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| jueves noviembre 14, 2024

Historias distorsionadas en UNESCO


La Autoridad Palestina ha pedido al Comité de Patrimonio Mundial de UNESCO que se reúne esta semana en Cracovia, Polonia, que registre la ciudad Vieja de Hebron- incluyendo la “mezquita Ibrahimi” (el nombre que los musulmanes dan a Mearat HaMajepela, la Tumba de los Patriarcas, recordando también ellos a Abraham)- como parte del “Estado de Palestina” y como lugar sagrado islámico “en peligro”. Conociendo la dinámica de las votaciones políticas en dicho marco-que nada tienen que ver con la preservación de la cultura  y la verdad histórica- la moción fue aprobada, en una nueva prueba del punto vergonzoso al que ha llegado UNESCO.

Un “pequeño” dato relevante para comprender por qué dedicamos esta página al tema, es que en el santuario en cuestión, según la tradición judía, están sepultados los patriarcas y matriarcas de Israel: Abraham y Sara, Itzjak y Rivka, Yaakov y Lea. El origen del vínculo judío con el lugar, se basa en el capítulo 23 del primer libro de la Biblia , Génesis, que relata la compra por parte de Abraham a Efron hijo de Het, de una cueva en el borde de su terreno, para poder sepultar allí a Sara su esposa recién fallecida, pero pensando ya claramente en la continuidad, en un lugar donde también pudieran descansar él y sus hijos años después.

No es imprescindible ser un judío religioso para comprender las raíces de la santidad que el judaísmo atribuye pues al santuario en cuestión.

Mucho tiempo después del pasaje por Hebron de Abraham -considerado el primer judío de la Tierra- , en el siglo VII, nació el Islam, que también adoptó su figura, a la que llamó Ibrahim, como sagrada . De ello deriva el hecho que también para el Islam el lugar en cuestión sea sagrado y considerado mezquita. La problemática no radica en la fe compartida, sino justamente en lo contrario, en el intento palestino de adueñarse de una historia que ni comenzó con ellos ni es por cierto solamente suya. En el peor de los casos, es un intento claro de intentar borrar en la conciencia mundial el vínculo del pueblo judío con su tierra ancestral. En el mejor de los casos, es un intento de ganar puntos en una batalla diplomática, haciendo caso omiso de los sentimientos judíos, pensando en la eventualidad de un acuerdo en el lugar que deba ser negociado.

Para ahondar en el tema, nos reunimos con el Profesor Yitzhak Reiter, especializado en resolución de conflictos en lugares sagrados y en una diversidad de temas relacionados al Islam, en el Instituto de Investigación de la Tierra de Israel , en Jerusalem. Podríamos haberlo escuchado durante varias horas más, por su sapiencia y su dominio detallado de estos temas. Pero en esta nota, nos centramos en el tema de Hebrón.

“Los palestinos quieren ganar puntos de cara a una discusión sobre un eventual futuro acuerdo. Ya lo han hecho en relación a Jerusalem con las últimas resoluciones en UNESCO, también con la tumba de Rajel”, opina Reiter, recordando que “a este santuario que antes llamaban Kubat Rahel, le cambiaron el nombre, inventando una narrativa, diciendo que es la tumba de Bilal el Rabah, que era el muazzin del profeta Mahoma, aunque él está sepultado en Damasco”. También eso fue aprobado por UNESCO. Reiter agrega: “O sea que es parte de un esfuerzo generalizado de hacer aprobar en foros internacionales resoluciones que refuercen sus posturas de que ´esto es nuestro´. Quieren hacer que la gente sienta que Jerusalem, Hebrón, los lugares sagrados, les pertenecen a ellos”.

De fondo hay , además, un auténtico temor- en opinión de Reiter- de parte de los palestinos,  que Israel quiere “judaizar” los lugares sagrados. En la práctica, sin embargo, Israel ha sido muy cauteloso.

Según cuenta el Profesor Reiter, a pocas semanas de finalizada la guerra de los Seis Días  en 1967 , el entonces Ministro de Defensa Moshe Dayan firmó un acuerdo con el entonces Alcalde de Hebron  Muhamad Ali Yaabari, para que los judíos puedan orar en horarios determinados entre los tiempos de los rezos musulmanes, y en un lugar pequeño dentro de la Cueva. No es que Israel, por ser el nuevo poder en el lugar, se apoderó del santuario ni quitó a los musulmanes, sino que trató de manejarse con cuidado. También en lo simbólico: Dayan ordenó al entonces Rabino jefe de Tzahal Shlomo Goren, retirar de la Tumba de los Patriarcas la bandera de Israel que había sido colocada, así como había ordenado quitar la colocada sobre el Domo de la Roca en Jerusalem, que alcanzó a estar allí tres horas.

El espacio destinado a las oraciones judías, en horarios determinados, era muy pequeño. Poco después fue establecido el asentamiento de Kiriat Arba aledaño a Hebron, y fue aumentando rápidamente la cantidad de judíos que llegaban a orar, excediéndose del lugar que les había sido destinado. No del horario, pero sí del lugar.

Un punto clave en la historia del manejo del lugar, fue el 25 de febrero de 1994, cuando el israelí Baruj Goldshtein entró a la Cueva durante los rezos musulmanes y mató a 29 palestinos mientras oraban. La tormenta que desató su atentado era lógica y previsible. Y la enorme tensión debida a ello, llevó a la formación de la Comisión Shemgar (encabezada por el ex Presidente de la Suprema Corte de Justicia Meir Shemgar) que indicó cómo proceder, dividiendo de hecho el santuario en dos partes totalmente separadas, con salas destinadas a los judíos exclusivamente y otras exclusivamente a los musulmanes. Y hay una particularidad: en las fiestas judías, como Rosh Hashana y Iom Kipur, los musulmanes no pueden entrar al santuario y éste es escenario solamente de oraciones judías, mientras que en las fiestas musulmanas como Id -el Fiter, son los judíos los que no tienen acceso, para que los musulmanes puedan orar en todo el santuario.

Reiter, con una sonrisa, recuerda ante todo que desde el 94 no hubo prácticamente ningún incidente  violento en el lugar (aunque sí afuera) y destaca que “de hecho, funciona positivamente una buena coordinación, que en la práctica es una coexistencia bastante buena”. Da como ejemplo que cuando llegan las fiestas judías, al terminar sus rezos sabiendo que durante unos días no podrían volver, los musulmanes guardan sus alfombras para hacer lugar para las sillas de los judíos. Lo mismo cuando los judíos terminan los suyos antes de fiestas musulmanas, apilan sus sillas y bancos para hacer lugar para las alfombras de los musulmanes. Y una originalidad: el muazzin que llama cinco veces al día a la oración , tiene su pieza en la parte judía y cinco veces por día pasa por la parte judía para llamar a los musulmanes al rezo.

Se puede…se puede compartir un santuario cuando ambas partes lo consideran sagrado. Es complicado, claro que sí. Pero es posible.

Reiter es menos tajante que el gobierno de Israel en cuanto a la interpretación de la moción palestina como un intento de alegar que el pueblo judío no tiene vínculos con la tierra de Israel. Pero agrega: “Es cierto, sin embargo, que están proponiendo que se considere suyo, un lugar que tienen muy claro que no es solamente sagrado para el Islam. Lo han hecho otras veces y al parecer lo seguirán haciendo”.

 

 
Comentarios

Ellos no distorsionan, ellos son ignorantes y punto

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