En un audaz reverso a la política israelí de larga data, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu llamó recientemente a desmantelar a la Agencia Laboral y de Ayuda de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA) y desplazar sus funciones a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNHRC), que tiene como responsabilidad el resto de los refugiados en el mundo. Anteriormente, a pesar de las innumerables fallas de la UNRWA, Israel había cooperado durante mucho tiempo con el grupo y hasta ahora se había opuesto a las propuestas de cerrarlo, temiendo consecuencias humanitarias y su inestabilidad resultante.
“Lamento que la UNRWA, en gran medida, por su propia existencia, perpetúe y no resuelva el problema de los refugiados palestinos”, dijo Netanyahu, refiriéndose a la definición extensa por la UNRWA de la palabra “refugiado”.
El llamado del primer ministro fue muy oportuno: UNRWA hace poco utilizó una foto de una chica siria como propaganda, sugiriendo erróneamente que era residente de Gaza y otras revelaciones descubrieron la utilización, por parte de Hamás, de las escuelas de UNRWA como cortina de humo por los túneles dirigidos a secuestrar y asesinar han inundado las agencias de noticias. Aunque inicialmente UNRWA tenía por objeto reasentar a los refugiados, desde ese entonces ha abandonado dicha tarea. De hecho, se resiste al reasentamiento y ha cambiado continuamente su definición de refugiado para incluir a generaciones que han sido removidas del conflicto, individuos que son ciudadanos de nuevos estados y personas que habitan en su hogar internacionalmente reconocido de Cisjordania y Gaza. Ninguna otra organización utiliza una definición similar.
Imagen: Murallas como éstas abundan en el campamento de UNRWA en Aida. Los nombres incluyen a Ibrahim Jundiya (a la izquierda) y Bassam Abu Akr (2do de la izquierda), ambos en prisión por crear y dirigir atentados suicidas en Israel. Foto de Clifford Smith.
Mientras los Estados Unidos originalmente protestó contra la evolución de la definición de la UNRWA, en años recientes, el Departamento de Estado ha defendido la actual definición de UNRWA. En la práctica, esto significa que si bien hubo unos 700.000 refugiados en 1950, habrá en proyección unos 6.4 millones de falsos “refugiados” para el 2020, aunque la mayoría vive en condiciones normales de vida para gente de la región. Se estima que 2 millones son ciudadanos jordanos. Esta bizarra definición es puramente política, destinada a proteger el llamado “derecho a retornar”, un nuevo alegato legal de que las generaciones que han sido removidas del conflicto tienen derecho a regresar a un país que sus líderes ancestrales trataron de destruir.
El razonamiento tras la fusión de UNRWA con la UNHCR es que la UNHCR no trabaja para perpetuar el conflicto, sino para mejorar las vidas de sus clientes. La UNHCR a diferencia de la UNRWA, realmente trabaja para reasentar a los refugiados (más de 600.000 hacia nuevos países entre los años 2005 y 2015). La UNHCR rechaza a los “refugiados ciudadanos” y no confiere automáticamente la condición de refugiado a sus descendientes. UNRWA hace totalmente lo contrario.
El transferir la infraestructura existente de la UNRWA a la UNCHR tendría probablemente poco efecto práctico.
Tal como he presenciado a primera vista, los campamentos de la UNRWA están dedicados a la propaganda violenta en contra de Israel y adoctrinan a sus clientes a que exijan el “derecho a retornar”, sobre todo lo demás, a diferencia de los campamentos de la UNHCR.
Sin embargo, en la práctica, la transferencia de infraestructura existente de la UNRWA a cargo de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNCHR) muy probablemente tendrá poco efecto práctico. La UNRWA está formada en su mayor parte por palestinos hostiles a Israel y han trabajado para alimentar la incitación y el terrorismo. Muchos probablemente continuarán en sus puestos de trabajo bajo nueva administración, simplemente cambiándole el nombre al problema. Además, la definición de refugiado por parte de la UNCHR, aunque diferente a la de la UNRWA, posee importantes lagunas. Por ejemplo, si bien la UNCHR generalmente no admite la condición de refugiado generacional, esta ha hecho excepciones en algunos casos, incluso tomando en consideración la “dependencia emocional”, un concepto propenso al abuso por parte de los enemigos de Israel.
Existe poco interés en la ONU por desmantelar a la UNRWA
En cualquier caso, la UNRWA sólo puede ser desmantelada por un voto de la Asamblea General de la ONU. Tal como dejó en claro el Secretario General de la ONU Antonio Guterres en su rápida respuesta a la declaración de Netanyahu, ‘Existe poco apetito en la ONU para implementar tal cambio y sería prácticamente imposible para los Estados Unidos o cualquier otro país lograrlo’.
Lo más efectivo que Estados Unidos puede hacer para combatir el pernicioso impacto de la UNRWA es sorprendentemente simple: comenzar a aplicar sus propias leyes y políticas, que rechazan a ambos ciudadanos y refugiados generacionales y no permitirá que residentes de Cisjordania y Gaza sean refugiados en su propio hogar, a sus operaciones con la UNRWA. En otras palabras, ante la mirada de Estados Unidos, uno es un “refugiado” sólo si reúne la condición de refugiado dada por Estados Unidos, de lo contrario, uno es simplemente un palestino necesitado. La financiación a la UNRWA continuara, pero mientras se reserva la designación de “refugiado” sólo a aquellos pocos que abandonaron sus hogares durante la Guerra de Independencia de Israel (según algunas estimados, tan sólo son 30.000 personas).
Debemos dejar de reverenciar la definición politizada de “refugiado palestino” creada por la UNRWA.
Como el mayor donante de la UNRWA desde sus comienzos, los Estados Unidos pueden persuadir a otros donantes, muchos de los cuales acuerdan sobre los problemas de la UNRWA (Canadá fue hasta el extremo como para retener el financiamiento de UNRWA antes que la marea política cambie) para hacer lo mismo. Juntos, pueden ejercer presión sobre la UNRWA a fin de que cambie su definición destructiva y tal vez, omita eventualmente su propaganda en torno a seis millones de “refugiados” palestinos y deje de predicar que la meta en la vida de todo palestino debe ser “retornar” a un lugar que él o ella nunca ha conocido.
Tomará tiempo, pero sí es posible terminar con esta creencia destructiva. El primer paso a dar, sin embargo, es dejar de reverenciarlo nosotros mismos.
Clifford Smith es director del Proyecto Foro Washington del Medio Oriente.
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