones. Es decir, es todo una cuestión de imagen.

Por lo tanto, la respuesta pública de estos países era previsible y, creo, justificable. ¿Significa eso que Israel debe dar marcha atrás con la anexión? No. Con las habilidades diplomáticas que ha demostrado tener Jerusalén, creo que es un conflicto que se va a poder superar con el tiempo. En el Medio Oriente nada es repentino, todo debe hacerse con mucho tacto y sin apuro. Pero la posición del Estado judío en la región es excelente hoy en día. En una entrevista que le hice al director del departamento de redes sociales en idioma árabe del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí, Yonatan Gonen me aseguró que cada vez más árabes y musulmanes en general no ven en Israel un enemigo. Esto, sumado a las relaciones de Jerusalén con las autoridades de algunos países árabes, era inimaginable hace una década o menos.

Entonces, ¿a quién beneficiaría la anexión? Pues a los palestinos susceptibles de recibir la ciudadanía israelí y a Israel, en su empeño por fijar de una vez por todas sus fronteras oficiales, que en principio serán rechazadas por la comunidad internacional pero en el futuro, y con un liderazgo palestino más sensato, tal vez sean aceptadas. ¿Y el resto de los palestinos? Si se produce el cambio esperado, podrán aprovechar el plan de Trump para crear su propia Palestina a lo Israel, en sustitución de su Palestina a lo Irán que padecen, que no les permite progresar ni vivir en libertad.

Yosef Hadad, activista por la paz árabe-israelí, me dijo en una entrevista que la paz no llegará con esta generación de políticos; pero este hombre que a diario se dedica a desmentir las patrañas antiisraelíes que inventan movimientos con una agenda oscura como el BDS confía en que las próximas generaciones podrán alcanzar la paz. Hadad conversa periódicamente con árabes y judíos de Israel y con palestinos, y de ahí saca su conclusión. Yo le creo, como también creo a Masad, a Zahran y a Gonen. Llegó la hora, entonces, de que se oigan todas las voces. En tal caso, en unos años la anexión no será más que una anécdota, una pequeña parte de un largo proceso entre dos países prósperos que tuvieron conflictos en el pasado, como muestra la historia de muchas naciones que hoy conviven en paz y hasta con una profunda amistad. De los palestinos depende.

 
Comentarios

Xq hablas de anexión? Estas mintiendo. Esa tierra es Judea. Eso es q es de Israel
Bueno no sé anexa lo q es de uno. Ese es lenguaje enemigo

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