El Estado Islámico, un ejército de psicópatas

Apenas un 1% de los seres humanos es psicópata. La mayoría de ellos no son violentos, y casi todos son altamente funcionales. Se supone que hay una excesiva representación de ellos en el Congreso, en Wall Street, en los consejos directivos y en grandes zonas urbanas. Y están más representados todavía en organizaciones terroristas como el Estado Islámico (EI) y Al Qaeda. Todo psicópata violento hijo de padres musulmanes que haya en miles de kilómetros a la redonda se ve atraído por estas organizaciones como los gusanos por la carne. Ello les da permiso para comportarse de forma atroz con impunidad. No me sorprendí en absoluto cuando me enteré, hace poco, de que dos yihadistas británicos habían comprado El islam para dummies y El Corán para dummies antes de marcharse a Siria. No iban allí atraídos por la religión, sino por la licencia para matar.

A diferencia de Al Qaeda, el EI está tratando de construir un verdadero Estado, pero su conducta es tan implacablemente salvaje que poco de lo que haga captará la atención mundial, salvo cuando sus matones decapitan a civiles extranjeros, crucifican a disidentes y libran guerras genocidas contra las minorías locales. Actuando de esta forma, los combatientes del EI han conquistado muchísimo territorio muy rápidamente, pero al final será su perdición. Shashank Joshi explica en el Telegraph londinense:

Hay dos vías de la estrategia de la brutalidad resulte contraproducente. La primera es que impulse a tus enemigos a luchar más denodadamente, porque rendirse se convierte en una opción espantosa. Un estudio académico demuestra que “la política de la ‘Wehrmacht’ de tratar brutalmente a los prisioneros de guerra soviéticos minó la efectividad militar alemana en el Frente Oriental”. Además, la propia brutalidad de los soviéticos con los alemanes provocaba que estos últimos combatieran más enérgicamente en Rusia que en Normandía. ¿Moraleja? El Estado Islámico puede hacer huir a sus enemigos, pero una unidad iraquí que se rindiera sería muy inconsciente… y el efecto neto es que el EI tiene que combatir más duramente.

El segundo problema es que el EI pretende construir un Estado. Está ahí para conquistar, no sólo para aniquilar. Pero precisamente una violencia así de excesiva y de indiscriminada causó la caída del precursor del EI, Al Qaeda en Irak. Grupos suníes, armados y protegidos por el surge de las fuerzas estadounidenses, se volvió contra el grupo en el denominado Despertar y lo expulsaron de las mismas áreas de mayoría suní en las que ahora está acuartelado. Pese a que, inicialmente, el EI trató de refrenarse en las plazas capturadas durante la primera mitad de este año, su historial ha sido irregular, por decirlo suavemente. Puede que los iraquíes estén acostumbrados a que los gobiernen mediante el terror, pero eso no significa que les guste.

Entre tanto, médicos israelíes han salvado la vida de un niño sirio de cinco años al que dispararon en la cabeza. Intenten imaginarse al Estado Islámico o a Al Qaeda haciendo algo así por uno de sus enemigos. La idea resulta ridícula, ¿a que sí?

Podría pasar muchísimo tiempo antes de que en cada lugar de Oriente Medio se adopte una política de tolerancia cero hacia organizaciones como el Estado Islámico o Al Qaeda, pero al final gente tan atroz siempre es destruida.

World Affairs Journal