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| lunes diciembre 23, 2024

Gallardón reivindica Sefarad al ser investido doctor honoris causa en Haifa


Sal Emergui

Gallardón, en el acto de la condecoración en la universidad de Haifa. | S. E.

Nueve personalidades israelíes y extranjeras de la política, justicia, ciencia, filosofía y música, incluyendo el último Premio Nobel de Química, el «local» Dan Shechtman, han sido investidos doctor honoris causa en Filosofía de la Universidad de Haifa en un acto que ha levantado mucha expectación en el norte de Israel. No tanto por la presencia del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón como por la de Shlomo Artzi, posiblemente el cantante más importante en la historia de este país.

Evidentemente los motivos por los que Gallardón ha recibido la máxima condecoración del prestigioso centro universitario («fomento de estrechas relaciones entre los pueblos español e israelí» o «su enfoque pluralista y multicultural, la promoción de actividades cooperativas y el apoyo a la aceptación y el entendimiento entre diferentes culturas») son bien diferentes a los del artista de gafas negras y zapatillas deportivas.

«Tomo este doctorado honoris causa de la Universidad de Haifa, una de las mayores distinciones que se me han hecho nunca, y confirmación de que, cuando despierta la curiosidad, cuando hacemos por acercarnos al otro, el diálogo trae más diálogo, el entendimiento más entendimiento, la amistad más amistad. «O, como dijo el sefardí, ‘kada uno loke ensembra'», afirmó Gallardón, visiblemente emocionado.

El dirigente evocó a Sefarad, la España de las tres culturas y a los diplomáticos españoles que corrieron «graves riesgos personales en la Segunda Guerra Mundial para proteger de la barbarie a miles de judíos a los que lograrán salvar de la Shoa, y que han sido saludados como Justos entre las Naciones». Tampoco olvidó la expulsión de los judíos en España que definió como «mutilación».

Y citó palabras del Rey de España: «Sefarad no es ya una nostalgia sino un hogar en el que no debe decirse que los judíos se sienten como en su casa, porque los hispano-judíos están en su propia casa, en la casa de todos los españoles, con independencia de cuál sea su credo o religión».

Ante un auditorio lleno y vestido con sus mejores galas, acabó el discurso con un deseo: «En nombre de esa España que estima profundamente su componente judío, además de en el mío propio, os doy las gracias y, desde lo más hondo del corazón, os deseo paz».

El doctorado honoris causa es el principal motivo la primera visita a Israel de un ministro español desde que Mariano Rajoy formara Gobierno. Reuniones con importantes dirigentes como el de Educación, Guideon Saar, Inteligencia y Energía Nuclear, Dan Meridor o el presidente del Tribunal Supremo, Asher Grunis.

Si el sábado recorrió de forma privada los Lugares Santos de Jerusalén, en la mañana del domingo visitó el Museo del Holocausto en el que avivó, como marca la tradición, la llama principal en la Sala del Recuerdo. En el libro de invitados, Gallardón expresó su esperanza de que la Shoa «atroz» nunca más vuelva a ocurrir. «Con profunda emoción y respeto», resumió su visita a Yad Vashem agradeciendo a Israel por «mantener vivo su recuerdo».

En la ceremonia de la Universidad de Haifa, cuyo «senado» celebraba su 40ª edición, Gallardón compartió premio y mesa de honor con el juez árabe israelí del Tribunal Supremo, Salim Joubran. De una importante familia cristiana árabe, es toda una institución en Haifa, ciudad que siempre ha aspirado a ser la bandera de la convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos. Su Universidad tiene un 20% de alumnos árabes, han recordado a ELMUNDO.ES portavoces del centro académico.

Gallardón quiso realizar un guiño al lejano ladino: «Dice un antiguo refrán sefardí: ‘Kada uno loke ensembra akejo lo va topar’. Y para todo el que haya crecido en la lengua de Cervantes, resulta imposible escuchar esas palabras sin conmoverse, sin sentir como algo propio y muy íntimo el viejo son del judeoespañol. Pues bien: después de muchos años de respeto, de admiración y de afecto hacia el pueblo judío y el Estado de Israel, me encuentro, como vaticina el proverbio, con el reconocimiento de aquello que sin esperar nada a cambio, pero con sincera devoción, he intentado fomentar en mi país».

 
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