Una cañonera israelí pasa por los Estrechos de Tirán cerca de Sharm El Sheik, por Yakov Agor
La Guerra de los Seis Días, que tuvo lugar hace cincuenta años en este mes, ha dejado un perenne legado. Ha convencido a los líderes árabes que Israel no puede ser destruido por medios militares. En cierto sentido, si la Guerra de Iom Kipur de octubre de 1973, llevó al mundo árabe a reconocer que gradualmente debía involucrarse en alguna forma de proceso de paz con Israel, fue la Guerra de los Seis Días de junio de 1967 que llevó a la conclusión de que Israel, como estado soberano, no puede ser destruido militarmente.
Está de moda, particularmente en Israel, recordar la Guerra de los Seis Días por la carga con que quedó el país, que tiene que hacer frente a la ocupación de la Margen oriental y Gaza, con su gran población árabe palestina.
Sin lugar a dudas, un enfoque más bien no histórico ha surgido al respecto. El término “cincuenta años de ocupación” es pronunciado de una manera fácil en referencia al control de Israel de la Margen Oriental y Gaza, sin prestar demasiada atención a las complejidades históricas que hacen que este término sea equivocado.
Para comenzar, los Acuerdos de Oslo firmados por Israel y la Organización de liberación de Palestina (OLP) en septiembre de 1993, llevó a la evacuación de las fuerzas armadas israelíes de los principales centros de población de la Margen Oriental y Gaza y el establecimiento de la Autoridad Palestina, terminando así con la presencia de Israel en las ciudades y pueblos habitados por árabes palestinos que había existido hasta entonces.
Ciertamente, a continuación de una serie de ataques terroristas, que produjeron cientos de bajas israelíes en la así llamada Segunda Intimada, el ejército israelí lanzó una operación militar en la Margen Oriental en 2002 destinada a destruir la infraestructura terrorista en el lugar. Así las fuerzas armadas israelíes retornaron a las áreas pobladas de la Margen Oriental. Aun Saeb Erekat el principal negociador de la Autoridad Palestina, dijo entonces que Israel había reocupado la Margen Oriental. Esto claramente significa que antes de la operación militar israelí en 2002, no había ocupación israelí en esas áreas de la Margen Oriental —como resultado de los Acuerdos de Oslo.
También en cuanto a Gaza se refiere, Israel ha evacuado sus fuerzas militares de las zonas habitadas por población árabe palestina como resultado de los Acuerdos de Oslo de 1993. En 2005 Israel se retiró unilateralmente de toda la Franja de Gaza, no dejando ahí ni soldados ni civiles israelíes.
Considerando lo anterior, la frase “cincuenta años de ocupación” es una declaración demasiado categórica y simplista para se aceptada al pie de la letra.
Por supuesto hay una crítica implícita a la política de Israel al respecto, como si esos “cincuenta años de ocupación” podrían haber concluido por una decisión israelí. En este contexto, hay una tendencia a extraer una comparación fácil entre el control de la Margen Oriental y Gaza y el gobierno colonial de los poderes europeos hasta la segunda mitad del siglo 20. De acuerdo con esta línea de pensamiento, así como el final del dominio colonial solucionó el conflicto existente entre el poder colonial y la población local, así el fin del control de Israel de la Margen Oriental y Gaza traerá una solución al conflicto árabe-israelí y traerá paz y estabilidad a la región.
Las diferencias entre los dos casos son obvias: Una retirada de una colonia no constituye un peligro para el territorio soberano del poder colonial, pues las fuerzas que combaten por la independencia no ambicionan el territorio del poder colonial mismo. En el caso de Israel, al menos importantes segmentos del liderazgo palestino, como Hamas, por ejemplo, no aceptará ningún acuerdo que no incluya la desaparición de Israel como estado soberano. Aun aquellos que afirman que aceptan la solución de dos estados, claman por el así llamado “derecho de retorno”, el cual, si es implementado, puede conducir a la pacífica destrucción de Israel como estado judío.
También la distancia geográfica existente entre el poder colonial y la colonia que controla provee al primero un margen de error que no se aplica en el caso de Israel, dado que la Margen Oriental y Gaza están inmediatamente adyacentes a las áreas pobladas de Israel. Además, al contrario de todos los grandes poderes coloniales en la historia moderna, Israel tiene que luchar con otras fuerzas que buscan su destrucción, que deben ser tomadas en consideración al trazar su política de seguridad nacional.
Una fórmula casi matemática, tal como la retirada de Israel lleva a la paz, lo que conduce a la estabilidad, es así una simplificación excesiva. Esto es seguramente algo que podemos aprender de la historia del conflicto árabe-israelí en los últimos cincuenta años.
Esto nos lleva a una observación adicional: Independientemente de cuan importante es en un contexto histórico, la Guerra de los Seis Días no es la causa, sino sólo una importante manifestación del conflicto árabe-israelí. La Guerra de los Seis Días alteró algunos aspectos significativos de ese conflicto. En cierto sentido se convirtió en un punto de inflexión, en la medida que conduce a una creciente certeza entre los árabes que Israel no sería borrado del mapa por medios militares.
Paradójicamente también agudizó la sensación de una conciencia nacional separada del árabe palestino.
Más aun, muchos eventos históricos centrales del conflicto árabe israelí ocurrieron antes de la Guerra de los Seis días, como la fundación del Estado de Israel, la Guerra de 1947-1949, la Guerra de 1956, la creación en los años 50 de los Fedayeen árabe-palestinos, y de la OLP en 1964, etc. El conflicto árabe-israelí no comenzó con la captura de la Margen Oriental y la Franja de Gaza por Israel en 1967.
Comenzar la historia del conflicto árabe-israelí en junio de 1967 es equivalente a comenzar la historia del conflicto indo-pakistaní en diciembre de 1971.
Un punto de referencia en la historia de un conflicto internacional, como lo fue la Guerra de los Seis Días indudablemente es una etapa significativa en un conflicto ya existente, no su comienzo.
***El Dr. Yoav J. Tenembaum es profesor de postgrado del Programa de Diplomacia (Departamento de Ciencias Políticas) de la Universidad de Tel Aviv, Israel. Tiene un doctorado en Historia Moderna de la Universidad de Oxford y un master en Relaciones Internacionales de la Universidad de Cambridge.
http://historynewsnetwork.org/article/166267
Traducido para Porisrael.org por Israel Winicki
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