Tras los siete días de Sucot tenemos un octavo día de festividad: Simjat Torá. Atrás quedó el mes de Elul, en el que la misericordia Divina brilla, atrás quedó Rosh HaShaná, en que coronamos a Di-s como Rey, atrás quedó Iom Kipur, cuando oímos a Di-s proclamar: “Perdoné como has dicho”, atrás quedó Sucot, en que todo el pueblo de Israel, unidos como las Cuatro Eespecies entró a la sucá para ponerse bajo la protección de las nubes de Gloria. Ahora tenemos derecho a festejar el final de una etapa y el comienzo de una nueva, y esto está simbolizado por el hecho de que concluimos la lectura anual de la Torá… y volvemos a comenzar desde Bereshit. Que esta nueva etapa sea plena de alegrías y realizaciones.
PARASHÁ BERESHIT
La Torá comienza narrando el proceso de creación del mundo por parte de Di-s en seis días:
Primer día: creación de la luz y la oscuridad.
Segundo día: separación de los cielos y la tierra.
Tercer día: separación de los mares y la tierra y aparición de la vegetación
Cuarto día: creación del sol, la luna y las estrellas.
Quinto día: creación de los seres marinos y las aves.
Sexto día: creación de los animales terrestres y, por fin, el hombre.
Mientras que todo lo anterior fue creado por medio del habla de Di-s, el hombre fue formado por la mano del Creador a partir del polvo de la tierra y recibió en la nariz el aliento Divino.
De una de las costillas del hombre Di-s crea a la mujer y ubica a la pareja, Adán y Eva, en el Jardín del Edén.
Y el Séptimo Día (Shabat) Di-s descansó.
En medio del Jardín se encontraba el árbol del conocimiento del bien y del mal. Di-s prohíbe al hombre comer de él.
La serpiente induce a la mujer para que le de al hombre del fruto prohibido. Ambos lo comen.
Ante este acto de desobediencia Di-s los expulsa del Jardín. El hombre es condenado a ganarse el pan con el sudor de su frente trabajando la tierra, a la mujer se la castiga multiplicándole los dolores del parto y la serpiente es condenada a arrastrarse sobre su vientre y a alimentarse del polvo de la tierra.
Eva da a luz dos hijos: Caín y Abel. Caín, envidioso porque Di-s recibe los sacrificios de Abel mientras rechaza los suyos, asesina a su hermano, por lo que es condenado a vagar por el mundo.
Eva da a luz un tercer hijo: Shet. A partir de él el género humano comienza a crecer y a poblar la tierra.
FUE CREADO ULTIMO
Si examinamos toda la historia dela Creación vemos que el ser humano fue creado al final, ¿por qué? Hay una explicación muy interesante: Si el hombre cumple con su misión y se comporta como es debido se le dice: “Ves, todo esto fue creado antes que tú para que puedas estar cómodo y disfrutar de este mundo”. Pero si el hombre no cumple con su misión y no se comporta como es debido se le dice: “¿Quién te crees que eres? Si hasta el minúsculo mosquito fue creado antes que tú”. Yo no se ustedes, pero personalmente prefiero que me digan la primer frase.
¡¡¡Este es mi Sefer Torá!!!
Por Ruth Benjamin
Henryk era muy pequeño en 1945, cuando la Guerra acabó y los sobrevivientes intentaban rastrear frenéticamente a sus parientes. Había pasado la mayoría de su vida con su niñera que lo escondió de los Nazis por pedido de su padre. A pesar del gran riesgo, la mujer lo hizo pues amaba al niño.
Todos los judíos fueron asesinados, y la niñera de Henryk no pensó que el padre, Joseph Foxman, sobreviviría la destrucción en Auschwitz. Por consiguiente decidió adoptar al chico, bautizándolo en la Iglesia y enviándolo a estudiar catecismo con el sacerdote local.
Era Simjat Torá cuando su padre vino a buscarlo. La niñera acongojada empacó su ropa y su libro de catecismo, enfatizando al padre que el muchacho se había vuelto un buen católico. Joseph Foxman tomó a su hijo de la mano y lo llevó directamente a la Gran Sinagoga de Vilna.
En el camino, le dijo a su hijo que era judío y que su nombre era Abraham. Cuando pasaron por la iglesia y el muchacho se persignó reverentemente. Su padre, a pesar de la gran angustia, no dijo nada. Tenía que mostrar a su hijo su Judaísmo, el Judaísmo viviente, y de esta manera recuperaría su esencia.
Entraron en la Gran Sinagoga de Vilna, ahora un remanente del pasado, de la era de una vida judía vibrante. Allí encontraron a algunos sobrevivientes judíos de Auschwitz que habían llegado a Vilna y trataban de reconstruir sus vidas y su espíritu judío. En medio de la severa realidad de su sufrimiento y las pérdidas terribles, estaban cantando y bailando con alegría, celebrando Simjat Torá.
Abraham miraba con sus ojos muy abiertos a su alrededor y tomó un Sidur andrajoso con un toque de afecto. Algo de muy adentro respondió a la atmósfera, y él estaba contento estar allí con su padre. Sin embargo, se negó a unirse a la danza.
Un hombre judío que lleva un uniforme del Ejército soviético no podía apartar la vista del muchacho, y se acercó a Joseph. «¿Este niño es… judío?» Preguntó, con un toque de temor en su voz.
El padre contestó que el muchacho era judío y se lo presentó. El soldado miró fijamente a Henryk-Abraham, y luchó para detener las lágrimas. «Durante estos cuatro años terribles, he viajado miles de millas, y este es el primer niño judío vivo que veo en todo este tiempo. ¿Te gustaría bailar conmigo sobre mis hombros»? Le preguntó al muchacho que lo miraba fascinado.
El padre le dio permiso, y el soldado alzó al niño en sus hombros. Con lágrimas rodando por sus mejillas y con su corazón lleno de alegría, el soldado se unió en la danza.
«¡¡¡Este es mi Sefer Torá!!!» Lloró con emoción.
Abe Foxman, el director nacional de la «Liga de Anti-difamación» -el Abraham de nuestra historia- recuerda esto como su primer sentimiento consciente de una conexión con el Judaísmo y de ser un judío.
(Extraído de www.es.chabad.org)
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