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| viernes abril 26, 2024

La ley de nacionalidad: una lección del Líbano cristiano


El autor es Capitán en la Reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel, miembro del movimiento Arameo Cristiano de Israel y promoter del Curso preparatorio pre-militar (mejiná) judeo-cristiana “Kineret”.

 

El Estado moderno de Líbano fue fundado por cristianos maronitas, como refugio para ellos y otras comunidades cristianas perseguidas en Oriente Medio. La aspiración de los creadores del Estado libanés, cansados de persecuciones y genocidio, era preservar y cultivar en su propio país, su idioma arameo y su singularidad cultural aramea-fenicia. La población islámica de Líbano no compartía esa visión nacional y a raíz de diversas discrepancias, los maronitas tuvieron que renunciar a sus aspiraciones nacionales. Al no tener otra opción, aceptaron la creación de un estado de todos sus ciudadanos, que a su pesar, se convirtió en parte de la Liga Árabe.

 

Lamentablemente, no sólo que dicha solución no condujo a la calma ni a la paz, sino que caldeó más aún las tensiones entre las distintas nacionalidades y comunidades en Líbano, lo cual se deterioró a una guerra sangrienta. Los musulmanes no se veían como parte del estado libanés independiente y soñaban con unirse con sus hermanos, cooperando con el entorno árabe que los rodeaba.

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Esos procesos condujeron a una radicalización de la población árabe musulmana en Libano, debilitaron las instituciones del Estado y provocaron la emigración de los cristianos de la tierra de sus antepasados, en la que habían vivido por generaciones. Es más: la tensión religiosa y nacional en Líbano, creó un conflicto entre las propias comunidades cristianas, especialmente entre los maronitas y los cristianos orientales de raíces arameas. La división debilitó a la comunidad maronita que hasta los años 50 había sido la mayoritaria. Hoy en día, tras un sinfín de guerras y tragedias, se convirtió en una minoría perseguida en su propia tierra. Después de haber constituido el 80% de la población en los años 30, los maronitas son hoy el 35% de la población actual de Líbano.

¿Cuál es la lección que se puede extraer de la historia de Líbano, en relación a la Ley de nacionalidad de Israel? En mi calidad de maronita-arameo-cristiano israelí, parte de la minoría, quien disfruta de libertad en Israel,yo sí entiendo a importancia de la ley.

Es cierto, nuestros antepasados apoyaron por razones ideológicas la realización nacional judía en la tierra de Israel. Pero mi apoyo a esta ley deriva también de mi conocimiento de la experiencia libanesa, amarga por cierto: considero que la nacionalidad judía de Israel declarada en la ley, es la garantía para la continuación de su existencia como democracia, lo cual también asegura mi propia existencia y mi seguridad como miembro de una minoría religiosa.

 

La experiencia nos enseña que la mayoría judía de Israel aprecia la democracia y se apega a sus principios. El modelo de “estado de todos sus ciudadanos” (que significa Estado de todas sus nacionalidades), por el contrario, puede repetir en Israel la tragedia libanesa. La historia reciente demuestra que hay motivos para temer que sin la fortificación de la nacionalidad judía, aumentarían y se agravarían las tensiones nacionales y religiosas. Apoyados por elementos de afuera, los árabes musulmanes en Israel aspirarían a unirse con sus hermanos palestinos y luego con todo el entorno árabe..

.Es necesario recalcar: el Estado judío se basa en la nacionalidad judía, y no en la Halajá religiosa. Por lo tanto, no hay aquí un paralelo con países religiosos como las repúblicas islámicas que imponen la ley de la Sharía. Los judíos tienen el derecho nacional, al igual que los británicos, los polacos o los irlandeses. Si bien la ley es nueva, su esencia data de mucho tiempo atrás. Es la expresión de una aspiración histórica  y una realidad actual, con forma de Ley fundamental, básica, que se suma a otras leyes básicas,las cuales garantizan el carácter democrático de Israel.

A diferencia de quienes se oponen a la ley, yo también considero que recalcando la nacionalidad judía, se puede promover la solución de dos Estados, dado que la ley destaca el valor nacional-no sólo el religioso-en la identidad del Estado. Y eso es una premisa básica para la estabilidad regional, frente a todos aquellos que se oponen a la condición judía del Estado, dentro de Israel y en el exterior.

 

Al mismo tiempo, abrigo la plena esperanza que en el Estado nación judía, que contó con el apoyo de nuestros antepasados, se exprese una minoría fiel como la nuestra, que en su mayoría prefiere vivir e integrarse en el país, preservando en su marco su propia identidad, su cultura y su cultura araea. A diferencia de numerosos palestinos, nosotros aspiramos a ello por la vía pacífica y con hermandad con la mayoría judía, no en su lugar.

 

 
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