Traducido para PorIsrael.org por Yetty Blum
En Siria, donde reina el caos y no hay moderados entre la oposición árabe sunita, puede aplicarse el principio del «enemigo de mi enemigo», particularmente en vista del creciente dominio de Assad, la creciente influencia iraní en las fronteras de Israel, los estrechos lazos de Turquía con Hamas y el reciente acercamiento con Teherán. Por lo tanto, es en interés de Israel actuar rápidamente para apoyar a la naciente región política kurda en Siria.
Las relaciones entre los kurdos sirios e Israel han cambiado drásticamente en los últimos dieciocho años. En 1999, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el partido más influyente entre los kurdos en Siria y Turquía, acusó al Mossad de contribuir al secuestro de su líder y fundador, Abdullah Öcalan, y entregarlo a Ankara después de años del exilio en Siria. En ese momento, el régimen sirio tenía el control del país y entablaba delicadas negociaciones con Israel en los Estados Unidos sobre las Alturas del Golán.
Hoy, la escena es completamente diferente. La Siria en guerra está dividida, y las conversaciones sobre el Golán son cosa del pasado. Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel en el momento de la captura de Öcalan, ocupa de nuevo la oficina de primer ministro y es ahora el segundo primer ministro de mayor permanencia en la historia de Israel, después de David Ben-Gurion. El PKK se ha despojado de su cobertura marxista, transformándose en un partido pragmático que gobierna un vasto territorio.
Desde que se declaró «Rojava» en el norte y el noreste de Siria en 2013, el Partido de la Unión Democrática (PYD) y su brazo militar, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), ambas vinculadas al PKK, han construido una entidad única viable en medio de la circundante confusión. El contrato social en Rojava promete una nueva era, distante del odio que domina el resto de Siria.
La ciudad de Idlib, cerca de la frontera con Turquía, está bajo el dominio de facciones inspiradas en la ideología de Al Qaeda, y está evolucionando hacia una versión siria de Kandahar. Las áreas administradas por Ankara en el norte de Siria bajo la Operación Euphrates Shield colapsarán si la ayuda turca cesa, pero sus facciones apoyadas por Turquía luchan entre sí de todos modos. Los territorios bajo el control del régimen sufren el deterioro en la provisión de servicios esenciales, la represión en curso, el caos de seguridad y hasta batallas esporádicas, y las áreas controladas por el ISIS se enfrentan a una catástrofe.
El antiguo proverbio «el enemigo de mi enemigo es mi amigo» podría ser útil para Israel en este escenario sombrío. El régimen sirio continúa manteniendo su posición tradicional anti-Israel, y en cualquier caso depende en gran medida de Irán, Hezbolá y las otras milicias chiítas, todas las cuales quieren que Israel sea destruido. Las facciones suníes árabes se inclinan hacia el fundamentalismo religioso cuando las circunstancias lo permiten, mientras que los alauitas, los drusos y los cristianos se están acercando al eje ruso-iraní y cayendo bajo el mando de Hezbolá.
Las partes kurdas sirias que se oponen a PYD están vinculadas abiertamente a Ankara, gobernada por un presidente, Recep Tayyip Erdoğan, obsesionado con el poder y cuya ideología considera que todo el Estado de Israel está ocupado ilegalmente por judíos. Además, recientemente ha establecido un acercamiento con Teherán, un desarrollo preocupante. El Jefe de Estado Mayor iraní, el mayor general Mohammed Baqeri, que fue el primer oficial iraní en ese nivel en visitar Turquía desde 1979, confirmó la firma de memorandos de seguridad bilaterales con Ankara.
Irán está ahora más cerca que nunca de asegurar un corredor terrestre que lo conectará con el Mediterráneo a través de Irak, Siria y Líbano. Este corredor ampliará su esfera de influencia desde el Estrecho de Ormuz al este hasta el Mediterráneo en el oeste, y asegurará que Israel esté rodeado por tierra y mar.
Israel haría bien en mirar a Rojava con interés, y no solo para afrontar la penetración de Irán. Rojava y el Kurdistán iraquí son las únicas entidades en el Medio Oriente, aparte de Israel, que gozan de un régimen abierto, secular y liberal que otorga considerables derechos a la oposición, a las mujeres y a las minorías. Esto es particularmente notable en una región donde prevalecen ideologías radicales y totalitarias.
Si Israel fortalece su relación con los kurdos sirios, sus logros se extenderían más allá de los beneficios estratégicos, políticos y de seguridad. Los recursos naturales de Rojava, especialmente su petróleo, pueden contribuir al suministro de energía de Israel y ser invertidos en proyectos tales como un oleoducto a través de Jordania a Israel. Las tropas estadounidenses están estacionadas en varias bases militares en Rojava, lo que podría ofrecer una alternativa a la Base Aérea Incirlik en Turquía. Los líderes kurdos regularmente enfatizan que las fuerzas estadounidenses permanecerán en sus áreas por mucho tiempo, lo que indica que esto no es un «entendimiento de necesidad» dictado por circunstancias provisorias.
Durante los últimos seis años, Israel ha seguido una política de no intervención en Siria, salvo cuando se cuestiona la seguridad de sus fronteras septentrionales. Sus esfuerzos por lograr alianzas con grupos efectivos en el terreno han fracasado. Teherán está claramente determinado a establecer un punto de apoyo en la frontera norte de Israel y establecer bases para Hezbollah, lo que equivaldría a una versión siria de la milicia libanesa. Parece suficientemente claro que los kurdos son el candidato más calificado, si no el único, en Siria, con el que Israel puede contar para su apoyo.
Incluso si Netanyahu respalda los esfuerzos del pueblo kurdo para lograr su propio estado en Irak, es obvio que el gobierno israelí debería escuchar atentamente al ex jefe adjunto de las FDI, el mayor general Yair Golan, quien se niega a calificar al PKK como una organización terrorista. Israel debería actuar con rapidez para apoyar la emergente región kurda en Siria y distinguir entre sus relaciones con Ankara por un lado y los kurdos por el otro, un esfuerzo que se ha vuelto necesario a la luz de la persistente defensa de Hamas por Erdoğan.
Es enteramente posible que los acuerdos a forjar con respecto al futuro de Siria no se adhieran a la demanda de Israel de prohibir el estacionamiento de tropas iraníes en Siria. Estos acuerdos también podrían cimentar la presencia de Hezbolá cerca de la frontera sirio-israelí, lo que le daría la capacidad de abrir otro frente contra Israel además del ya existente en el Líbano. Por lo tanto, cualquier influencia israelí en Rojava podría ser valiosa.
Irak está gobernado por los aliados de Teherán, y Turquía se está acomodando con Irán. Es de gran interés para Israel contar con un amigo auténtico y confiable en la nueva Siria. Si Jerusalén espera, junto con su aliado en Washington, evitar que Teherán establezca su corredor terrestre tan buscado, necesitará fortalecer su influencia en la región kurda siria para servir como un muro que bloquee las ambiciones de Irán.
***Rauf Baker es periodista e investigador con experiencia en Europa y Medio Oriente.
https://besacenter.org/perspectives-papers/syrian-kurds-israel/
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