Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
En la historia de los clichés políticos, ¿ha habido alguna vez uno solo tan mal juzgado como la expresión – alguna versión de la cual se le atribuye o bien al asesinado Primer Ministro Yitzhak Rabin de Israel o al legendario Ministro de Defensa Moshe Dayan- «se hace la paz con los enemigos, no con los amigos»?
Muy bien, «denle una oportunidad a la paz» y «construir una nación en casa», son peores. Pero la expresión de Rabin-Dayan es una expresión de la mayor estupidez que pasa por sabiduría entre la gente que piensa que son inteligentes. Después de la sesión de quedar-bien del lunes entre el Presidente Obama y el Primer Ministro Israelí, Benjamin Netanyahu, es hora para reconsiderarlo.
Es decir: No se hace la paz con los enemigos. Se hace la paz con los ex enemigos – ya sea porque se los ha derrotado, como derrotamos a las Potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial; o porque colapsan, como lo hizo la Unión Soviética después de la caída del Muro de Berlín; o porque lo han derrotado a uno y se puede aceptar el resultado desde una distancia segura. Lo atestigua Vietnam.
En raras y valiosas ocasiones, ambas partes se dan cuenta que sirve mejor a sus intereses un acuerdo negociado que están dispuestos a cumplir. Ese fue el milagro de 1977, cuando Anwar Sadat de Egipto voló a Israel para mostrar que aceptaba sinceramente el derecho del estado judío a existir. Pagó con su vida por ese gesto.
Los enemigos, sin embargo, no hacen la paz. Pueden desistir del combate abierto, como lo han hecho Pakistán y la India, aun cuando Islamabad sigue apoyando a terroristas aliados anti-indios. Se puede organizar un armisticio a largo plazo del tipo que Corea del Sur tiene con Corea del Norte. Pero esa es una paz preservada por 700.000 soldados surcoreanos y estadounidenses en servicio activo, más un millón de minas terrestres en la zona desmilitarizada.
Durante los últimos 22 años, desde que Rabin firmó los Acuerdos de Oslo con Yasser Arafat de la OLP – Israel ha estado tratando de lograr algo sin precedentes históricos: Hacer la paz con un enemigo que no muestra ningún interés en convertirse en un ex enemigo.
Daniel Polisar, un científico político israelí, publicó recientemente en la revista Mosaic un estudio fascinante de la opinión pública palestina basado en 330 encuestas realizadas durante muchos años. Entusiasma leerlos.
«Cuando se le preguntó, hipotéticamente, si el uso de Israel de armas químicas o biológicas contra palestinos constituiría terrorismo, el 93 por ciento dijo que sí», señala el Sr. Polisar. «Pero cuando se les planteó la idéntica pregunta respecto al uso de este tipo de armas de destrucción masiva por parte de palestinos contra israelíes, sólo el 25 por ciento respondió afirmativamente».
Otros detalles: Una encuesta de 2011 encontró que el 61% de los palestinos pensaba que era moralmente correcto nombrar calles palestinas con los nombres de atacantes suicidas. En diciembre de 2014, el 78% de los palestinos expresaron su apoyo a «los intentos de apuñalar o atropellar a israelíes» en la Margen Occidental y Jerusalén. Sólo el 20% se opuso. Los palestinos también han apoyado constantemente los ataques terroristas contra israelíes dentro de las fronteras originales de Israel, “frecuentemente hasta seis a uno.»
Los palestinos culpan rutinariamente a Israel por los problemas sobre los que no tiene control, como el sangriento golpe de 2007 por medio del cual Hamas arrebató el poder de Fatah en la Franja de Gaza. Noventa y cuatro por ciento de los palestinos informan una opinión «muy desfavorable» de los judíos. La mayoría de los palestinos creen que Israel «destruirá las mezquitas Al-Aqsa y Cúpula de la Roca y construirá una sinagoga en su lugar».
En cuanto a la idea de compartir la tierra, sólo el 12% de los palestinos están de acuerdo en que «tanto judíos como palestinos tienen derechos a la tierra». Más del 80% sentía que «esta es tierra palestina y los judíos no tienen derecho a la misma». La mayoría de los palestinos también creen que Israel no existirá dentro de 30 o 40 años, sea «porque la resistencia árabe o musulmana lo destruirá» o debido a sus «contradicciones internas».
¿Dónde está el sentido de acordar a renunciar a través de negociaciones lo que es tuyo por derecho hoy y será tuyo de hecho mañana?
Nada de esto es ayudado por los líderes palestinos que, cuando no incitan a la violencia o alegan conspiraciones israelíes, están vendiendo la mentira de que Israel está creando un estado de apartheid. La única persona que impide la democracia palestina es el Presidente Palestino, Mahmoud Abbas, que no ha celebrado una elección en una década. La única fuerza que impide un estado palestino es el pueblo palestino, que piensa que puede obtener sus derechos apuñalando a sus vecinos.
Lo que nos lleva de nuevo a la reunión del lunes en la Oficina Oval. Junto con la forzada bonhomía, la administración ha estado haciendo sonar las habituales advertencias de dos minutos para la medianoche, sobre el supuesto final de la solución de dos estados. «Para Israel, cuanto más asentamientos construye, más debilita la capacidad de lograr la paz», dice Ben Rhodes, asesor adjunto de seguridad nacional, en una entrevista con Haaretz.
Qué dulce sería si todo lo que Israel tiene que hacer para la paz fuera desmantelar sus asentamientos. Cuánto más dulce sería si el presidente estadounidense encontrara menos para criticar en las políticas de vivienda de un gobierno israelí que en una cultura política palestina que sigue con la intención de matar judíos. Si el Sr.Obama quiere saber por qué es tan rechazado por los israelíes, esa es la razón.
For every atom in the universe that is blessed the people of Israel and God of victory will forever.Por cada átomo que existe en el universo sea bendecido el pueblo de Israel y que Dios de le la victoria por siempre.